Gaspar Noé: "Siempre es mejor hacer una película que nunca se haya visto"
El director de Irreversible presenta el viernes Enter the void en el Festival Cine B.

En idioma quechua, la ayahuasca, droga alucinógena usada de forma curativa por pueblos indígenas del Perú, significa "soga del muerto". Describe cuando el espíritu logra salir del cuerpo sin el peligro de la muerte, como un viaje sensorial que expande los sentidos.
Hace cerca de veinte años, un joven Gaspar Noé, antes de convertirse en el cineasta más controversial de Europa, estaba obsesionado con traducir en imágenes los efectos de este tipo de alucinógenos, y por ello viajó con amigos a Pucallpa, en Perú. No se trataba de un trip de veraneantes, sino que de una experiencia que le iba a permitir hacer la película que soñaba: la visión objetiva de un tipo que se droga y lo que ve cuando se droga.
"¿Cómo iba a hacer una película sicodélica sin haber probado la droga?", recuerda hoy Noé al teléfono desde París sobre la experiencia que le permitió crear su filme Enter the void (2009), cinta que causó impacto en Cannes de ese año, al darle cuerpo a las alucinaciones de un drogadicto (Nathaniel Brown) que vive en Tokio con su hermana que trabaja en un club nocturno (Paz de la Huerta). Ahí se narra la historia casi enteramente con cámara subjetiva, incluyendo una muerte, que ocurre al comenzar el filme. La cinta será presentada por su director el 4 de noviembre en el Centro Arte Alameda, en la partida del Festival Cine B. Noé viene con el apoyo del Instituto Chileno-Francés.
"Escribí una, dos, tres, cuatro versiones", dice Noé. "Entremedio hice otras películas, y cada vez más el guión se fue enriqueciendo. Había visto Estados alterados, de Ken Russell, donde las imágenes de alucinaciones se parecen a las descritas por Carlos Castaneda en sus libros, pero eso está visto desde afuera", dice.
Las películas a las que se refiere fueron sólo dos, Sólo contra todos (1999) e Irreversible (2002), con las que impactó, generó fidelidades extremas y repulsa por igual, y se puso en la primera fila del cine más transgresor de la última década.
¿Qué era lo que se proponía con Enter the void?
Quería describir cinematográficamente las historias que la gente cuenta cuando el espíritu sale del cuerpo, ya sea en muertes accidentales o cuando estás anestesiado en un hospital. Me gustaba la idea de que la película tuviera a alguien que se muriera y saliera de su cuerpo. El libro tibetano de los muertos cuenta eso, y pensé que eso más mis influencias tomadas de otros filmes podrían construir una historia donde más de la mitad estuviese vista por los ojos de un fantasma.
¿Qué filmes lo influyeron?
La dama en el lago (1946) la vi cuando había tomado hongos, y pensé que me gustaría hacer una película con cámara subjetiva, que mostrara las ideas y visiones que tuve. Pero la película sicodélica que me marcó fue 2001, Una odisea del espacio (1968), que la vi a los 6 años con mis padres, y me gustó tanto, que cada vez que la reponían iba a verla.
Provocación
Nacido en Buenos Aires, pero radicado en París, donde ha hecho íntegramente su carrera, Noé es junto a Lars von Trier uno de los cineastas que han llevado la provocación y el shock a niveles pocas veces visto. Pero a diferencia del danés, el hijo del conocido pintor argentino Luis Felipé Noé ha buscado extremar las posibilidades del lenguaje tanto como las historias que cuenta, de manera radical y sin atisbos de concesión comercial. En Sólo contra todos -la historia de un carnicero francés desempleado, fascista y racista- se usaba un montaje caótico y la voz en off más virulenta que se tenga memoria, donde el odio y el incesto podían agobiar hasta al más duro.
En Irreversible, en tanto, narró la brutal historia de una mujer (Monica Bellucci), que es violada en un túnel de París y donde la espiral de venganza de su pareja lo destruye todo. Narrada desde el final hacia atrás, la salvaje violación de casi 10 minutos fue por lejos el mayor escándalo del Festival de Cannes 2002.
¿Le acomoda la definición de cineasta provocador?
Termina sonando como algo comercial. No sé si John Boorman, cuando hizo Deliverance, quería provocar, o Scorsese. O Buñuel, cuando hizo Un perro andaluz. El quería hacer la película que quería ver. Si hay otros que se ofenden, no es mi problema.
Entonces, ¿cómo podrías definir a tu cine?
Hacer una película toma mucho tiempo, así es que si fabricas una película que ya viste, no es divertido. Puedes dejar satisfecho a tu propio ego, pero siempre es mejor hacer algo que nunca se haya visto. Y si después otros se ofenden o no les gusta, es un problema secundario, porque primero debes satisfacer tu deseo y el de tus amigos.
A la hora de las autodefiniciones, apuesta por ésta: "Como yo he hecho pocas películas y soy medio obsesivo, diría que lo que más se acerca a una definición, es que soy maníaco-obsesivo. Hay algunos cineastas que hacen una película por año, pero a mí trabajar no me gusta tanto, entonces cuando hago una, me la tomo en serio".
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