Opinión

Columna de Paula Escobar: Turbulencias

Los autogoles. Los ganadores y los perdedores. Los que suben y bajan. Estos días han sido abundantes en análisis y críticas de ese tenor acerca de los nuevos elencos debutantes en La Moneda. Las “turbulencias”, dijo el Presidente Boric, en reunión autocrítica con sus ministros. Pero -sin minimizarlos- los problemas de Chile hoy exceden las meras equivocaciones del gobierno en rodaje (errores y no horrores, hasta ahora). Los autogoles de la tripulación son un factor, claro está, pero las condiciones externas del vuelo son de una complejidad no vista en 30 años.

Partamos: la Convención parece estar arrastrando al Presidente consigo en su baja en la adhesión. Encuesta tras encuesta revelan lo mismo: desafección o indecisión de algunas personas que antes votaron Apruebo. La baja de la “esperanza” en la CC -de 14 puntos- en el último estudio de Espacio Público es un dato insoslayable. Y cuando algunos convencionales argumentan que se debe a las conspiraciones del Rechazo, basta ver el show hostil de esta semana de miembros de la Comisión de Medio Ambiente, funando -y en sede republicana- a quienes no les aceptaron sus propuestas, clamando “traición” a quienes disienten.

Ceguera peligrosa para la CC y, por cierto, para Boric.

En segundo lugar, la más riesgosa turbulencia externa es la pésima situación económica global y nacional. La baja proyección del crecimiento para Chile del FMI (1,5% este año y sólo 0,5% para el próximo). Y, lo más grave: 10% de inflación proyectada anual, aumento del precio de la vida que golpea ya mismo a los bolsillos de cada persona, en cosas básicas como pan y aceite. Sumemos la violencia en el sur, que no ceja, y en los colegios, los barrios. A este panorama turbulento se sumó esta semana el sinceramiento de la insuficiente cantidad de votos duros del gobierno en la Cámara, lo que redundó en su derrota del proyecto acotado de retiro de fondos de pensiones, aun cuando sí se logró parar el quinto retiro completo, que hubiera sido catastrófico en su efecto en la inflación y, por ende, en el programa de gobierno.

¿Qué puede hacer el piloto de una nave con tanta turbulencia afuera y adentro? Primero, mirar la realidad tal como es, sin voluntarismo alguno. Y adecuar el mapa y el plan de vuelo a esa realidad; ver a dónde puede realmente llegar, para no arriesgarse a no llegar a ninguna parte. Para ello, el Mandatario debe analizar con crudeza con qué tripulación realmente cuenta (¿quiénes son los suyos?) y cuál necesita sumar. Las dos coaliciones de gobierno no están funcionando como se requiere, qué duda cabe. Las críticas del Socialismo Democrático de no ser tomados en cuenta como iguales, o ser tratados como socios Clase B, deben atenderse en serio, no para hacerles un favor, sino para, simple y llanamente, poder gobernar. Mismo análisis con la DC (sus ocho diputados y cinco senadores sí pesan) y otros conglomerados fuera del gobierno, sin cuyos votos no podrán sacar adelante programa alguno. Seguirán girando sin agenda, apagando incendios, pero construyendo poco.

Y también debe sincerar(se) con quiénes no cuenta en esta aventura. El factor “Jadue” es un ruido que no solo no cesa. Lo que al principio se pensó que era un duelo mal procesado (un largo “jaduelo”), parece constituir una estrategia política de diferenciación y de demolición persistente, una que distrae al gobierno, le abre permanentes flancos y lo debilita.

“El programa ya no tiene viabilidad política”, se permitió decir esta semana. El capitán de la nave debe entender -mejor que nadie- la diferencia entre el disidente y el adversario. Y ajustar el vuelo para subir a mayor altura y llegar a un destino que haga sentido mayoritario y de modo urgente. Buena señal esta semana fue acelerar la reforma a pensiones, piedra angular de lo que este gobierno debe lograr sacar adelante. Solo eso, además, podrá parar la pulsión por los retiros, que no es otra cosa que ir desmontando de a poco el avión para que al final no llegue a ninguna parte.

Además del Presidente, cada partido -sea de oposición o de gobierno- debe entender qué está en juego en esta encrucijada fundamental, y asumir que, simplemente, no se resiste más irresponsabilidad de la clase política. Porque la derrota legislativa del gobierno de esta semana (¿victoria/derrota?) puede seguir mirándose en modo “reality”, como dijo el ministro Mario Marcel. Pero es una mirada corta y hasta ingenua. Que nadie se gane a engaño: si el avión zozobra, no habrá ganadores ni botín a repartir. Y habremos sepultado una oportunidad única de construir ahora ya las bases de un Estado de bienestar que provea derechos sociales robustos, que nos igualen en lo esencial.

O nos salvamos juntos o nos hundimos todos. Lo que es válido para el cambio climático, lo es también para el momento que vivimos.

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