Esquirlas de la cuenta pública



A nadie dejó indiferente la cuenta pública del Presidente Piñera. El tono conciliador de su discurso y su llamado a la unidad no tuvieron eco en la clase política. El anuncio de avanzar con urgencia en la tramitación del matrimonio igualitario sacó ronchas en el oficialismo, especialmente en la UDI. La oposición, por su parte, criticó duramente las medidas económicas y sociales para amortiguar los efectos de la pandemia. Tal vez es ingenuo esperar de la clase política más generosidad a la hora de evaluar los anuncios del gobierno en el año más difícil que nos haya tocado enfrentar en las últimas décadas, menos aún en un año de elecciones y con un gobierno impopular.

Lamentablemente, la polarización y el conflicto es un buen negocio para los extremos del arco político, no así para quienes se ubican en el centro. Los últimos resultados electorales dan cuenta de ello. Lo primero que debiera sorprendernos de la última elección fue la baja participación. ¿Cómo entender la baja participación en la elección más importante de los últimos 40 años? Ni siquiera la incorporación de listas de independientes ni los cupos para los pueblos originarios fueron lo suficientemente atractivos como para movilizar a los votantes. La altísima abstención refleja la profunda desafección de la ciudadanía con la política y la clase política parece no advertirlo. Lo segundo sorprendente fueron los resultados. El relativo éxito del Frente Amplio, Partido Comunista y la Lista del Pueblo nos distrae del fenómeno oculto en este resultado, a saber, la altísima abstención de los votantes moderados. A partir de mi breve experiencia en terreno, por cierto casuística, advertí la desilusión y rabia de los votantes que se identifican con el centro. Decían estar cansados del permanente conflicto entre gobierno y oposición, conflicto que al final identifican como una lucha por el poder dejando en el olvido las necesidades y urgencias de los ciudadanos. No es de extrañarse entonces que en la última elección el castigo haya sido tan grande para los partidos de la centroizquierda y centroderecha. Sigo pensando que Chile no se ha izquierdizado, solo que los partidos más cercanos al centro se han esforzado por ahuyentar a sus votantes y continúan por la misma senda.

La invitación que hizo el Presidente a enfrentar el futuro con mayor unidad y generosidad es útil no solo para reconstruir el centro político y aquí probablemente los partidos de la ex Concertación son los que más pueden profitar, sino sobre todo para volver a recuperar la confianza en la política, en la democracia. Los partidos políticos parecen no advertir que su principal amenaza no son sus adversarios políticos, sino el populismo y la demagogia, que se han convertido en una amenaza real. Lamentablemente, la invitación no fue bien recibida ni siquiera por el oficialismo y eso solo constata la grave crisis política que vive Chile, aún más grave que la misma pandemia.

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