Columna de Pablo Marquet y Laura Lungenstrass: COP15, una nueva oportunidad para proteger la biodiversidad

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Desde 1970 el mundo ha perdido un 68% de su vida silvestre, se ha degradado el 40% de los océanos, tres cuartas partes de la tierra y 1 millón de especies animales y vegetales se encuentran en peligro de extinción, principalmente a causa de las actividades humanas.

Hace 30 años, en la Cumbre de la Tierra o Río 1992, se genera un Convenio para la Diversidad Biológica (CBD por sus siglas en inglés), cuyas partes reunidas en Japón el 2010 (COP10) instan a los países a adoptar metas más exigentes para revertir la acelerada pérdida y degradación de la biodiversidad. En dicha oportunidad se establecieron las “Metas de Aichi”, las que constaban de 20 objetivos que se debían cumplir en un lapso de 10 años. No obstante, ninguna meta se cumplió en su totalidad; de allí el nombre de “la década perdida para la naturaleza”.

Este año, la nueva reunión de las partes en la COP15 de Biodiversidad en Montreal, tenía como objetivo revertir esta inacción y establecer nuevas metas con el objeto de lograr un nuevo acuerdo: el Marco Mundial de la Diversidad Biológica Post-2020, el cual, aunque no es vinculante legalmente, pretende detener y revertir la pérdida de biodiversidad para 2030, con miras a vivir en armonía con la naturaleza para el año 2050.

Tras dos semanas de negociaciones, el Marco incluyó 23 objetivos que abordan temáticas como la pérdida de biodiversidad, reducción de subsidios dañinos para la naturaleza, consideración de pueblos indígenas, género y participación de la sociedad civil. Así, en tiempo récord y no exento de controversias, el acuerdo fue aprobado la madrugada del lunes 19.

Entre los principales logros de la COP15 está establecer nuevas metas cuantificables, aspecto esencial para medir y monitorear el progreso de las naciones, que fue uno de los principales problemas para alcanzar las Metas de Aichi. De estas, destacan el acuerdo para proteger y manejar en forma efectiva el 30% de las áreas terrestres y marinas para 2030 (Meta 30x30) y de restaurar el mismo porcentaje de ecosistemas terrestres y marinos costeros.

En términos de financiamiento, hubo avances a destacar. Se acordaron distintos fondos anuales a iniciativas de conservación por parte de países desarrollados para países en desarrollo, lo que dobla el financiamiento actual, pero aún es insuficiente. Asimismo, se acordó reducir las subvenciones que dañen la naturaleza en al menos US$ 500.000 millones anuales para 2030, valorable pero mínimo comparado a los US$ 1,8 trillones anuales que se destinan a este tipo de subvenciones.

Los desafíos son grandes, la histórica falta de voluntad y acciones concretas de los países, y la ausencia formal de EE. UU., que no ha ratificado el tratado, no es auspiciosa. Sin embargo, este acuerdo refleja claramente gran parte de lo que se esperaba alcanzar: un acuerdo que mostrara ambición y que proveyera de un marco para avanzar en protección, restauración y regulación de las actividades que tienen impactos negativos sobre la biodiversidad con una mira sistémica. Para cumplirlo, se requerirá de una acción concertada entre ministerios, universidades, entidades públicas, privadas y la ciudadanía.

En cuanto a Chile, se espera que el Marco Post 2020 ayude a complementar y profundizar medidas existentes y potencie nuevas acciones, sobre todo en la protección y restauración de ecosistemas mediterráneos y costeros. Es imperativo que nuestra vida en sociedad reconozca su sustento en la biodiversidad, en ese contexto la implementación del Marco es fundamental.

Así como lo es también una legislación que fortalezca la institucionalidad ambiental en Chile, por lo que, luego de este acuerdo, urge aprobar la ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas. Muchos creemos que el Marco Post 2020 puede ser nuestra última oportunidad para enmendar el camino hacia una sociedad más justa y consciente de ser parte y dependiente de la biodiversidad. Tenemos que estar a la altura del desafío.

Por Pablo Marquet y Laura Lungenstrass, Centro de Cambio Global UC

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