Deuda con la niñez

SEÑOR DIRECTOR
Este domingo muchas familias celebramos un nuevo Día del Niño, y no puedo no pensar en mis hijas, mi hijo, sobrinas y en tantos otros niños y niñas que conozco, que he visto crecer y aprendido de ellos. Pero qué difícil es celebrar después de conocer el caso de Ámbar, la niña de 16 años que fue asesinada. O cuando recordamos la muerte de Lissette Villa, de 11 años, en un centro del Sename. Seguramente, cada vez que veíamos las noticias, muchas personas pensaron en sus hijas, hermanas, sobrinas, vecinas. Pensaron que podrían haber sido ellas. O quizás lo vieron como algo muy lejano, un problema ajeno que no nos tocará vivir nunca. El caso es que ninguna de ellas -y tantos otros- podrán celebrar este domingo porque ni como Estado ni como sociedad fuimos capaces de protegerlas.
Sobre el Sename, sobre el sistema en general y sus fallas, se ha hablado mucho. Sobre las posibles soluciones también. Llevamos años debatiendo qué hacer y, sin embargo, estoy convencida de que la conclusión siempre es la misma: el día en que tengamos un sistema de protección en el que confiemos, al que no se acudirá con miedo sino convencidos de que allí se podrá prevenir o reparar realmente las vulneraciones de derecho de los niños y niñas, será el día que realmente ganemos esta batalla. Cuando deje de ser un servicio para los “niños vulnerables”, donde se llega por desesperación, y se convierta en uno que cumpla con todos los estándares necesarios para proteger a la niñez, sin importar de donde vengan.
Hoy, en la misma semana que reafirmamos con dolor que los niños y niñas siguen desprotegidos en nuestro país, debemos “celebrar” que Chile cumplió 30 años de adherencia a la Convención de Derechos del Niño, donde nos comprometimos a protegerlos. El mismo año también en que hemos sido incapaces de convertir en ley el proyecto que reemplaza al Sename o aprobar la ley de garantías, una medida clave para proteger integralmente a la niñez.
No es fácil, lo sabemos, y ninguna de estas medidas transformarán por sí solas el actual sistema o harán desaparecer en su totalidad las falencias sistémicas que hoy vivimos, pero serían un buen punto de partida para terminar con las deudas con la niñez y para que, algún día, podamos realmente celebrar este día. Sin que falte ningún niño, ni ninguna niña.
Magdalena Valdés
Directora ejecutiva América Solidaria Chile
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