Sandboard: El arte de surfear olas de arena
José Martínez y Cristian Calcagno, dos de los mejores sandboarders del mundo, analizan el pasado, presente y futuro de uno de los deportes extremos más atractivos del momento.

En pleno Norte Grande, en el corazón mismo de la ciudad de Iquique, se erige uno de los promontorios arenosos más imponentes del mundo. Con sus 350 metros de altura, al Cerro Dragón se le considera la duna urbana más elevada del planeta. Sobre la superficie de su ondulada cumbre, cuando cae la tarde, comienzan a dibujarse las siluetas de los sandboarders; peces voladores de las dunas, surfistas de olas de arena.
La imagen que proyectan al deslizarse pendiente abajo, a una velocidad media de 50 ó 60 km/h sobre una tabla -encerada y de base fórmica- parecida a la que se emplea para practicar snowboard, resulta tan espectacular como mística. "El sandboard me proporciona paz espiritual. El vínculo que se crea con el entorno mientras lo practicas es terapéutico", confiesa el chileno José Martínez, quien concluyó el año 2014 en lo más alto del ranking mundial de este deporte, en la modalidad de Big Air.
Martínez tiene 35 años y ha dedicado más de 15 a la difusión del sandboard en Chile y en el resto del mundo. En septiembre del año 2000, el deportista fundó, junto a una veintena de amantes de la disciplina radicados en Iquique, el primer club de sandboard del país. Sucedió tres años antes del inicio de su largo periplo por Europa, que habría de durar una década. En el viejo continente, el iquiqueño continuó luchando por la promoción de un deporte que, pese a ser calificado de alto riesgo, resulta mucho más popular y accesible de lo que cabría imaginar: "En el sandboard no dependes de nadie. Sólo necesitas una tabla y arena. Es siempre gratis y, a diferencia de la nieve, la arena no se derrite nunca, por lo que puedes practicarlo todo el año", explica ilusionado Martínez, campeón continental el pasado año en el certamen celebrado en la duna Toro Mata de Perú, la más alta del mundo.
Una cita en la que también participó Cristian Calcagno, pionero en el arte del sandboarding en la primera región, y a quien el propio Martínez considera abiertamente su maestro. "Empecé a hacer sandboard a los 12 años, pero no me considero un pionero sino, más bien, uno de los primeros de la segunda generación, porque hubo otros antes que yo. Yo siempre había practicado bodyboard, pero un día que no había olas, decidimos marcharnos a la duna a probar. Después nunca pudimos dejarlo", rememora Calcagno, a propósito de una afición que dura ya más de un cuarto de siglo.
Tierra de campeones
En tres modalidades fundamentales se dividen las pruebas internacionales de sandboard; Big Air (saltos con maniobras en el aire), Border Cross (carrera) y Slalom (crono con obstáculos). Hasta la fecha, tan sólo de la primera de ellas ha sido publicado el ranking mundial del pasado año, que se cerró con nada menos que seis iquiqueños dentro del top ten. "Si Iquique tiene tantos sandboarders en el top ten es porque en Iquique tenemos la mejor duna", asegura José Martínez, quien tras su regreso al país en 2013 se ha convertido en instructor y trata de costear su participación en las etapas del circuito mundial fabricando tablas de sandboard. Cualquier cosa con tal de mantenerse unido a la disciplina que da sentido a su existencia: "Para mí es difícil separar el sandboard de mi vida personal, porque yo crecí en las dunas", confiesa el dominador mundial del Big Air, que demanda mayor apoyo privado para poder seguir compitiendo dentro del circuito, y que defiende el carácter sostenible de un deporte que -vaticina- "de aquí a cinco años podría ser olímpico": "El impacto medioambiental del sandboard es mínimo. Basta con un par de horas de viento para que se regenere la duna", sostiene frente a los escépticos.
Una opinión que suscribe su compañero Cristian Calcagno, quien lamenta la "poca cultura deportiva que hay en Chile más allá del fútbol". El deportista iquiqueño, ingeniero en prevención de riesgos y número siete del circuito planetario, valora, sin embargo, el gran crecimiento experimentado por el sandboard dentro de nuestras fronteras: "En sólo un año la afición creció de forma espectacular. Sólo en Iquique había practicando 100 personas más que en el año anterior", revela el sandboarder, quien asegura que no dejará de surcar las dunas mientras su cuerpo aguante.
Además del Cerro Dragón, declarado Santuario de la Naturaleza, Chile cuenta con algunos de los mejores escenarios del mundo para la práctica de una actividad que se sigue desarrollando. Y es que en Arica, Antofagasta, Copiapó, La Serena, el Valle de la Muerte, Concón o Viña del Mar, también saben que es posible surfear olas de arena.
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