Responsabilidad del Senado frente al cuarto retiro
Dado que públicamente una mayoría de los senadores se ha manifestado contrario al proyecto, se espera que ahora no cedan a las presiones electorales y actúen en consecuencia, rechazando un proyecto que dañará gravemente a la población.

La aprobación por parte de la Cámara de Diputadas y Diputados del cuarto retiro de los fondos de pensiones significa una dura prueba para el Senado, instancia que ahora deberá definir el futuro de la iniciativa. Esto, por cuanto lo que está en juego es hasta dónde sus decisiones sobre el citado proyecto son meramente electorales o por la convicción de lo que es mejor para el país. Dicho de otra manera, hasta qué punto los senadores están dispuestos a asumir la responsabilidad para la cual fueron elegidos.
Hasta ahora, una mayoría de los integrantes de la Cámara Alta ha manifestado no apoyar el proyecto, entre los que se cuentan algunos senadores de la oposición, como Ximena Rincón, Carolina Goic, Juan Pablo Letelier, José Miguel Insulza, Carlos Montes y Jorge Pizarro, quienes públicamente han dicho que no están disponibles para su aprobación. Por ende, se entiende que si los senadores votan de acuerdo a sus convicciones, el proyecto debería ser rechazado.
¿Qué podría hacerlos cambiar de opinión? Los votos. Lo mismo que hizo cambiar de postura a Gabriel Boric y a Yasna Provoste, ambos contrarios a la iniciativa y hoy sus más fervientes defensores. Esto, por cuanto entre la clase política existe la certeza de que aquellos que voten en contra de los retiros serán castigados en las próximas elecciones. Y, por ello, no es coincidencia que entre los senadores de oposición que rechazarían el proyecto, la mayoría no va a la reelección, es decir, pueden votar más libremente, lo que de paso abre una vital discusión acerca de la pertinencia del mecanismo de la reelección.
Las presiones que recibirán los senadores que no van a la reelección para votar a favor del retiro y así no afectar las posibilidades de Provoste ya están a la vista. Apenas terminó la votación en la Cámara Baja, la abanderada anunció su intención de “alinear” a los senadores del sector, para evitar que el proyecto sea rechazado. Por el lado del oficialismo, tanto el gobierno como Sebastián Sichel están procurando que no haya votos a favor de la iniciativa entre las filas de Chile Vamos, algo que no consiguieron a nivel de diputados. En esto, hay que decir que la figura de Sichel ha quedado debilitada en este tema, producto de su errático comportamiento ante su situación personal frente a los retiros anteriores. Primero se negó a responder y luego, al reconocer que sí había retirado, optó por una estrategia que fue confusa desde el punto de vista político, al plantear sin mayor detalle que, de aprobarse el cuarto retiro, entonces se debería apuntar al 100% para proteger los fondos.
Más allá de las consideraciones electorales, lo que está en juego no es menor. Y si bien frente a los distintos temas los parlamentarios tienen derecho a tener su opinión propia, lo que no cabe es desconocer la realidad. Y, en esto, no hay dos puntos de vista: todos los especialistas en el tema han advertido acerca de las negativas consecuencias que tendría un cuarto retiro, no solo sobre las pensiones futuras, sino también sobre el estado de la economía. Porque ya no solo se trata de que un número cada vez mayor de personas se quedará sin fondos en sus cuentas individuales, sino que la población tendrá que enfrentar situaciones como una mayor inflación o tasas de interés más altas. Algo que ya se está observando y que afecta directamente el nivel de vida, sobre todo de los más pobres, quienes -conviene recordarlo- en nada se beneficiarán con el cuarto retiro, porque la mayoría ya no cuenta con fondos en sus cuentas. En suma, se trata de una iniciativa que no solo generará efectos perniciosos a futuro -menores pensiones-, sino también en el presente.
Es claro que nada de esto parece preocupar a los candidatos de la centroizquierda, ni a la mayoría de los diputados. Por eso, ahora solo queda apelar a que sea el Senado quien entre en razón y rechace el proyecto. Para esto, basta que los senadores mantengan sus convicciones públicas, entendiendo que lo que está en juego es aún más importante que una elección. Porque los daños que la medida provoca en la población y la incertidumbre económica que está creando este tipo de proyectos -el alto precio del dólar ya es un nítido reflejo de ello- repercutirán negativamente en el próximo gobierno, independiente del color político que sea.
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