Hay un jurado que demanda mucho más



Por Tomás Sánchez, autor de Public Inc. e investigador asociado de Horizontal

Dicho en buen chileno: la Convención se robó la película. Partidarios del Apruebo y el Rechazo, de una u otra forma, constantemente hacen referencia a la Convención Constitucional, que durante un año nos dio de que hablar. De lado y lado, aprovechan de repasar, confirmar, mentir y desmentir lo que hizo o dijo algún convencional, dejando la propuesta en segundo plano. La franja ya la vimos, y durante el mes de agosto presenciamos los alegatos finales.

Somos espectadores de un juicio donde la Convención es el imputado, y los indecisos, el jurado. El abogado defensor, los partidarios del Apruebo. Eran los favoritos dado su historial campañero. Sin embargo, han mostrado una buena cuota de descoordinación en sus mensajes. Si bien van de menos a más, tienen al frente un fiscal acusador, quienes van por el Rechazo, que como nunca antes aprendieron de su adversario y supieron entrar en el juego de las emociones. Amparándose en el material cotidiano que entregó la Convención, han sabido recordar los sentimientos que el país vivió semana a semana.

Lamentablemente, tanto en la esencia como en la forma, ambos rivales comprendieron que el contenido de propuesta no sería el protagonista en la recta final. Desde el Apruebo, habilidosamente citan artículos, pero se enfocan en los maravillosos beneficios que transformarán el país al día siguiente de la elección. Curiosamente, cayeron en la caricatura que enarbolaban los detractores de este proceso en su inicio: “La Constitución no cambiará todo de la noche a la mañana”. Mientras ellos mismos respondían que las personas no son tontas, y que sabían que la Constitución era la base para un nuevo pacto social y una visión de país que construiríamos todos, no un remedio mágico.

Y así es como está pasando astutamente el Rechazo a cobrar. Construyendo una narrativa sobre la que durante años cimentaron los partidarios de una nueva Constitución, hoy llegan a recordarnos que este nuevo borrador se escribió con el sentimiento equivocado. Magistralmente, están esgrimiendo los mismos ideales de quienes fueron electos por el país; amor, esperanza y una casa común, para mostrarnos que esas aspiraciones quedaron fuera. Y como todos presenciamos durante 12 meses el mismo reality show, la verdad no se discute y el fiscal descansa.

Sin embargo, el jurado sigue indeciso. Y si aún no toman una decisión después de tanto espectáculo, será por algo. Probablemente, se toman la decisión en serio y lo están pensando bien. Un diverso espectro ciudadano que no se deja convencer por un meme, o que quizás, no termina de entender las consecuencias del texto. No se creen el cuento de escribir cosas con amor, ni tampoco que sus derechos se harán realidad por estar escritos. Y si le siguen dando vueltas a su voto, puede que sea porque aún nadie les explica por qué la reelección presidencial será mejor para la democracia, o como los Consejos Territoriales entregarán más autonomía y no más burocracia que entorpezca las regiones. Puede que sea esa la conversación que no tuvimos, y algunos aún esperan tener.

Mucho sentimiento y pocas nueces. El último mes de franja refleja el fracaso del proceso en la esencia de ambos mensajes, cuando el Apruebo burdamente promete que todo será mejor, y el Rechazo usa los ideales de su adversario, la unidad y la esperanza, para dar la estocada final. Ojalá no sea demasiado tarde para conversar sobre cómo las reglas del juego nos podrían hacer jugar y convivir mejor.

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