Opinión

Columna de Jorge Ramírez R.: ¿La esperanza le ganó al miedo?

Foto: Referencial David von Blohn

¡La esperanza le ganó al miedo! Gracias”. Con esta frase estridente, en medio de la algarabía de una Alameda colmada de gente, cerraba su alocución la noche del 20 de diciembre de 2022 el por ese entonces presidente electo Gabriel Boric. Ya transcurridos diez meses del arribo del Presidente al Palacio de La Moneda, vale preguntarse: ¿ha pasado a ser la esperanza un sentimiento predominante en la sociedad chilena? Los datos parecen reflejar un escenario totalmente contrario, en Chile no prima la esperanza; campea la desesperanza.

De acuerdo a cifras recientemente publicadas por la encuesta del Centro de Estudios Públicos, un 35% de los encuestados declara que el país está en decadencia, la mayor cifra registrada en la serie histórica de este estudio. Adicionalmente, solo un 5% de los encuestados considera que su situación económica personal es buena o muy buena. Para encontrar un registro de esa magnitud, debemos remontarnos a la medición de la encuesta CEP del año 1998, en plena crisis asiática, la que afectó con ensañamiento a nuestro país. Pero volviendo a la actualidad, la mirada de futuro también es sombría, un 49% menciona que la situación económica del país empeorará, nuevamente, la cifra más alta desde que se tenga registros en esta medición.

Por otro lado, el ascenso de una nueva generación política a posiciones de gobierno no logró inyectar renovadas esperanzas en la política. Un 64% de los encuestados en la medición del CEP señala que la situación política es mala o muy mala y esa desafección inclusive se proyecta hacia la valoración de la democracia: un 25% menciona, con cierto desparpajo, que da lo mismo un régimen democrático a uno autoritario.

¿Cómo se ha llegado a este extremo, en el cual, uno de cada cuatro encuestados por el CEP no descarta abrirse a la opción de una suerte de autócrata benevolente?

El deterioro de la situación de orden y seguridad pública, provocada en parte por la precaria gestión de gobierno en la materia, ha ido transformando al control de la delincuencia en una demanda extremadamente prioritaria, pero insatisfecha. De acuerdo a las mismas cifras del CEP, el principal problema -con un 60% de las menciones- al que debiera dedicar el mayor esfuerzo el gobierno es al control de la delincuencia, no sorprende que se sitúe en el primer lugar del ranking de prioridades, pero sí llama la atención la magnitud con que lo hace. Curiosamente, en la historia de esta pregunta, solo se había llegado a niveles cercanos al 60% durante los años 2007 y 2015, correspondientes al primer y segundo gobierno de la ex Presidenta Bachelet, respectivamente.

¿Serán estos datos acaso una señal de que el manejo de la delincuencia ha conflictuado a todas las administraciones más identificadas con la izquierda de nuestra historia reciente? La izquierda en Chile ha tenido complejos atávicos con el control de la seguridad y el orden público, pero lamentablemente, en la actualidad el costo de ese complejo se está traduciendo en la generación de un caldo de cultivo que conjuga desesperanza, miedo e insatisfacción, abriéndose así un pasillo estrecho entre el clamor por orden y mayor ejercicio del principio de autoridad y la legitimación del autoritarismo, entre una mirada crítica hacia la democracia y la prescindencia de ella. Un panorama, a todas luces, poco esperanzador.

La esperanza le ganó al miedo… ¿Hábil juego retórico? ¿O simplemente el fracaso de una ilusión?

Por Jorge Ramírez, Libertad y Desarrollo

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