La dependencia en Chile

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Por Horacio San Martín, investigador asistente del Centro de Estudios Públicos

El crudo retrato de la realidad que viven las personas de la tercera edad que muestra el documental “El Agente Topo” revela muchas de las carencias emocionales y materiales que enfrenta un grupo de la población que va en aumento en Chile. Dada las dificultades de las familias para hacerse cargo de las personas mayores, estas muchas veces deben ser internados en instituciones, como el hogar que aparece en la película, porque requieren de cuidados especiales y no pueden valerse por sí mismos. Si consideramos que Chile está envejeciendo a tasas bastante elevadas, este problema solo se agudizará en el futuro. Actualmente tenemos la población de más edad del continente, y se espera, además, que al año 2050, más de un 30% de la población sea mayor de 60 años, cifra equivalente a la que tiene hoy Japón, el país con los habitantes de mayor edad del planeta.

Este fenómeno hace cada día más importante tomar en cuenta el tema de la dependencia y los cuidados de largo plazo en nuestras políticas públicas. En un plazo no tan lejano, un grupo muy numeroso requerirá de apoyo para la realización de sus actividades por periodos prolongados. Usualmente a estas personas se les llama dependientes, y necesitan ayuda de distinta intensidad, desde apoyarlos en tareas simples a exigir atención durante las 24 horas del día en residencias de estancia permanente en los casos más complejos. Los cuidados realizados pueden ser de carácter formal, o en cambio, cuando el hogar no es capaz de pagar estos servicios o no hay oferta suficiente, ser realizados de manera informal por familiares, tarea que como sabemos generalmente queda a cargo de las mujeres.

El gasto promedio de la OCDE para este tipo de cuidados gira en torno al 1,66% del PIB. En Chile, ni siquiera tenemos datos al respecto, lo cual sin duda refleja lo débil que estamos en esta materia hoy. El progresivo envejecimiento de la población ha hecho que muchos países empiecen a instaurar sistemas para hacerse cargo de sus mayores de manera sostenible. Por ejemplo, en el caso de Alemania o Países Bajos, se incluyó un seguro a la población en edad de trabajar que cobra una prima mensual y cubre parte de los costos de las personas con dependencia. En otros países como Bélgica, parte de los gastos en cuidados vienen incorporados dentro del seguro de salud nacional, y lo que no cubre el seguro se financia con impuestos generales.

La experiencia internacional nos sirve para ver cómo otras naciones han enfrentado los desafíos asociados a la dependencia. Pero también, para levantar una discusión acerca de la necesidad de crear un sistema de cuidados a nivel nacional que cuente con un financiamiento sostenible para hacerse cargo de este creciente grupo de personas, que no puede seguir esperando.

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