Columna de Martín Andrade: Inversión pública en ciudades, ¿desemparejando la cancha?

Coyhaique, capital de la Región de Aysén. Foto: Coyhaique.cl
Coyhaique, capital de la Región de Aysén. Foto: Coyhaique.cl


Si a una ciudad le faltan escuelas, centros de salud o supermercados, y esos servicios se instalan en sectores que ya cuentan con esta oferta en vez de hacerlo donde más se necesita, ¿cuál es el efecto sobre la ciudad?.

Por supuesto que siempre será positivo que los habitantes de una ciudad tengan una mayor disponibilidad de opciones para responder a sus necesidades, pero cuando esa distribución de servicios, infraestructura o proyectos urbanos es demasiado desigual en los distintos territorios, sin duda tenemos un problema.

La Cámara Chilena de la Construcción acaba de dar a conocer su último Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU 2022), que analizó 99 comunas en relación con la vivienda y su entorno, salud y medioambiente, sus condiciones socioculturales y laborales, conectividad, movilidad, y ambiente de negocios. Más allá de algunos cambios puntuales de territorios que van mejorando con el paso del tiempo, la mirada macro nos muestra que el 63% de las comunas analizadas mantienen niveles de calidad de vida urbana considerados como bajo o medio-bajo. Si nos quedamos solo en el tramo inferior de esta medición, vemos que cuatro millones de personas siguen viviendo en zonas con una baja calidad de vida urbana.

Lo valioso de este estudio es la existencia de un instrumento que permita mantener una mirada global, pues, como dice la centenaria reflexión del científico William Thompson Kelvin sobre la imposibilidad de mejorar lo que no se mide, siempre será relevante saber en qué pie se está para elaborar estrategias eficientes que permitan cambiar lo que se quiera modificar.

Es lo que en Corporación Ciudades llamamos “cambiar el mapa” de la desigualdad territorial, o, ya que recordamos frases célebres, “emparejar la cancha”. Y lo que observamos es que esta meta no ha logrado grandes cambios con el paso de los años, pese a los numerosos diagnósticos.

Hace algunas semanas, y a modo de piloto, desde Corporación Ciudades analizamos la situación de Iquique-Alto Hospicio, La Serena-Coquimbo, Valdivia, Coyhaique y Punta Arenas, para cruzar información relacionada a la inversión pública en esas ciudades. Ello nos permitió darnos cuenta de que en estas urbes, apenas el 12% de las inversiones urbanas informadas por entidades públicas en el Banco Integrado de Proyectos -que depende del Ministerio de Desarrollo Social- están localizadas en barrios con mayores requerimientos de infraestructura pública o mejoramiento urbano, sectores en los que además habita la mayor parte de la población de esas ciudades. En otras palabras, lejos de cambiar el mapa, lo que están haciendo las inversiones públicas es profundizar las inequidades urbanas.

El desarrollo de infraestructura tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas que residen o trabajan en los distintos barrios, y quizás hoy sea el momento de generar “observatorios de inversión urbana”, que crucen diagnósticos, estudios, datos y las opiniones de las propias comunidades, para que los distintos proyectos se emplacen prioritariamente en los territorios más carentes. La experiencia de los “acuerdos de ciudad” en Punta Arenas, Coyhaique e Iquique-Alto Hospicio, o el trabajo científico-técnico iniciado por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (el muy reconocido MIT) a través de un laboratorio de ciudad en el Gran Concepción, son nuevas formas de abordar viejos dolores urbanos. Las herramientas para medir existen, los diagnósticos ya están. Debemos cruzar esos diagnósticos de las zonas prioritarias con la inversión en ellas, para así acercarnos más a “emparejar la cancha”, de una vez por todas, en nuestras ciudades.

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