Columna de Nicolás Grau y Maisa Rojas: Una economía para enfrentar la crisis climática

ERNC


La crisis climática es el desafío más importante de la humanidad. Abordarla de forma satisfactoria es condición habilitante para desarrollarnos como país. Persisten en Chile una serie de desafíos: pobreza, desigualdades, estancamiento productivo de más de una década, derechos sociales parcialmente garantizados y una dificultad estructural para generar empleos de calidad. Para abordarlos, nuestra convicción y compromiso es que darle bienestar a la población va de la mano con que la perspectiva ecológica esté en el centro de la estrategia.

Por eso hablamos de “Transición Socioecológica Justa”. Este es un proceso a través del cual promoveremos que la sociedad chilena se transforme desde un modelo vulnerable a la crisis ecológica, altamente desigual, con bajas tasas de innovación, agregación de valor y diversificación productiva; hacia una sociedad resiliente, equitativa, con sectores productivos innovadores y sustentables, que genera trabajo decente, maximiza el bienestar de la población y reestablece el equilibrio ecológico del territorio. Es decir, que Chile transite hacia un escenario en que el desarrollo sea realmente sustentable y en que la justicia social sean una prioridad fundamental.

No partimos de cero en la tarea. Chile ha tenido un encomiable tránsito hacia las energías renovables no convencionales y tiene consensuada una ambiciosa estrategia climática de largo plazo (ECLP), consagrada como obligatoria en la recientemente promulgada Ley Marco de Cambio Climático. En ella, se definen metas climáticas de mitigación y adaptación, así como un presupuesto nacional de emisiones de gases de efecto invernadero que debemos cumplir.

Para lograr las impostergables metas de la ECLP, será necesaria mucha inversión e innovación. No hay otra forma de hacer esta transformación productiva a la velocidad comprometida en la ECLP. Así, hacernos cargo de los desafíos ecológicos de este siglo será también el motor principal de nuestro dinamismo económico y recuperación productiva. Chile tiene grandes ventajas para que así sea, pero también desafíos para no cometer los mismos errores del pasado. Ejemplo de ello es el hidrógeno verde. Su desarrollo es una oportunidad económica para nuestro país y una herramienta para contribuir en los esfuerzos de mitigación. Pero para que sea así, debe ser impulsada con los más altos estándares ambientales que garanticen una mirada de largo plazo.

Son muchos los aspectos en los que estamos trabajando para lograr este objetivo. Particularmente, necesitamos fortalecer nuestra institucionalidad de evaluación de proyectos, para que proteja de forma efectiva el medio ambiente, los plazos sean razonables y predecibles, exista certezas para las partes, las comunidades tengan una participación temprana -reduciendo la posibilidad de juicios en el futuro- y podamos avanzar con especial fuerza y rapidez en la inversión que favorece la carbono neutralidad. Vivimos años decisivos. No hay tiempo que perder.

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