Festival en tiempos de duelo



SEÑOR DIRECTOR:

Cuando pase el tiempo y se escriba la historia, la realización de la versión 2024 del Festival de Viña del Mar será recordada como un acto de ignominia, desconexión y falta de empatía.

A los organizadores -partiendo por la alcaldesa de la ciudad- les bastó agregar un concepto pueril y vacío para quedar bien con sus conciencias, al incorporar el término “solidario” al espectáculo.

Las familias y vecinos de los 133 muertos y los habitantes de las más de 10.000 casas quemadas necesitan la solidaridad del ruido de las máquinas, los martillos y las herramientas de la reconstrucción; no el ruido estridente y vulgar del reggaeton.

Lo peor es que, en unos meses más, estas mismas autoridades saldrán a pedir el voto de los damnificados.

Francisco Orrego Bauzá

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