Histórico

El baile del caño es la nueva alternativa para conseguir un cuerpo tonificado

<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/193770.jpg " /><br /> Lo que antes se asociaba a bares lúgubres con aire viciado y luces de neón, ahora se convirtió en una rutina de ejercicios.

Hace un par de años, el programa argentino de TV Bailando por un Sueño, conducido por Marcelo Tinelli (2007), invitó a  diversas figuras de la escena trasandina a preparar coreografías alrededor de un caño, como habían visto hacer a una tonificada Demi Moore en la película Streaptease. Las argentinas se tomaron el desafío muy en serio y los televidentes quedaron un poco escandalizados. Pero se entusiasmaron también, y de a poco comenzaron a aparecer escuelas que enseñaban esta danza que mezcla seducción con acrobacias. Ya en febrero de 2008, el diario El Clarín titulaba: "De la mano de Tinelli, el 'pecado' se hizo deporte".

A mediados del año pasado, el baile sensual se instaló en Chile. No fue por un programa de TV, sino porque a Pamela Díaz se le ocurrió entrenar hasta dominar los secretos del baile del caño para presentarse en el club Passapoga ante un asombrado público. Lo repitió en la TV, cómo no. Y con éxito. Un mes después, en pleno invierno todavía, los usuarios del Metro fueron sorprendidos por la arriesgada iniciativa de la bailarina Montserrat Morilles, quien usaba los pasillos y caños del transporte público para desarrollar su baile con muy poca ropa. No duró mucho. Los guardias de seguridad y carabineros le impidieron continuar sus improvisadas presentaciones.

Sin embargo, hasta entonces, el asunto estaba relegado a ambientes nocturnos mal iluminados, con un entusiasta público masculino y harto humo de cigarro.

¿Cómo fue que el baile del caño subió de categoría y hoy es una alternativa al spinning, al yoga y al pilates? Todo partió en noviembre de 2008, cuando se inauguró en Santiago Pole Dance & Fitness, la primera escuela dedicada a impartir esta disciplina con seriedad digna de ballet clásico. Lo que aquí se entrega es una mezcla de danza con acondicionamiento físico que lo único que tiene que ver con el baile de los night clubs es el caño y las técnicas para subir y afirmarse de éste sin caer de cabeza. Según dicen, dominar sus trucos logra también aumentar la autoestima de quien lo practica.

Christian Cerpa y Laura Vásquez son bailarines profesionales, pero el año pasado dieron el salto y se fueron por tres meses a Buenos Aires a aprender los secretos del pole dance. Antes de terminar el año estaban listos para recibir entre 12 y 14 alumnas en su estudio de Santiago. Cerpa, quien fue coreógrafo de Locos por el Baile (TVN), explica que prefirieron instalarse con salas de poca capacidad, para dar clases más personalizadas y enseñar mejor los movimientos.

TREPAR EL CAÑO
Igual que en Buenos Aires, en Santiago el "pecado" del pole dance ha superado la imagen puramente sexual a la que estaba confinado. Nada diferente de lo que pasó antes en Estados Unidos, donde ya existe la World Pole Dance Federation (2003) y múltiples campeonatos internacionales de esta disciplina.

Con tantos adeptos en el mundo y un caño bien iluminado y sin público frente a nuestros ojos, resulta imposible negarse a probar. El profesor da las instrucciones, me sujeto con firmeza y de un salto, trepo. Me afirmo lo mejor que puedo con piernas y brazos. Intento soltar un brazo, luego el otro e inclinar el tronco hacia atrás. No puedo más, mis músculos no lo resisten e intento bajar del caño con la mayor dignidad y gracia posibles. Pero cuesta. Y duele también. Treparse en el caño dejó consecuencias evidentes: moretones y un agudo dolor de piernas al caminar, por lo menos la primera vez. Al esfuerzo físico hay que añadirle la belleza, porque en eso va la apuesta de Cerpa y Vásquez. "Nosotros tenemos la técnica del baile y por eso nos preocupamos de los pies, de la postura de la espalda, de cómo se mueven las manos y los brazos, a diferencia de otras academias. Para nosotros no tiene gracia subirse a la barra como mono si no se hace de forma bonita", explica el instructor.

