Opinión

El misterio de las encuestas

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Una cosa queda clara con las encuestas presidenciales que se publican semana a semana: sólo las contestan las personas a las que les interesa, por lo menos algo, la política. De esta manera este termómetro nos marca las tendencias de un electorado que en su mayoría ya tiene su voto decidido.

Pero ¿qué hay con el resto de la población? Aquella misteriosa “mayoría silenciosa” que no contesta encuestas. Una revisión de las encuestas conocidas en los últimos años, más los resultados electorales, permiten estimar esta proporción en cerca de la mitad de la población. Muchos de ellos se verán compelidos a votar en la próxima elección presidencial del 16 de noviembre. Entonces, ¿por quién lo harán?

Sabemos que ellos son personas que no sólo están distantes o decepcionadas de la política, sino que una gran mayoría de ellas la desprecia casi visceralmente. Sabemos también que son personas que en su gran mayoría tienen en el actual modelo de desarrollo del país, un camino asegurado para su existencia (y subsistencia) social y económica. Es decir, son personas a las cuales el statu quo les resulta cómodo, pero que, si pueden recibir algo más del Estado, también es bienvenido, dado que la mayoría tiene problemas para llegar a fin de mes. Son personas que tienden a vivir “su metro cuadrado”, pero son amigos de sus amigos. Y claramente no confían en la dirigencia política porque no la necesitan. Además, es difícil para los políticos entrar en contacto con ellos pues casi no se exponen a los medios convencionales que cubren la política.

Obligados a votar, ¿cuál será el insight que los moverá, que inclinará la balanza?, ¿serán sus programas? Tendrían primero que informarse de ellos, cosa que es poco probable. Lo más probable es que sea la imagen que proyectan los candidatos y candidatas y sus propuestas más generales. También sabemos que si llegan a tomar una decisión será en los últimos momentos de la campaña, y por lo tanto los debates televisivos como la franja electoral podrían llegar a tener un impacto impensado en esta potencial masa de votantes.

Un último punto clave para llegar a ellos será penetrar en sus grupos de redes sociales. Para ello es necesario que los seguidores de candidatos y candidatas asuman el papel de los “soldados de a pie”, el antiguo rol que alguna vez tuvieron los militantes de los partidos, y se transformen en activistas virtuales de sus campañas, replicando en sus redes sociales los mensajes emitidos por los líderes. El antiguo cara a cara está hoy reemplazado por las redes virtuales, y sabemos que es el contacto personal y la influencia de los iguales el factor más determinante de la comunicación política.

Por William Porath, académico de la Facultad de Comunicaciones, UC.

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