Darío Franco: El técnico que tocó el cielo en Chile como jugador
El fútbol vuelve a poner en el país al denominado "Hijo de Bielsa". La historia del hombre que abrazó el éxito en Santiago y que superó una fractura de peroné y tibia.

Santiago no es un lugar desconocido para Darío Franco, el flamante técnico de Universidad de Chile. Es más, la capital del país fue testigo de dos de sus principales episodios con la selección de Argentina, a la que llegó tras sus buenas campañas con Newell's Old Boys de Rosario.
El primero tuvo que ver en junio de 1991, cuando con el combinado albiceleste alzó la Copa América en aquella oportunidad, Franco, una de las grandes apuestas de Alfio Basile, convirtió dos goles decisivos en la victoria sobre Brasil en la liguilla por el título. Inolvidable para él. Claro que su alegría no fue completa: por estar concentrado con la selección sólo pudo disfrutar por televisión la consagración de su querido Newell's, dirigido por entonces por Marcelo Bielsa, en La Bombonera ante Boca Juniors por el torneo argentino.
"Habría pagado lo que sea por haber hecho el viaje para jugar y después regresar a la concentración. Me acuerdo que la definición a penales en La Bombonera no la pudimos ver por televisión y los periodistas nos iban contando", recuerda Franco, que ya por esos años recibía el apodo de "Hijo de Bielsa", por su reconocida cercanía con el técnico que lo sacó de Córdoba con 14 años para llevárselo a Rosario en un automóvil junto a Eduardo Berizzo.
"Además de haber sido quien lo llevó al club de muy joven, lo fue entusiasmando con otras labores cuando se incorporó al plantel profesional. Le pedía informes de los rivales, que viera videos. Y Darío lo hacía con entusiasmo y mucha dedicación. Andaba para todos lados con revistas de fútbol para tener información. Eso después lo ayudó cuando inició su carrera como entrenador en México", cuenta Ricardo Lunari, su ex compañero en "Ñuls".
Aquella cercanía con el "Loco" le valió disfrutar de una pequeña pasantía en Chile hace algunos años, cuando el rosarino dirigía a la "Roja". Fueron diez días de un incesante trabajo de Franco en Juan Pinto Durán, al lado de Bielsa y Berizzo. "Me sentí como uno más del cuerpo técnico. Si hasta me pasaron la ropa de la selección y me pidieron que entregara instrucciones", cuenta entre risas.
El otro episodio vinculado con Santiago, teñido de celeste y blanco, quisiera olvidarlo por completo el nuevo entrenador azul. En 1994, en el empate a tres goles entre Chile y Argentina en el Estadio Nacional, cuando Marcelo Salas anotó su primer gol con la "Roja", Franco ingresó en los últimos minutos. Era su reaparición en la selección tras la fractura de tibia y peroné sufrida en junio del año anterior en la Copa América de Ecuador a manos de Marco Sandy.
Pese a que el partido representó su vuelta al combinado nacional justo en la antesala del Mundial de Estados Unidos, el volante supo en Ñuñoa que no iba a llegar a la cita norteamericana, más allá de que jugaría dos amistosos más en mayo de ese año. La lesión que le había producido el boliviano lo terminaría dejando afuera de la competición.
"Siempre dije que no tuve mala intención en esa jugada. Y hasta el día de hoy lo sostengo", señala Sandy, hoy técnico de la selección Sub 20 de su país. El ex futbolista todavía tiene fresco en la memoria la jugada que marcó para siempre la carrera del hoy entrenador de la "U": "Eso fue un choque de canillas. El tema es que yo jugaba con triple canillera y quizás eso incidió. Después de esa jugada los compañeros de él me decían en la cancha que me iban a matar, que me iban a partir. Sólo les respondía que si la televisión demostraba mala intención, yo me retiraba del fútbol".
La marginación de la Copa del Mundo de 1994 no sólo fue un duro golpe para Franco, quien en todo caso jamás le guardó rencor a Sandy. Su familia también lo sintió como propio. Incluso la madre del entonces volante de Zaragoza de España, Marta Gatti, criticó duramente a Diego Armando Maradona, al que consideró como el responsable de la no convocatoria de su hijo.
"El le hace el equipo a Basile. No tengo dudas. El sacó a mi hijo para poner al Burrito Ortega", afirmó sin tapujos la madre del futbolista a los medios de su país. Al final, Franco asistió como invitado al Mundial por el propio técnico al que la señora Gatti lo acusó de títere de Maradona.
No todo estaba en su lugar
Sus buenas campañas en Newell's y en la Selección llevaron a Darío Franco al fútbol español a mediados de 1991. Recaló en Zaragoza, donde rápidamente se hizo notar por su buen juego y sobre todo por su espíritu de lucha. Su influencia se notó de inmediato, puesto que el equipo pasó de pelear el descenso a ser protagonista de la liga e incluso de participar de competencias europeas.
"Su personalidad ganadora se la transmitió enseguida a Zaragoza. Hasta el momento de su lesión con la selección de su país en la Copa América de Ecuador fue por años la bandera del equipo, al punto que hasta hoy los hinchas lo recuerdan con cariño", apunta David Ruiz, periodista español que conoció sus pasos en Europa.
Su fama de guerrero, como lo llamaban los hinchas de Zaragoza, quedó grabada en un partido con Atlhetic de Bilbao, en abril de 1992. Sobre el final del encuentro, el argentino salió a barrer a un rival por la línea lateral. El jugador vasco esquivó el tackle, pero con su taco golpeó la zona testicular de Franco. Un silencio se produjo en La Romareda. "No me quise ver nada. Seguí jugando como si todo estuviese normal", diría Franco.
Una vez en el camarín se despojó del pantalón y ahí recién se dio cuenta que un testículo se había salido del escroto, que lucía un vistoso corte. Su compañero Xavi Aguado se desmayó al ver la herida, mientras el resto prefirió voltear la cabeza. El volante no alcanzó a ducharse porque de inmediato fue trasladado a una clínica, donde le aplicaron diez puntos en la zona dañada.
"A la semana siguiente ya quería jugar", confiesa Franco, que ya cuenta las horas para tomar el mando del plantel de la "U", previsto para el próximo 27 de diciembre en el CDA. Lo que está claro es que sus dirigidos tendrán que pensarlo dos veces antes de quejarse de alguna lesión.
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