Se supone que la destreza física y la firmeza en los músculos que se logra entrenando en torno al pole dance ayuda también a mejorar la postura y a ganar fuerza en brazos y piernas. Pero las mayores utilidades se las lleva el estado anímico. Claudia Servera (34), jefa de marketing de un gimnasio de Chicureo, llegó en enero a la escuela y ya ve cambios. "Yo estaba con depresión en diciembre. Se me olvidaban las cosas, agarraba el auto y no sabía para dónde iba. Cuando llevas ocho años casada, tienes hijos y estás en plena época de crianza, toda la sensualidad se guarda en un clóset. Esto me sirvió para sacar la naftalina que mi sensualidad tenía encima".

Otra alumna que ha hecho de esto una parte esencial de su rutina semanal es Constanza Forch (35), secretaria recepcionista. "Vengo sí o sí. Llego temprano y para mí ese día es el más entretenido de la semana. Me gusta tanto, que ahora que me voy de vacaciones a Estados Unidos, voy a comprar uno de esos caños portátiles para tenerlo en mi casa".

Para Gabriela (30), que prefirió mantener su apellido en reserva, lo gratificante está en la mezcla entre espontaneidad, sensualidad y deporte. "Bailar saca mi mejor energía para la vida. Así como otra gente va al sicólogo, para mí es mi terapia. Bailar es mi escape, mi pasión. Hay gente que le gusta pintar, a otras les gusta trotar; yo, bailo. Y en el caño encontré la mezcla perfecta de baile y fitness".

Pero no sólo las alumnas perciben estos cambios positivos. Christian Cerpa cuenta que una vez un hombre fue a buscar a su señora después de la clase y les agradeció a él y a Laura porque gracias a esta actividad, su esposa se había reencontrado con la mujer que era y que había perdido al convertirse en mamá. Ese comentario los llenó de alegría y los hizo conscientes de que el pole dance era mucho más que una actividad deportiva o una escuela de baile.

SENSUALIDAD TRANSPORTABLE
Pero las clases formales no pretenden matar al original pole dance, cuya motivación estuvo siempre centrada en seducir. ¿Podemos seguir teniendo la fantasía de convertirnos por un rato en Demi Moore? Sí, podemos. Muchas chilenas creen que es entretenido bailar al estilo boite con sus amigas o regalar a sus parejas una cuidada coreografía sexy. Sólo porque las divierte.

Hace poco más de un año, María de la Luz Aguirre formó Vertical Dance junto a Gabriela Guzmán y desde entonces arriendan caños portátiles traídos desde Canadá por $ 40 mil la noche. "Los usan amigas para sus despedidas de soltera o para cumpleaños.  Cada vez que los devolvían, muchas me decían 'me inscribiría feliz en un curso para aprender a bailar en el caño", explica la empresaria. De ahí nació su siguiente proyecto: una sala para tres a seis personas que abrirá en mayo. Lo suyo no es el fitness ni el baile profesional, sino simplemente enseñar a sus clientas coreografías básicas para pasar un rato entretenido.

Camila Fariego (34) trabaja en una empresa de servicios y es clienta de Vertical Dance. La primera vez que arrendó un caño fue para la despedida de soltera de una amiga, pero ahora lo siguen usando cuando se juntan en una casa a hacer "happy tour". "Me gusta esta idea porque no todas estamos con el switch del deporte. Yo quiero bailar en el caño porque es entretenido y sensual, porque me hace reír. Es como hacer un rico postre con una receta. Estas clases van a ser nuestra receta para una mejor performance".

Verónica Blobel (35) es docente, y su primer acercamiento con el caño fue también en una despedida de soltera. Cuando llegó a su casa, le comentó a su marido la novedad y él lo encontró tan genial, que Verónica se decidió y lo arrendó para bailarle. Claro que los resultados no fueron lo que esperaba. "¡Caí como saco de papas! Quiero hacerle algo lindo a mi marido y no quedar en vergüenza. Tengo cero gracia, por eso estoy esperando las clases", admite.

Ambas profesionales aseguran que el caño es un verdadero imán, que no hay mujer que se resista a hacer una vuelta en el tubo de acero. Pero Verónica aclara que cuando lo arrendaron por primera vez, el artefacto parecía un bicho raro. Todas lo miraban con cierto recelo. "Pero bastó que una lo tocara y después todas estaban encantadas dando giros", ríe.

Para Camila el fenómeno es absoluto. Según ella, "a todas les atrae, desde la gorda a la flaca, la con más y con menos onda y también la que se siente poco glamorosa". El efecto sobre la autoestima, dicen, es similar al de invertir en ropa interior linda y que te la celebren.

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