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Bencina, soga y guantes: el plan para “ocultar el cuerpo” de Albornoz en el relato de uno de sus presuntos asesinos

En su testimonio, Christian González Morales, de nacionalidad ecuatoriana, relató con detalles lo ocurrido en su departamento el 23 de mayo, donde tuvo un encuentro íntimo con el joven químico farmacéutico y un chef apodado "Kai". Luego contó cómo urdieron el plan para deshacerse del cuerpo en la Región de O'Higgins.

Francisco Albornoz.

“Soy médico cirujano de nacionalidad ecuatoriana. Resido en Chile desde hace dos años y actualmente trabajo como médico y profesor de internos de medicina Cesfam Salvador Bustos, de la comuna de Ñuñoa”.

Así parte la declaración de Christian González Morales (31), uno de los dos imputados en el caso que investiga la muerte de Francisco Albornoz, químico farmacéutico de 21 años que fue encontrado sin vida en el río Tinguiririca en la comuna de San Fernando, en la Región de O’Higgins.

González declaró ante la fiscal de Ñuñoa Rosana Folli el 3 de junio, el mismo día en que la policía encontró -a causa de su testimonio- el cuerpo sin vida de Albornoz, quien estuvo desaparecido por 11 días.

Ese día el médico llegó hasta la Fiscalía junto a su abogado, Gabriel Solorzano, y contó cómo se gestó el encuentro con Albornoz y con José Miguel Baeza (41), un chef bautizado como Kai y que hoy también está preso, sindicado como autor del crimen.

El médico, a modo de colaborar, relató al Ministerio Público cuál fue el plan que urdieron junto a Kai para deshacerse del cuerpo de Albornoz, y -como era de esperarse- en su versión de esta historia responsabiliza de todo a Baeza.

Christian Alexander González Morales fue detenido por el caso de Francisco Albornoz.

Un encuentro fatal

En la primera parte de su declaración el médico cuenta que conoció a Kai el 3 de abril a través de la aplicación Grindr. Ese mismo día mantuvieron relaciones sexuales en su departamento y continuaron con la comunicación.

En esos contactos posteriores Baeza le habría señalado que tenía una “fantasía” que era estar con alguien más joven: “En las conversaciones Kai me dio datos de personas a las que yo le podía comprar diversos tipos de drogas. También recuerdo que me dijo que tenía una especie de fantasía, en el sentido de estar con alguien más joven y que le agradaba conocerme porque ante él yo me veía joven”.

Fue el 19 de mayo cuando conversaron sobre su próximo encuentro íntimo, pero ahora en el marco de un “trío”, cita fijada para el 23 de mayo. Fue Kai, dice González, quien contactó a Albornoz.

“Yo le pedí fotos del amigo y lo único que me mostró fue parte del rostro de Francisco. Kai me dijo que era amigo de esta tercera persona y que tenía 25 años. Kai me propone juntarnos los tres a las once de la noche del 23 de mayo en mi departamento de la comuna de Ñuñoa, a lo que yo accedí”. Ese día coordinaron el encuentro, donde Kai llevó cocaína, limones y otros elementos para la actividad sexual y el carrete que realizarían.

Francisco Albornoz.

“El mismo día 23 de mayo cerca de las 21.15 horas fui hasta Avenida Bustamante y pagué en efectivo la cocaína. Compré cuatro bolsas que equivalen a $35.000″, comenta.

Ya al interior del inmueble, señala, consumieron popper y cocaína en grandes cantidades, al mismo tiempo que mantenían relaciones sexuales, según el relato.

“Kai hizo un gesto y salió a hablar con el tercer chico y le dijo que íbamos a usar un polvo que lo iba a anestesiar”, dice en una parte del testimonio.

En un momento, asegura el médico, se sintió “muy mal, muy mareado, con las manos heladas y moradas”, y comenzó a vomitar en el baño.

Al salir de ese espacio se recostó en su cama. En ese momento, según su versión, se percató que Albornoz había convulsionado. “No le sentía el pulso. Recuerdo que lo puse en el piso al lado de la cama y lo sostuve, y le dije a Kai que llamara la ambulancia, pero Kai me repetía continuamente que él no debía estar en mi casa, me decía textual: ‘No debo estar acá’, me dijo que se iba a ir a prisión”.

Según el médico, hizo maniobras de reanimación por 20 a 30 minutos, pero sin éxito. “Kai me dice que había que ocultar el cuerpo, que había que dejarlo en algún otro lugar, me habló de Santa Ana o La Pintana”.

José Miguel Baeza Cortés, el segundo detenido por la muerte y desaparición de Francisco Albornoz.

El plan para “ocultar” el cuerpo

Una vez que se percataron que las maniobras de reanimación fueron infructuosas, comenzaron a planear qué hacer con el cuerpo. Kai, dice González, intentó desbloquear el teléfono de la víctima, pero sin éxito.

