Jovino Novoa y el nuevo Chile

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Esta semana, como si fuera un signo de los tiempos, falleció Jovino Novoa y escuchamos la cuenta del presidente Piñera. El ex senador UDI fue el mejor representante del país que la mayoría de los chilenos quiere dejar atrás, promotor irreductible de la libertad de emprender y del estado subsidiario, así como de un sistema de pensiones en que los trabajadores son dueños indiscutidos del producto de su trabajo, en que la libertad de educación es incuestionable y la delincuencia se combate sin complejos.

Lamentablemente, -lo digo con el mayor respeto por el presidente Piñera- su cuenta marcó en algunos temas un contrapunto de prioridades con ese Chile en el que creía Jovino: se incrementan los recursos para el INDH, pero no se da igual prioridad al resguardo del estado de derecho en La Araucanía; se otorga más presupuesto a la Defensoría de la Niñez, pero no se exige terminar con la evidente ideologización con que ha sido manejada; se anuncia una fiscalía de DD.HH., mientras los carabineros y miembros de las FF.AA. perseguidos penalmente por hechos ocurridos durante la violencia que comenzó el 18/O, tienen que ser defendidos por fundaciones financiadas con aportes privados.

¿Por qué llegamos a esto, por qué el gobierno de una coalición de centroderecha termina asumiendo prioridades ajenas y postergando, en esas materias, las que son naturales a su sector? Algunos me dirán que es porque “Chile cambió” y necesitamos una nueva derecha que sintonice con este nuevo país, abandonando eso que llaman el individualismo neoliberal, creyendo más en los subsidios que en el esfuerzo personal, importándole más la desigualdad que la pobreza, pensando que la justicia se alcanza más redistribuyendo el producto del esfuerzo ajeno antes que respetando y premiando el del propio, viendo en la asamblea constituyente la oportunidad de consolidar las instituciones que nos dieron progreso y no el riesgo cierto de que las destruyan.

A Chile lo cambiaron con un discurso que por más de una década se expandió sin contrapeso, mediante un relato que renegó del progreso gigantesco de las últimas tres décadas, que fue horadando el sistema institucional y económico que permitió ese desarrollo; hoy estamos viviendo la consecuencia de un país que se fue quedando con una sola visión, la que se ha expresado a través de un amplio abanico integrado progresivamente también por muchos de los políticos e intelectuales de la centroderecha, que no han sabido ser más que la expresión matizada y pálida de la visión autoflagelante de la izquierda.

Desde luego que Chile cambió y muchos siguieron ese cambio, pero Jovino Novoa no. Nunca ajustó sus convicciones a los eslóganes de moda, ni menos se dejó amilanar por la pretendida superioridad moral de la izquierda. Por eso admiré su solidez, aprendí de su lucidez y siempre valoraré el privilegio de haberlo conocido, aunque haya sido en el “otro Chile”.

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