La mentira del parto respetado
SEÑOR DIRECTOR:
La formalización de un médico de la Clínica Alemana por la muerte de un recién nacido revela una problemática extendida en nuestro país: la desinformación y la sumisión de las mujeres en los partos, tanto en el sector público como en el privado. Habiendo parido dos veces en Alemania y una vez acá, he visto cómo ambos sistemas tienen falencias. Mientras los partos alemanes priorizan lo natural a tal punto que olvidan el derecho a no sentir dolor y al uso de medios paliativos si así se quisiera; Chile peca de lo opuesto, con excesiva medicación de los partos e inobservancia casi absoluta de las mujeres en un proceso que les pertenece.
Aunque las cesáreas y la intervención médica han reducido las muertes neonatales, eso no implica que el parto sea un proceso que pertenece exclusivamente a los médicos. La difusa lex artis, el incumplimiento de la Ley N° 20.584 sobre los derechos y deberes de los y las pacientes, y los programas impositivos sobre partos dan cuenta que el concepto de “parto respetado” es una quimera. De hecho, el término mismo da cuenta, a contrario sensu, que la regla son los partos “no respetados” y la excepción los que sí lo son, y aún ahí la etiqueta suele no pasar de un eslogan.
Es alarmante que, en un mundo donde las mujeres seguimos siendo ciudadanas de segunda categoría, los derechos reproductivos no reciban la misma atención que otras luchas feministas. Mientras se ha priorizado el derecho a no ser madre, lucha que sin duda comparto, el derecho a parir en un ambiente seguro y autodeterminado ha quedado relegado.
Alejandra Castillo Ara
Académica UDP