
Un programa oportuno

Por Rolf Lüders, economista
En el segundo trimestre el PIB de Chile se redujo en un 14,1 por ciento y la tasa de desempleo -corregida por las personas que se retiraron de la fuerza de trabajo, presumiblemente por estimar que no encontrarían empleo, más aquellas que se acogieron a la Ley de Protección de Empleo- se aproxima al 30 por ciento de la masa laboral. Si bien la situación en materia de caída del Producto es menos grave que aquella de 1982, en materia de empleo se asemeja. Para enfrentar esta crisis el gobierno ha propuesto un plan de reactivación que -dada su importancia y magnitud- ha recibido escasa atención pública.
¿Cómo explicar este desinterés? Se me ocurren al menos dos motivos para ello. Por un lado, está la eficacia de las diferentes medidas adoptadas para sostener los niveles de consumo básico de las personas, incluyendo por cierto el retiro del 10 por ciento de los fondos de las AFP. Sin desconocer que -especialmente por los altos niveles de informalidad- las ayudas no han llegado a todos los que debieran estar recibiéndolas, la inmensa mayoría ha visto afectados mucho menos sus niveles de consumo de lo que la situación económica y de empleo descrita en el párrafo anterior podría sugerir.
Por el otro lado, hay quienes temen que las medidas de reactivación no se concreten, como lo señaló, por ejemplo, el senador Jorge Pizarro. A mí no me cabe duda que la voluntad de ejecutar el ambicioso programa de reactivación económica existe y que los recursos están disponibles, pero que lo más probable es que su implementación no estará exenta de factores impredecibles, especialmente de carácter burocrático. Mi experiencia personal en los años 1982 y 1983 fue que los grandes proyectos de obras públicas que entonces impulsamos solo empezaron a ejecutarse cuando ya la economía se estaba recuperando. Pero eran otros los tiempos y las circunstancias.
Lo que sí es seguro es que la actual situación -en que estamos girando en contra de ahorros públicos y privados pasados- no es sostenible por mucho tiempo más sin afectar significativamente los niveles de vida futuros. Es por lo tanto imperativo empezar ahora -y en la medida que lo permitan las condiciones sanitarias- a ejecutar un plan como el auspiciado por el gobierno bajo el lema de Paso a Paso Chile se Recupera, que reactive la inversión y el crecimiento, y junto con ello, cree más -y en lo posible- mejores empleos permanentes.
El plan de reactivación oficial es oportuno, potente y comprehensivo, contemplando entre otras medidas una inversión pública de US$ 34 mil millones para crear unos 250.000 empleos y una serie de poderosos incentivos a la inversión y al empleo en empresas privadas. Desafortunadamente, la efectividad de estos últimos estímulos se verá muy mermada por la incertidumbre institucional existente.
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