Austeridad y Convención

SEÑOR DIRECTOR
Hoy se da inicio al trabajo de la Convención Constituyente y los esfuerzos en materia de probidad y transparencia se centran, a la fecha, en temas como el lobby, gestión de intereses y participación ciudadana, entre otros. Nadie podría estar en contra de ello, pues todos queremos un proceso constituyente transparente y participativo. Sin embargo, otro valor, igualmente importante, está ausente de la discusión: la austeridad.
La invitación es, pues, a rescatar el valor de la austeridad, especialmente en la vida pública. Célebre es la frase del Presidente Jorge Alessandri: “… A la vida pública se va a servir y no a buscar honores, ni mucho menos beneficios personales”, reforzando así que el ejercicio de las funciones públicas debe caracterizarse, bajo toda circunstancia, por la austeridad.
En el plano político, la austeridad constituye una norma de buen gobierno, como debe ser el comportamiento de un buen padre de familia. Por ello, la austeridad tiene que venir necesariamente de la política, porque son nuestros representantes los que tienen el deber de dar el ejemplo. Lo mismo cabe esperar de nuestros convencionales.
La austeridad como valor republicano, que hizo grande a nuestro país, tiene un profundo sentido moral. El funcionario político -cualquiera sea la calidad que tenga o cargo que desempeñe-está llamado a ser un administrador de recursos que son de todos los chilenos. Su estándar de cuidado debe ser mayor que el de gestionar su propio patrimonio personal y debe dar testimonio a quienes se sientan inclinados a ser dispendiosos o descuidados con los recursos ajenos.
Contrasta con este principio el reciente llamado de un grupo de convencionales de “Vocería de los Pueblos” y “Apruebo Dignidad”, para aumentar el presupuesto de la Convención con el objeto de contar con mayor número de asesores, entre otras necesidades, olvidando que su función es la de redactar una nueva Constitución. Por importante que sea el desafío constituyente, convengamos en que se puede alcanzar perfectamente en un marco de austeridad.
“La austeridad es una de las grandes virtudes de un pueblo inteligente”, repetía Solón, el gran poeta y legislador griego. ¿Nos sorprenderán los convencionales con su ejemplo?
Francisco Orrego B.
Abogado
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