Criar a un hijo lejos de los estereotipos: “Lucharé para que sea dueño de su destino y ojalá su entorno no sólo se lo permita, sino que se lo potencie”




“Mi hijo está a pocos meses de cumplir cinco años. Es un niño alegre, observador y amante de la naturaleza. Le fascinan las plantas, los animales y sobre todo los insectos. Ha pasado por todos. Atrapa chanchitos de tierra, burritos, chinitas, gusanos, cuncunas, matapiojos, escarabajos, lagartijas y mariposas. El año pasado le regalé una malla y una jaulita para atrapar mariposas y pasó todo el verano en eso. Les daba comida y luego las soltaba. Este año además le regalé una enciclopedia de animales que leemos todas las noches antes de dormir. Así transcurre su vida, pero hoy pasó algo que no me había pasado antes. Buscando videos de animales me dijo: ‘Mamá, quiero uno en que salgan mariposas, pero que sea de hombre’. Su comentario me dejó helada. ¿Desde cuándo apreciar la naturaleza ha sido propiedad de las mujeres?

No sé de dónde habrá sacado esa idea. No le echo la culpa al colegio, para nada. Le podrían haber dicho algo en la plaza, los primos, qué se yo. Pero su pregunta me hizo pensar en que es muy probable que esos comentarios se van a multiplicar con el paso del tiempo. Me da pena corroborar con mi propio hijo que los estereotipos de género comienzan desde muy temprano, y sobre todo con algo tan importante como es valorar y apreciar el mundo en el que vivimos.

Y es que me resulta absurdo. ¿Acaso por estos comentarios poco a poco olvidará las especies que conoce, el proceso de la metamorfosis, los depredadores –o depredores, como le dice él– de cada bicho que ve? ¿O comenzará a optar por insectos que se vean ‘más masculinos’ a ojos de los demás? En sus cinco primeros días en el colegio ya llevó un burrito en un frasco de vidrio para mostrarle a sus compañeros, y la profesora me contó que en la clase de gimnasia él la sorprendió pasándole tres chanchitos de tierra para que se los cuidara mientras corría. Me pasa que veo su capacidad de observar, aprender y disfrutar de nuestra tierra y me emociona.

Es un niño capaz de encontrar un millón de bichos en una ciudad en la que algunos solo ven cemento. Por eso me preocupa que sea la sociedad o los estereotipos que ésta nos ha impuesto –como que las mariposas son para mujeres y no para hombres–, los que lo coarten en su libertad y curiosidad. Por eso lucharé para que sea dueño de su destino y ojalá su entorno no sólo se lo permita, sino que se lo potencie. No quiero que le digan que eso es femenino o masculino. Y menos que lo molesten por tener una entretención tan sana y bonita como es vivir atrapando bichos. Si quiere ser entomólogo, que lo sea. Si le dejan de interesar los insectos, que los deje con toda libertad”.

Carolina Hiribarren, 30 años, historiadora.

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