El discurso de no odio, odia y mata
Ayer, en la Universidad de Utah Valley en Orem fue brutalmente asesinado Charlie Kirk, un activista conservador cristiano, quien sólo exponía y defendía con claridad y asertividad sus ideas. Fue “eliminado” por una ideología intolerante que odia la tradición y el cristianismo. Se consideran los “progresistas” y un conservador inteligente que ayude a hacer pensar a otros, es lejos lo más peligroso.
Kirk fue muerto por la misma razón que Jaime Guzmán: trasmitir ideas conservadoras reales, para algunos “indeseables”, y mostrar la falta de racionalidad de las ideologías imperantes. Ambos eran altamente inteligentes y extremadamente buenos comunicadores. Eran un doble peligro, ya que encantaban a la juventud y es ahí en las mentes dúctiles donde la ideología, el reemplazo de la verdad, busca permear.
Es un hecho que el mundo contemporáneo decidió renunciar a la verdad y a la racionalidad, por lo que la voz de Kirk era al menos, incomoda. Fue acusado de “discurso de odio”, aunque nunca fue así. Se le imputó racismo, misoginia y se usó toda la batería del “neomarxismo woke” contra él. Pero su argumentación racional era infalible y dejaba en evidencia la falta de sustento racional de los supuestos argumentos de sus contrincantes. Los jóvenes lo amaban porque los hacía pensar. Incluso aquellos que lo atacaban y debatían con él, no les quedaba más que reconocer que de algún modo y en más de algo, Kirk tenía razón. Sin duda sus acciones implicaron conversos al conservadurismo y al cristianismo.
Kirk era un profeta de la vieja guardia y, por tanto, un peligro para la “religión de sustitución”. Un mundo que rechaza la verdad relativiza el bien, y como niegan la realidad, necesitan crear relatos inventados para levantar pasiones. La adherencia a la “nueva religión se sustitución” es pasional, no racional y frente a la falta de argumentos acusan ataques y se victimizan. Kirk llamaba a definir y a pensar en un mundo que, negando la realidad, ha perdido la cordura.
Lo “políticamente correcto” es un modo social de “censura” que busca silenciar y erradicar las ideas diferentes. En nombre del supuesto respeto a la diversidad, se busca colectivizar, crear variantes de un mismo individuo en el pensar y erradicar toda diferencia. Este mundo irracional odia lo conservador y acusando a todo lo que no les gusta de “neonazi”, “fascista” y otros apelativos lograron un “consenso social irracional” en el supuesto que para que haya real inclusión, ciertas ideas debían ser excluidas. Esas ideas no podían ser defendidas, ni expresadas, porque implicaban “discurso de odio”, y se acabó con la libertad de pensamiento y de cátedra en las universidades. Se terminó con el debate racional -que es una de las actividades más excitantes del ser humano-, se negó la libertad, la real diversidad y la racionalidad por un supuesto bien mayor, la paz inclusiva.
Pero la realidad, hoy, muestra que quienes supuestamente “amaban” y, por tanto, “censuraban por amor” para lograr un mundo mejor, solo odiaban. Odiaban tanto que siempre han buscado silenciar a quienes no piensan como ellos. Los califican de “no pueblo” y ellos como los defensores del “pueblo” son los salvadores. El asesino de Kirk, igual que los asesinos de Guzmán, sienten que salvaron el mundo; sienten y solo sienten que tienen “una moral superior” que les permite y les obliga a hacer lo que por naturaleza está prohibido para otros. Son ellos los verdaderos fascistas, son altamente intolerantes y criminales asesinos. No sólo quien apretó el gatillo ayer en Utah es el culpable, también lo son quienes han levantado una “nueva falsa moral” de lo “políticamente correcto” y de la idea de los “discursos de odio”. En nombre de la diversidad, quieren anular a quien piensa distinto, y en nombre de la supuesta tolerancia, excluyen a todo quien no profesa su “falsa religión”. Definen las ideas que no se pueden pensar y menos decir, y son la Nueva inquisición que va en contra de los herejes. En nombre del supuesto no odio, odian y ejecutan.
Kirk, cual Guzmán son mártires de la verdad y la racionalidad. Es hora de terminar con el atentado a la racionalidad y la libertad de expresión. Las universidades deben volver a ser universales, a buscar la verdad y a aceptar los más altos debates de racionalidad. Asesinatos en la universidad para matar la racionalidad es un contrasentido y el más alto ejemplo del odio real que mata.
Por Magdalena Merbilháa, historiadora y periodista
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