Jimmy Butler, de vivir en las calles a estrella de la NBA

El jugador de Chicago Bulls anotó 53 puntos anoche, sumando otra exhibición en una temporada en que se está llevando todas las palmas.




La de ayer fue la mejor noche que ha vivido Jimmy Butler en la NBA. El alero anotó 53 puntos y cogió diez rebotes en el triunfo de los Chicago Bulls sobre los Philadelphia 76ers por 111-115.

Dichos números lo posicionaron como el único jugador de los Bulls que ha superado los 50 puntos y ha reboteado al menos 10 veces en un partido junto a un tal Michael Jordan. Hace justo una semana había roto otro récord del mítico 23 de los Bulls, el de 40 puntos anotados en una mitad.
"No quiero que me comparen con él porque la gente va a pensar entonces que debo hacer lo que él hizo. Lo intento, pero no estoy cerca siquiera de ser el mismo tipo de jugador", afirmó Butler.

El basquetbolista está en el cénit una carrera construida en base a mucho sudor y coraje.

Butler fue echado de la casa a los 13 años por su mamá. "No me gustan tus pintas, vete", escuchó de su progenitora según contó a ESPN. La calle pasó a ser su nuevo hogar. Cuando andaba de suerte algún amigo lo dejaba dormir en su casa o a veces encontraba alguna camioneta abandonada. Comía cuando podía La meta era subsistir y el basquet su mejor amigo. Con una pelota, unas zapatillas y un par de camisetas como únicas propiedades, Butler pasaba el día entero jugando. No podía hacer mucho más.

Precisamente jugando fue como conoció a Jordan Leslie, quien lo retó a un uno contra uno. Del desafío deportivo pasaron a una amistad entrañable. Tan intenso se volvería su vínculo que Butler terminó viviendo con los padres de Jordan y sus seis hermanos.

"Le tuve que decir a Jimmy muchas veces que este no es un amor condicional. Esto es para siempre. Podemos discutir y quizá no estemos de acuerdo, pero no hay nada en el mundo que te tiene que hacer pensar que te doy la espalda" declaró hace poco la señora Lambert, madre de Jordan Leslie.

 Arropado por su familia adoptiva, Butler se dedicó de lleno al basketball y eso se empezó a notar sobre el parquet. "De todos los chicos que alguna vez dirigí, ninguno pasó más tiempo en el gimnasio o vio más partidos conmigo", opinó Brad Ball, su entrenador del instituto Tomball High School.

Era habitual que anotara 30 0 40 puntos en lsa ligas escolares. Esos números llamaron la atención de reconocidas universidades estadounidenses como Kentucky, Clemson o Iowa State. Pero terminó por irse a Marquette por "razones académicas".

Sus comienzos no fueron fáciles, pero acostumbrado a dar pelea contracorriente, trabajo hasta hacerse un lugar en la plantilla. A pesar de no tener estadísticas exorbitantes poco a poco los veedores de la NBA comenzaron a poner atención sobre él gracias a su regularidad y despliegue físico. Cuando dejó la universidad, el número 33 de su camiseta fue retirado, gesto que lo hizo emocionarse hasta las lágrimas. ·"Siempre han dudado de mí. Mi madre, en el colegio me decían que era bajito y ahora dicen que puede que no salga en el draft. A mí me han enseñado que todo es posible y lo que más me motiva es que alguien dude de mí", confesó.

En 2011 cumplió su sueño y dio el salto a la NBA, la elite del básquetbol mundial. Sus inicios, tal como en su etapa universitaria, fueron duros. En su primera temporada promedió 8,5 minutos por partido jugado y 2.6. Nada tan terrible como vivir en la calle, pero Jimmy, ambicioso como todo buen deportista, no lo podía soportar.

Para tener más presencia se convirtió en un excelso  jugador defensivo. Si había que defender a un Kevin Durant, LeBron James o Carmelo Anthony él se hacía cargo.  Hacía el trabajo duro esperando que llegase su momento de lucir.

Poco a poco se fue ganando el respeto de la Liga, sus números mejoraban año tras año, pero él seguía queriendo más. Quería ser una estrella. Y para ello tomó una decisión radical. Sabedor de lo que cuestan las cosas, en 2014 ,mientras casi todos los jugadores disfrutaban de sus vacaciones, él arrendó una casa en su natal Houston cuyas exclusivas comodidades era una cama, una cocina y una nevera. Mandó a desinstalar el tv cable y el internet porque no quería distracciones . No se alimentó con nada que no fuera pollo o verduras por meses.

"Cuando me aburría lo único que podía hacer era ir al gimnasio. Iba tres veces al día porque no tenía nada más que hacer. Me sentaba con mis amigos en casa, nos mirábamos a la cara y nos decíamos: '¿qué vamos a hacer todo el día?", cuenta el jugador, quien también sacó los esperos retrovisores de su auto "porque no quiere mirar hacia atrás."


Al volver a las pistas todo ese entrenamiento se notó. Ya no destacaba solo como un defensor voraz y asfixiante. Había mejorado notablemente poniendo el balón en el piso. También pulió su  tiro  desde media o larga distancia y penetraba con fuerza para machacar el aro.  Sus actuaciones lo llevaron como reserva al All Star Game y fue escogido como el jugador de mayor progreso de la NBA.

Ansioso por seguir mejorando en el último verano de Norteamérica fue a hablar con Michael Jordan, la leyenda de Chicago, para pedirle consejo. Básicamente le dijo que el único camino al éxito era trabajar horas y horas en el gimnasio afinando sus movimientos. Cualquier se habría desmotivado, pero Butler salió con una sonrisa de la reunión.

Si su anterior temporada fue brillante, esta es de escándalo.  Con 23.1 puntos por partidos jugado,  5.1 rebotes y 4.2 asistencias se ha convertido en el líder de la franquicia, desplazando de esa posición a Derrick Rose y a Pau Gasol, y un serio candidato al jugador más valioso de la temporada.

Es uno de los líderes del vestuario y se hace escuchar. Le molesta cuando siente que sus compañeros y técnico no están dando lo mejor de sí. "Estamos siendo irregulares y hay que volver al camino", dijo tras una derrota en diciembre pasado. Después de eso ganaron seis juegos consecutivos.

Para la ciudad de los vientos es la gran esperanza de traer un nuevo campeonato tras la dinastía de Jordan.  Pero él sigue tranquilo. Ni la fama ni un contrato de 95 millones lo han sacado de foco. "¿Por qué lo iba a hacer ahora si no lo hizo cuando no tenía nada?", dijó recientemente. En el fondo sigue siendo el niño que no pensaba en otra cosa que no fuera jugar básquetbol.

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