La gravedad de la emergencia laboral
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) publicó las cifras de desempleo al trimestre terminado en agosto, cifras que fueron valoradas por el ministro de Hacienda, Nicolás Grau, destacando la disminución de la tasa de desempleo desde 8,7% a 8,6% y agregando que “todas estas noticias positivas, ocurren al mismo tiempo que se mantiene algo que ya tenemos hace bastantes meses, que es una informalidad del 26% (...) Esta es la informalidad más baja que tenemos en nuestros registros históricamente y es tres puntos porcentuales más baja que lo que se tenía en años anteriores en que la informalidad llegó a ser un 29%”.
La realidad es que siempre es positivo que la tasa de desempleo disminuya, pero ello no justifica la posición que ha adoptado el ministro y el gobierno, que niegan y cierran los ojos ante la gravedad de la emergencia laboral que estamos sufriendo los chilenos.
De acuerdo a la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del INE, en el trimestre terminado en agosto de 2025, 876 mil se encontraban desempleadas, lo que implica que la tasa de desempleo alcanzó 8,6% en el trimestre terminado en agosto, sin embargo, las series históricas de la misma encuesta, indican que la tasa de desempleo promedio entre 2010 y 2019 alcanzó 6,9%, y que el año 2019, pese a la crisis social desatada en el último trimestre del año, el desempleo promedio alcanzó 7,2%, mucho menores a los niveles actuales.
Lo anterior implica que si en Chile el desempleo alcanzara el mismo nivel promedio del periodo 2010- 2019, este habría alcanzado a 707 mil personas, en vez de los 876 que han permanecido en desempleo en la realidad en los últimos doce meses. Por tanto, la profundidad de la crisis laboral en la que nos encontramos genera que, por los últimos doce meses, 166 trabajadores chilenos adicionales han caído en situación de desempleo, 166 mil familias afectadas en su dignidad - utilizando el vocabulario que le gusta usar a nuestras autoridades -, fruto de la incapacidad de generar inversión y crecimiento económico.
Pero esa no es la única consecuencia, y, por tanto, no es la única métrica de la profundidad de la crisis laboral, pues la incapacidad de recuperar la tasa de crecimiento ha generado que la tasa de participación laboral (personas que quieren estar en el mercado como proporción de la población en edad de trabajar) aún esté lejana de los niveles prepandemia, lo que implica que la medición de desempleo del INE esté subestimada.
En efecto, al corregir la tasa de participación laboral por la que debería existir de haberse recuperado el mercado, el número de desempleados promedio de los últimos doce meses alcanzaría 314 mil personas adicionales a la medición oficial del INE de 876 mil, con mayor afectación de las mujeres (101 mil hombres y 212 mil mujeres).
Más grave aún, la realidad de los registros administrativos, que son el número de cotizantes total del sistema de pensiones y del seguro de desempleo, que publican la Superintendencia de Pensiones y la AFC, indican que el empleo formal, esto es, el empleo con protección social, ha caído entre marzo de 2022 y julio de 2025, lo que en palabras simples significa, que desde marzo de 2022 se han destruido más de 150 mil empleos formales.
Ello es totalmente contrario a lo que indica el ministro, pues utilizando la información real, en vez de las estimaciones de la encuesta del INE, la informalidad en Chile no ha disminuido, sino que ha aumentado desde 32% a 38% entre marzo de 2022 y julio de 2025.
Pareciera entonces que el gobierno no solo parece ignorar la gravedad de la emergencia laboral, sino que al igual que los niños, para no asumir el problema, se tapa los oídos y cierra los ojos ante el sufrimiento de los trabajadores chilenos, lo que solo genera que nadie se haga cargo y ni tome medidas para fomentar el empleo ¿O será que no le importa?
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