Columna de Rodrigo Guendelman: Una obra maestra en el sur de Chile



“Mejor que Coca Cola, mejor que Orange Cruch (sic), mejor que el Antumalal, y hay que ver que es difícil, mejor que el Mejoral”, se puede leer en una obra de arte realizada por el artista Gerardo Gibian, la única de tipo abstracto que hay en las paredes del hotel Antumalal, cuyo nombre significa en mapudungún “Corral de Sol”.

Escribo de este lugar, este hotel, esta obra de arquitectura excepcional, este hito de la relación entre una construcción y su entorno paisajístico, por varias razones. Porque hace años que voy en febrero al Lago Villarrica y ahí está, a tres kilómetros de Pucón, el hotel que diseñaron y desarrollaron dos arquitectos fundamentales en la historia moderna de Chile, Jorge Elton y Miguel Eyquem, y cuyo constructor y visionario dueño, Guillermo Pollak, fue igual de importante en la génesis y resultado del proyecto. Porque paseando en kayak por el lago hace unos días con mi hijo de once años, pudimos apreciarlo de frente durante largo rato y desafié a este inquieto muchacho a “construir” el Antumalal en Minecraft, ese juego digital que permite levantar tu propio mundo y del cual mi hijo es un verdadero devoto. Y hablando de devoción, porque cada año, hace casi una década, peregrino al Antumalal, con permiso de su dueña, a fotografiarlo durante algunas horas. Esta vez la visita fue con mi hijo, quien consideró muy necesario conocer el hotel en persona para poder llevarlo de la manera más fidedigna posible a su querido juego de bloques, ese que causa furor en mundoniñosniños y preadolescentes de todo el planeta.

Escribo del Antumalal porque es una obra que fue construida en 1950, con todas las inmensas dificultades que significaba desarrollar un proyecto en el sur del país y en un terreno muy desafiante por lo escarpado. Por ejemplo, utilizar los vidrios más grandes que existían en esa época en Chile y que implicaban traslado por tierra (literalmente, por caminos de tierra) y por barco; por decidir que el material para construir fuera el hormigón, algo inédito en la zona; y porque el proyecto implicaba no afectar ningún árbol (“Instalación en un lugar nativo sin tocarlo” es el título del capítulo que dedica Miguel Eyquem al Antumalal en su libro “El proyecto de la obra: de la gravedad a la levedad”). Sigo con más argumentos, aunque basta una visita a este lugar para caer rendido de forma inmediata, pues la hija de los fundadores, Rony Pollak, lo mantiene en perfecto estado.

Escribo del Antumalal porque la forma en que se logró su financiamiento es notable. Cuando Guillermo Pollak y su señora, Catalina Rindler, ambos inmigrantes checoslovacos, recibieron la visita del presidente Gabriel González Videla en el pequeño salón de té que habían construido en el mismo terreno, “vi cómo le gustaba el lugar y aproveché para decirle que iba a construir un excelente hotel y le aseguré que si me prestaba el dinero lo haría más pronto y que sería un orgullo para Chile porque traspasaría fronteras. Le gustó mi forma de hablar y gracias a su intervención me entregaron un préstamo Corfo por tres millones de pesos de la época”, recordaba hace algunos años el empresario turístico Guillermo Pollack en un reportaje de la revista de la AOA (número 26, diciembre de 2006). Guillermo, más conocido como Willy, ya había levantado junto a Catalina el Hotel Playa Pucón, arrasado por un incendio, y el refugio del club Andino, devastado por una erupción del volcán Villarrica. De ahí su decisión por usar el hormigón para su tercer y definitivo proyecto.

Pero hay más, muchas más razones para admirar esta obra, una de las más extraordinarias de nuestro país. Por ejemplo, el diseño. Todo el mobiliario del hotel fue desarrollado por Willy Pollak, con cueros, cuerdas y troncos de árboles caídos. Y lo espectacular es que esas sillas, mesas, bancas, la recepción, el bar, varias lámparas, sillones curvos y hasta el revestimiento de las paredes del restoránpre, todo permanece intacto y funcional 74 años después. El ultimo argumento podría considerarse farandulero, pero de esa farándula de revista internacional: en el Hotel Antumalal se hospedó la reina Isabel II del Reino Unido y el príncipe Felipe de Edimburgo, el actor James Stewart, el astronauta Neil Armstrong, la actriz Emma Thompson y el ex senador de Estados Unidos, Barry Goldwater, entre muchos otros miembros de la realeza y de las altas esferas del poder, el cine y la literatura. “Para mi gusto es el hotel más especial de Chile y donde siempre me he sentido bienvenido como en casa”, dice en su cuenta de Instagram el gran fotógrafo Guy Wenborne, que algo sabe de arquitectura, paisaje y naturaleza. Ya sea para una comida, para hospedarse o para pasear en kayak por su frontis, al Antumalal hay que ir (al menos) una vez en la vida.

Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto en Radio Duna.

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