La real función de un Banco Central

Brasil subió las tasas de interés antes, pero Chile podría ser el primer país de la región en bajarlas


Por Alexis Montecinos, investigador asociado P!ensa

Uno de los puntos que ha generado debate en la Convención Constitucionales es el rol que debería desempeñar el Banco Central de Chile. El resultado que observemos de esto será de suma relevante para nuestro país, ya que una de las instituciones estandartes de la estabilidad macroeconómica y financiera es nuestra autoridad monetaria.

Dentro de esto, algunas de las ideas que se han mencionado en la Convención son entregarle funciones relacionadas al fomento del empleo y al desarrollo de las Pymes o, más generalmente, ampliar sus funciones a objetivos que no estén, únicamente, relacionados a la política monetaria, cambiaria o inflacionaria.

Recuerdo de mis clases de teoría monetaria, tanto de las que fui alumno como de las que impartí como profesor en Chile y en el MIT, un concepto que fue el denominador común en todos estos cursos: el de inconsistencia dinámica. Este hacía referencia al comportamiento que tenemos como agentes y que muchas veces nos lleva a cambiar nuestras decisiones cuando se presentan nuevos factores que nos parecen pueden llevarnos a objetivos más satisfactorios. Un buen ejemplo de este es cuando decidimos hacer dieta. Ese día estamos seguros de que es hora de balancear nuestros hábitos alimenticios. Sin embargo, al día siguiente, cuando nos consume el hambre, preferimos comer abundantemente y postergar la dieta para la próxima semana. Es decir, hemos sido inconsistentes dinámicamente con nuestra decisión inicial.

Este problema es uno de suma relevancia en economía. Particularmente, los bancos centrales eran presa de esta inconsistencia al utilizar la política monetaria como un instrumento estimulador de la actividad económica y no como exclusivamente un controlador de la inflación y un asegurador de la estabilidad de precios. Esto era aún más grave cuando existía alternancia en el poder con gobiernos con periodos cortos, pues la coalición de turno, a pesar de saber los costos inflacionarios de una política monetaria expansiva, tenía todo el incentivo a emitir dinero, de modo de mostrarse como un Estado con altas tasas de crecimiento y empleo. Luego, los gobiernos que venían debían pagar el alto costo que esto había generado. Es decir, pan para hoy y mucha hambre para mañana. La pregunta es entonces, ¿cómo podemos hacer que nuestras decisiones sean consistentes en el tiempo?

Un ejemplo muy utilizado en la literatura es el de Ulises. En el canto XII de La Odisea, Ulises, en su viaje de vuelta desde Troya, debía atravesar por la zona de las sirenas. Estas, al pasar los barcos entonaban melodías de tal armonía y belleza que los marineros no podían contenerse y saltaban al mar donde, por supuesto, morían ahogados o en manos de estas criaturas. Entonces, la diosa Circe le recomienda a Ulises tapar los oídos de toda su tripulación con cera y a él, atarse al mástil y decirles a sus marineros que no importará los gestos que les hiciera, que no lo liberarán de sus ataduras. Al pasar por la zona de las sirenas, el canto de estas es tan dulce y encantador, que Ulises desea ir al mar con ellas, pero no puede hacerlo, pues está amarrado. Pide con gestos a su tripulación liberarlo, pero esta no le obedece, pues sigue la orden entregada por él mismo con anterioridad. El resultado final: todos logran cruzar a salvo a su destino.

La gracia de esta analogía es el hecho que nos muestra que, para lograr el objetivo final, ante la presencia de una inconsistencia dinámica, es necesario generar una infraestructura que nos generé una restricción que no nos permita seguir otros incentivos que sean diferentes a los iniciales.

Visto desde la perspectiva de un banco central, entregarle atributos que no son los propios a la estabilidad de precios y la contención de la inflación, genera un espacio para dejarse llevar por incentivos que son de corto plazo y que seguro harán mucho daño a la economía de un país en el mediano y largo plazo. Tendremos entonces gobiernos que, en pro de mostrar un alto crecimiento del producto y el empleo, utilizarán este ente para estimular la economía. El problema es que esto, hecho desde el lado monetario, solo se puede mantener por un período muy corto de tiempo. Luego, solo observaremos altas tasas de inflación y el consecuente daño en los que menos tienen. Es decir, la muerte de los marineros por dejarse llevar por el canto de las sirenas.

En resumen, un banco central autónomo y con un objetivo único de estabilidad de precios y control de la inflación es atarnos al mástil y generar la infraestructura económica que nos permita, independiente del ciclo político, o gobierno de turno, mantener sana nuestra economía.

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