Caracoles gigantes africanos invaden el estado de Florida en Estados Unidos
De acuerdo a las autoridades, esta especie se reproduce muy rápidamente, alcanza el tamaño de ratas y se alimenta del estuco de las casas.
Florida del Sur (Estados Unidos) se encuentra actualmente con una creciente infestación de caracoles giganes africanos, una de las especies más invasivas del planeta que pueden crecer hasta alcanzar el tamaño de una rata y masticar estuco y yeso.
De acuerdo a Denise Feiber, representante del Departamento de Agricultura y Servicios del Consumidor, alrededor de mil de estos moluscos han sido capturados por semana hasta ahora en el Condado de Miami Dade, y en total 117.000 desde que el primer caracol fue visto en septiembre del 2011.
Según Feiber, ahora que se acerca la estación de lluvias este animal comenzará a despertar de su período de hibernación y las personas comenzarán a verlo de manera más seguida.
"Este caracol ataca sobre 500 especies conocidas de plantas... casi todo lo que sea verde y esté en su camino", señaló la experta.
El caparazón de este molusco también es peligroso, pues es tan resistente que puede pinchar neumáticos.
Un caracol de esta especie puede producir cerca de 1200 huevos al año, y comúnmente viven cerca de una casa porque les gusta alimentarse de estuco por el calcio que contiene.
Un equipo de expertos se reunió la semana pasada para el Simposio de Ciencias del Caracol Gigante Africano y así buscar formas para erradicar al molusco, incluyendo el uso de carnada aprobada recientemente por la ley federal.
De acuerdo a Feiber, las autoridades se encuentran investigando la fuente de la infestación de caracoles y cómo llegaron a Estados Unidos. Una posibilidad que se está analizando es el grupo Santeria de Miami, una religión con raíces africanas y caribeñas que utilizan este tipo de caracoles en rituales.
La primera infestación de esta especie ocurrió en 1966, cuando un niño que volvió a Miami luego de unas vacaciones en Hawái trajo tres de estos caracoles en los bolsillos de su chaqueta. Su abuela liberó a los moluscos en su jardín, y la población creció en siete años al sorprendente número de 17.000 especies. El gobierno utilizó un millón de dólares y demoró diez años en erradicarlos.
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