Columna de Daniel Loewe: Los whatsapp de Giges
¿Qué superpoder preferiría? Es una pregunta importante en el universo de los superhéroes. Corrientemente la invisibilidad está entre los finalistas. El tema se engarza en una gran tradición, como los superhéroes mismos. En la República de Platón, Glaucón, haciendo de abogado del diablo de la injusticia, relata el mito de Giges: un pastor que encontró un anillo que, al girarlo, lo invisibilizaba a voluntad. Así, haciendo uso de su poder, mató al rey, sedujo a la reina, y se apoderó del trono. La invisibilidad le garantizó impunidad, es decir, poder ser injusto sin parecerlo. La tesis que defiende Glaucón es que la injusticia es más útil que la justicia, de modo que, con este anillo, todos escogeríamos la injusticia: “nadie es justo de buen grado, sino por necesidad”, remata.
¿Será así? Indudablemente la invisibilidad ofrece ventajas a quienes les importan sus metas más que la corrección ética de los medios para lograrlas. Con otras palabras: la impunidad nos permite convertirnos en polizontes de los esfuerzos cooperativos de los demás, parásitos que engordan a costa de los otros. Y este es exactamente el asunto con la corrupción: moviéndose en el submundo de la invisibilidad, los aprovechadores obtienen su beneficio a costa de los demás. El caso Audio es un claro ejemplo. La impunidad otorgada por un anillo de conexiones que parecen correr y conectarse como las raíces de los árboles ocultas al simple observador, permitía alcanzar las metas mediante favores y contrafavores, whatsapp que van y vienen, que no habrían resistido la luz de lo público. Claramente esto no es privativo de los todopoderosos, como dice el Presidente, sino común en todos los círculos según las posibilidades de cada cual: el pituto, la pasada, etcétera, son sus expresiones habituales. Pero que haya llegado hasta la Corte Suprema es muy desalentador. A la tan alicaída confianza interpersonal que hoy apenas nos permite mirarnos a los ojos, se suma una horadación dramática de la confianza institucional, aquella que posibilita que vivamos juntos de un modo medianamente civilizado.
¿Qué podemos hacer? Las respuestas son, evidentemente, institucionales. Pero no se puede tener un carabinero junto a cada ciudadano. En definitiva, no se puede obviar la pregunta por el carácter ético. Y yo creo que en eso estamos muy al debe en este país. Se ha dicho que toda la filosofía es una nota al pie de Platón. Aunque claro, no hay que entenderlo de modo literal (a menudo está al nivel del señor de los anillos). En su respuesta a Glaucón, Sócrates sostenía que el desorden del alma del injusto es una mala vida. De modo similar, Freddy en Shazam se decanta por volar, porque “esa es la cosa de la invisibilidad: acabas siempre solo”. Dudo que esas respuestas sean correctas, pero quizás sirven de consuelo.
Por Daniel Loewe, académico de la Fac. de Artes Liberales, U. Adolfo Ibáñez