Opinión

La noche de París

Mario Tellez

Por Carlos Correa, ingeniero Civil Industrial, MBA

A raíz de la decisión de alzar las barreras sanitarias y ante el kilométrico taco que buscaba abandonar Santiago el pasado Jueves Santo, el economista Nathan Pincheira escribió el siguiente tuit: “Una oportunidad de oro para enviar una señal potente y la desperdiciaron. El que decidió subir la barrera sanitaria ayer hizo todo lo que no había que hacer. Moral hazard en todo su esplendor”.

Para un gobierno y un Presidente que manifiesta su adhesión al libre mercado, y a las políticas públicas en base a incentivos; y que además le gusta transmitir sentido de autoridad, la apertura de barreras y la posterior reflexión de Pincheira muestra en toda su crudeza el extravío de estos días.

El recrudecimiento de la pandemia mató el diseño para el último año, incluyendo legado. Entre las víctimas está el soñado acuerdo de pensiones con la oposición, para el que no habrá tiempo ni deseos. Ad portas de la aprobación de un tercer retiro de los fondos de la AFP, como hizo ver tempranamente el ministro Briones, la reforma actual empieza a perder sentido y a convertirse en una tarea para la administración venidera.

En el mundo opositor, en especial el parlamentario, se encendieron los viejos pedernales de ir por el Presidente. Si algo muestran las encuestas es que a las candidaturas que eligen el rifle para disparar les va muy bien. A medida que avance el ciclo electoral, el antipiñerismo florecerá en todo el discurso y no es descartable que comience una nueva temporada de acusaciones constitucionales, con pronóstico reservado. También se instaló el desapego de la propia coalición de gobierno, señalada por la declaración de la UDI donde criticó con rudeza las nuevas medidas. Esta nueva ola tendrá que traer una nueva cabeza y por ello han empezado las filtraciones de Palacio de molestia con el ministro Paris para ver si los dardos van para allá.

El ministro, que partió con un estilo de diálogo más abierto, sufre de una explicable irritación. Todos los días pareciera que los únicos que tienen la solución a la grave crisis sanitaria son los expertos en Twitter. El juego de preguntas y respuestas de todos los días se ha convertido en un espectáculo trágico a medida que aumentan los fallecimientos y disminuye la edad de los pacientes graves de Covid. El golpe de muerte que le propinó la doctora Izkia Siches en el ya mítico podcast al manifestar su preferencia por Mañalich, dejó más complicado a la actual autoridad de Salud, sin respaldo político, y producto de burlas por parte de la opinión pública. Pagará un costo injusto por ser leal a Palacio y sus ideas.

Hay en La Moneda una ilusión que la mística del cuadro de mando integral, con indicadores que muestran al país entre los mejores, podría hacer recuperar la agenda. Se produce una especie de nostalgia del discurso ganador de campaña, como en la película Medianoche en París, donde la asistencia a las fiestas del pasado se convertía en una negación del doloroso presente.

En varios circula la idea que, si el discurso del exitismo permitió ganar campañas, también podrá contra enemigos poderosos y virus mutantes. Pero al igual que en el filme, la realidad es distinta y engorrosa. El Presidente ya no está rodeado de su primer gabinete, que jugaba de memoria y no tenía problemas en cuadrar a sus partidarios y desalentar a la oposición. Ahora queda solo tomar medidas impopulares en espera que la inmunidad de las vacunas no llegue demasiado tarde.

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