Instalación del Consejo Constitucional

La señal de respeto y compromiso con el proceso constituyente que se observó en la ceremonia de ayer le hace bien al país, pero ahora deben desplegarse esfuerzos mucho más significativos para revertir la desafección que se advierte en la ciudadanía.



Dos hitos tuvieron lugar ayer en la sede del Congreso Nacional en Santiago: se instaló formalmente el Consejo Constitucional, instancia compuesta por 50 personeros elegidos por la ciudadanía, en tanto que la Comisión Experta entregó su anteproyecto de Constitución para que ahora sea deliberado por el Consejo, cumpliendo así con lo establecido en el proceso constituyente.

Lo de ayer fue un hito que al país le hace bien. La forma en que se llevó a cabo la ceremonia fue no solo impecable, sino además recordó las mejores tradiciones republicanas. Realizada en un marco de solemnidad y respeto, no hubo exabruptos, y el tono de los discursos fue muy propositivo. Se marcó así un notable contraste con lo que aconteció con la extinta Convención Constitucional, cuya ceremonia de instalación estuvo repleta de interrupciones, gritos y desprovista de toda solemnidad, algo que de alguna manera ya estaba anticipando su fracaso.

Fue significativo que en esta oportunidad pudiera asistir el Presidente de la República, porque con ello se pudo transmitir a la ciudadanía una imagen de unidad y buen funcionamiento institucional.

Durante su alocución, el Mandatario planteó que “(los comisionados) han desempeñado su tarea con un espíritu patriótico, que ha demostrado ser virtuoso y espero, además, que sea contagioso, no solo para este espacio, sino que para el conjunto de la sociedad chilena. Nos han demostrado que quienes pensamos distinto podemos ponernos de acuerdo cuando se trata del bien de la patria”. También resultó valioso el tono del discurso que pronunció la nueva presidenta del Consejo -quien pertenece a las filas del Partido Republicano, colectividad que por lejos tiene el mayor número de representantes en esta instancia-, cuando plantea que “nuestro rol como consejeros es buscar acuerdos que perduren en el tiempo y nos permitan superar la polarización actual”.

Uno de los aspectos más virtuosos que hasta aquí ha tenido este nuevo proceso constituyente es que visiones muy distintas representadas en la Comisión Experta pudieron confluir en un proyecto común, sin perjuicio de las legítimas diferencias y de que hay materias en las que aún no ha sido posible alcanzar pleno consenso. Es muy importante que este espíritu sea el que prevalezca en los próximos cuatro meses, que es el plazo con que cuenta el Consejo para evaluar este anteproyecto y proponer cambios. Sin que sea posible predecir el resultado de las deliberaciones, de lo que no cabe duda es que el propositivo tono que se observó en la jornada de ayer permite augurar un resultado más auspicioso.

Por cierto que este buen momento no puede hacer perder de vista que la ciudadanía muestra desafección con el proceso; algunos sondeos de hecho han mostrado que la opción de rechazar el nuevo texto va liderando. Probablemente incide aquí un natural cansancio de la población, considerando que el proceso constituyente se inició en 2015, y luego hubo de transcurrir la fallida experiencia de la Convención. Pero también es posible que la falta de información respecto del proceso y la ausencia de iniciativas para involucrar más a la ciudadanía sean también factores incidentes. Es muy relevante que tanto el gobierno, el Consejo Constitucional y los partidos desplieguen a partir de ahora esfuerzos mucho más significativos para informar adecuadamente, de modo que exista un voto informado. Esto es clave para asegurar que todos los esfuerzos desplegados hasta aquí para llegar a buen puerto no terminen otra vez desvaneciéndose.

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