El médico bajó hasta la bodega de su edificio para buscar una maleta donde depositar el cuerpo, lo cual no se concretó. Fue cuando decidieron envolver el cuerpo en un cobertor color azul oscuro y trasladarlo en un carro de supermercado que había en el edificio. Bajaron hasta el piso 2 y depositaron el cuerpo en el maletero del auto del médico. Eran cerca de las 4 de la mañana cuando salieron del estacionamiento. Para ese momento, afirma, pensaban dejar el cuerpo en Santa Ana o La Pintana.

Solo manejé por inercia, creo que pude haber cometido muchas infracciones. Kai me dijo que podíamos ir a Lo Barnechea. Fuimos hasta Lo Barnechea, yo no conozco el sector, solo Kai me guiaba hasta donde tenía que ir“, dijo. Estando ahí decidieron emprender el rumbo hacia San Fernando.

“Antes de salir de la ciudad de Santiago paré en un servicentro, creo que era una Copec que no recuerdo exactamente dónde queda. Yo me bajé en dicho servicentro y compré un encendedor y tabaco”, dice.

Otra situación ocurrió en esa Copec. Compraron un galón de bencina, con la que planeaban quemar las cosas de Francisco. Luego hicieron otra parada en otro servicentro para comer algo. Allí compraron unas papas fritas en tarro.

De acuerdo a sus palabras, Kai tomó una roca, que el médico “supuso” era para romper el teléfono de Albornoz, que tenían en su poder.

Continuando con su relato, el tarro de las papas fritas que compraron minutos antes, ahora vacío, lo utilizó Kai para depositar el teléfono de la víctima y prenderle fuego. Esto habría ocurrido a un costado la Ruta 5 Sur.

Llegaron a San Fernando cerca del mediodía. González llamó a una amiga, que es otra médico de San Fernando. A ella le pidió “un dato de algún lugar para lavar su auto”, pero esta le dijo que no tenía.

Posteriormente llegaron hasta un mirador cercano al río Tinguiririca. “Sacamos el cuerpo de Francisco del maletero y lo arrojamos a una especie de quebrada o acantilado que está en dicho mirador”, dice.

Francisco Albornoz.

Pero el plan no había terminado. Kai, dice el médico, le señaló que aún se podía ver el cuerpo desde arriba, entonces debían ocultarlo aun más. Fueron al Sodimac, donde compraron sogas y guantes. El plan ahora era mover el cuerpo hasta un lugar donde no fuera visible.

Pero antes fueron hasta la casa de la amiga del médico. “Yo me bajé de mi auto y Kai se quedó dentro del auto. Kai no quiso bajarse porque tenía la ropa manchada con sangre”. Su amiga y su esposo, dice él mismo, lo notaron “raro”. “Ella me preguntó si estaba bien y yo le dije que estaba un poco mal, y le pregunté si me dejaba ocupar el baño”.

Finalmente salió de esa casa y retomaron el plan. Ya era de noche nuevamente y llegaron al barranco. El médico bajó por la pendiente con la cuerda y Kai lo sostuvo desde arriba. “Estando al lado del cuerpo de Francisco no hice nada. Me arrepentí de ocultarlo más, tal y como Kai lo había pedido”, afirmó ante la fiscal.

Luego se fueron hasta la casa de Kai en Rengo, donde se separaron. Allí habrían dejado las bolsas y la maleta que sacaron del departamento. “Kai me sacudió el pantalón, ya que lo tenía muy sucio. Y luego me abrazó y me dijo que no dijéramos nada”.

Días posteriores

González dice que llegó a su departamento el 24 de mayo a las 23.00. Tomó pastillas para dormir y se acostó. En su relato no se refiere a qué realizó el lunes. Retoma su testimonio en el martes 27, donde vio en redes sociales que estaban buscando a Francisco: “Al enterarme lloré mucho y no dejaba de pensar en lo sucedido. Tenía mucha culpa por lo que hice. No entendía lo que había pasado. Lo que hice fue ocultarlo. Yo no le hice nada a Francisco”.

Al día siguiente recibió un llamado de Kai. “Me llamó el miércoles 28 cerca de las cuatro de la tarde. Me preguntó cómo estaba. Quería saber si yo iba a hacer o decir algo y me dijo que nos viéramos. Yo le dije que podríamos juntarnos el viernes, pero era mentira, ya que no quería juntarme con él”.

Todos los dias pienso en esto, me siento muy culpable”, finaliza su testimonio.

De acuerdo a la Fiscalía Metropolitana Oriente, Albornoz falleció de un traumatismo encefalocraneano producto de un golpe en la cabeza, descartando que haya fallecido de una sobredosis de droga.

Sin embargo, el médico en su relato no entregó ninguna pista sobre ese golpe en la cabeza. Tanto el médico como el chef se encuentran en prisión preventiva.

Todo lo expuesto en este artículo corresponde a la versión del médico. El chef, de momento, no ha entregado su testimonio ante los investigadores.

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