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Nueva moda infantil se basa en dos fuertes tendencias y estilos

<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="http://static.latercera.cl/200907/438240.jpg " />El Crib Rock Couture, de aire rockero y rebelde, y el Espíritu Bio, en el que reina la fibra de bambú y el algodón orgánico.

Si existiera un premio a la niña mejor vestida del mundo, seguramente, se lo llevaría Suri Cruise (3 años), la hija del actor Tom Cruise con Katie Holmes. Esta pequeña de cara redonda y chasquilla cuadrada se ve siempre tan bien que, en noviembre del año pasado, la prestigiosa revista Forbes la puso a la cabeza de una lista con los 10 niños más influyentes de Hollywood, y la convirtió en ícono de lo que llamó "una nueva generación de bebés con estilo". Además, en 2008 fue escogida como la toddler (así se les llama en inglés a los niños que están en edad de empezar a caminar) más fotografiada de Estados Unidos.

Suri va de paseo a Central Park con carísimos y elegantes vestidos de Prada, Chanel o Dior. Eso, cuando no usa un traje confeccionado a la medida por algún exclusivo modisto neoyorquino, igualmente caro y elegante. No es sólo un asunto de chochera o exceso de dinero: según sus padres, que la niña se eduque en el buen gusto a la hora de vestirse, es una herramienta más para que alcance el éxito en la vida adulta. Casi como enseñarle a tomar correctamente un tenedor.

Entre los actores de estilo más relajado, de esos que de vez en cuando se dejan ver por las calles despeinados y con un pantalón suelto, la moda infantil también es un tema. No siempre visten a sus hijos con ropa de diseñador, claro, pero escogen con pinzas cada prenda para ellos. Buscan originalidad y estilo. Britney Spears, Kate Hudson y Demi Moore, por ejemplo, son fanáticas de la ropa de algodón para niños de Glamajama, marca creada por la diseñadora norteamericana Heather Nolte (que se vende on line) y también en algunas de las más importantes grandes tiendas de Estados Unidos, como Barney´s y Nordstrom. El producto estrella de esta marca son las poleras negras con mensajes de amor estampados en letras plateadas.

Por una foto de estas bien vestidas criaturas, hay medios de comunicación dispuestos a pagar unos 50 mil dólares, abultada cifra que da cuenta de cómo el look de los niños famosos despierta interés en un público que sigue a las celebridades como referencias de estilo. Por eso, el mundo del retail se ha preocupado de producir diseños similares a los que estos pequeños usan. La idea es masificar el glamour, tal como lo hacen las grandes marcas de vestuario al imitar en sus diseños a los atuendos que los famosos lucen sobre la alfombra roja.

Además, hacer vestimenta para niños es un buen negocio, porque con o sin crisis, la ropa infantil se vende: en España, este mercado genera facturas por más de 930 millones de euros anuales. Porque es inevitable que los pequeños crezcan y los pantalones les queden cortos; que las rodillas de sus jeans se raspen de tanto jugar en cuclillas; que al vestido regalón ya no le suba el cierre. Si los padres están obligados a renovar constantemente el clóset de sus retoños, ¿por qué no hacer esta ropa más fashion?

El interés que despierta este mercado es tan grande que incluso existe un evento dedicado específicamente a él: la muy concurrida Feria Internacional de la Moda Infantil y Juvenil de Valencia, cuya última versión se realizó a mediados de junio y presentó las propuestas de las marcas de vestuario infantil más importantes de Europa. Y la famosa pasarela Bread & Butter –que tras varios años de realización en Barcelona volvió a comienzos de julio a su ciudad de origen, Berlín– incluye en su programación, desde el año 2006, una muestra de moda para niños. Ahí, diseñadores europeos emergentes que usualmente trabajan con cuerpos adultos, muestran que también saben crear atuendos seductores para los hijos de sus clientes.

En ambos escenarios, las propuestas infantiles para el verano 2010 estaban cruzadas por un mismo concepto: vestir a los chicos como grandes. Así, tal cual.

¿Una niña pequeña vestida con un terno negro y una sofisticada blusa con vuelos? ¿Por qué no? Paula Cahen d´Anvers no sólo propone usar este color que se reserva casi siempre para los adultos, sino que también ha creado para sus niños vestidos escoceses similares a los que hace para sus mamás, chaquetas animal print –¿nuestras abuelas se habrían imaginado a una niña de ocho años con una polera con estampado de tigre?– y zapatillas de caña alta. Todo esto agrupado en una colección que se llama, simplemente, Teatro. Carolina Herrera vistió a las niñas de su colección invernal con chaquetas de piel y vestidos floreados igualitos a los de la tendencia neo-folk que se está viendo hace un buen tiempo en las pasarelas adultas.

Según lo presentado en la Feria de Valencia, este verano las niñas usarán pantalones pitillo, tejidos metalizados y mucho cuero, además de ropa con referencias rockeras. Este fenómeno fue bautizado por la prensa especializada como Crib Rock Couture, término que podría traducirse como "moda rockera para la cuna", y que recoge la aspiración que tienen algunos padres por dar a sus hijos un look sutilmente "malillo". Rebelde. Hay hasta piluchos con estampados alusivos, como los que en Chile ofrece la empresa de diseño Santos & Diablitos.

En forma paralela está surgiendo cada vez con más fuerza otra tendencia, que se da también en el mundo adulto: el espíritu bio. Algodón orgánico, fibras de bambú y diversos materiales biodegradables dan forma a ropa concebida con parámetros propios del desarrollo sustentable, el cuidado del entorno y el respeto por el trabajo a pequeña escala. "El algodón orgánico es un producto sustentable, a diferencia del convencional, que no sólo daña el medio ambiente, sino que, por lo general, entrega unamala calidad de vida a quienes participan en su cultivo y proceso textil posterior", explica Daniela Valdés, gestora de la tienda virtual www.purecotton.cl.

Los trapos que se suman a esta tendencia suelen ser de colores crudos (los teñidos artificiales están descartados) y diseños minimalistas, completamente alejados de los tonos colorinches o rosaditos que tradicionalmente han usado las niñitas. ¿Por qué será que los diseñadores están prefiriendo hacer modelos de adultos en tallas chicas, en vez de crear propuestas específicamente pensadas para ese grupo etario? Es probable que esta tendencia tenga su asidero en que la pubertad se está adelantando y en la fuerte irrupción de los tweens, como se les llama a los niños entre 7 y 13 años que cada día parecen más adolescentes. El auge que están experimentando las tecnologías hace que esta generación esté muy informada sobre lo que ocurre en el mundo adulto y no quiere quedar fuera de él. Se trata de hijos que presionan a sus padres para que les compren lo que ellos quieren. Y lo que desean es verse grandes, porque así se sienten.

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