La UDI y sus prioridades



Por Catalina Pérez, diputada y presidenta de Revolución Democrática

En medio de la crisis social y sanitaria que estamos experimentando como planeta y que ha tomado características dramáticas en nuestro país, la política institucional ha mostrado su peor cara. Cuando el ministro Mañalich reconoció públicamente desconocer el nivel de pobreza y hacinamiento que hay en el país donde está aplicando su política, vimos reflejado en él una tremenda desconexión con la realidad que no termina ahí. Hoy, cuando hay cientos de familias que están sufriendo, con deudas, agobiadas y llenas de incertidumbre, Chile Vamos quiere que el Congreso legisle sobre el sistema electoral, la ley sticker, la ley de inteligencia o infraestructura crítica, mientras además alega la imposibilidad de discutir -con la excusa de la inconstitucionalidad- medidas como el posnatal de emergencia, la renta básica o el impuesto a los súper ricos.

Sin duda este no es momento de mirarse el ombligo ni menos de levantar propuestas para saciar una jugarreta política. Lamentablemente para este contexto, el debate ya está abierto y desde Revolución Democrática defenderemos nuestra democracia siempre que haya que hacerlo.

Se ha planteado recientemente por parte de Chile Vamos la pertinencia de establecer barreras individuales de votación para la elección de parlamentarias y parlamentarios, argumentando que la elección de diputados con bajas votaciones personales “no aseguraría la estabilidad del sistema político”, limitando la expresión fiel de la voluntad popular.

Si bien no existe algo así como “la expresión más fiel” de la voluntad popular, los sistemas electorales son, por definición, sistemas que traducen votos en escaños, y el diseño institucional elegido privilegia ciertos principios sobre otros. El actual sistema, a pesar de abrir la puerta a mayor diversidad en el Congreso, genera efectivamente distorsiones importantes a la voluntad popular. Por ejemplo, mientras que la coalición de gobierno obtuvo el 38% de la votación, se quedó con el 47% de los cargos, mientras que alcanzando el Frente Amplio el 16% de los votos, consiguió solo el 12% de los escaños. Este tipo de distorsiones, sin embargo, no se abordan ni solucionan con el proyecto de la UDI.

En la experiencia comparada de sistemas electorales es difícil encontrar el mecanismo que se propone aplicado, ya que el establecimiento de barreras es más común al referirse a la votación alcanzada por el partido en su totalidad, no por la candidata o candidato, y en muchos casos el umbral se establece a nivel nacional, no del distrito particular. Todo esto, buscando priorizar algo que la UDI desconoce en su iniciativa: el valor de la representación de un proyecto colectivo y no solo de sus candidaturas individualmente consideradas.

Una última reflexión, ¿qué impacto tendrá este límite en la diversidad de género en los escaños electos? El actual sistema de cuotas solo exige un número de candidaturas y es una realidad que las mujeres tenemos menor acceso a apoyo institucional y financiero, disminuyendo nuestra elegibilidad de manera individual. Muy probablemente, por tanto, una reforma como la planteada termine afectando aún más nuestra posibilidad de acceder a espacios de representación.

Parte del origen del 18-O es un sistema político que en su diseño desconfiaba profundamente de la democracia y fue parchado por partes. El proceso constituyente que se avecina será el momento propicio para analizar y diseñar un sistema representativo, eficiente y que aumente la participación de todos los sectores, hoy urge priorizar proyectos que permitan aliviar la situación económica de las familias, como la suspensión del pago de servicios básicos, la Renta Básica de Emergencia y la protección del empleo.

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