“Escucha las viejas voces”: Un podcast de seis mujeres mayores para las nuevas generaciones




Mayo de 2022. Jeanne Arellano, Magaly Bustos, Rosa Contreras, América Guelet, Nélida Guzmán y Sonia Reyes se acercan al Centro Gerópolis de la Universidad de Valparaíso. En común tienen que son mujeres mayores, que les interesa realizar distintas actividades y que comenzarán a ser parte de un taller de locución y comunicación radiofónica.

Cada semana esas seis mujeres estuvieron reunidas. Cada semana conversaron con otras generaciones: estudiantes de quinto año de la carrera de Fonoaudiología; la profesora, activista y fonoaudióloga Alondra Castillo y su colega Fabián Mella, de la Fundación GeroZoom. Cada semana relataron sus experiencias de envejecer siendo mujeres, esa interseccionalidad tan particular. También cada semana dejaron en evidencia lo que les había tocado vivir, ver, escuchar. Qué pensaban de eso, de cómo creían que podrían envejecer mejor y echar atrás ideas prejuiciosas de la vejez.

“Yo me di cuenta de que era bien duro pensar en la vejez. Y que se necesita harta ayuda en el sentido de trabajarles la mente a las personas más jóvenes para que sean empáticas con las personas que somos mayores. En mi caso, creo que uno se pone mucho más sensible, uno ve muchas más injusticias incluso en la misma casa”, comenta Nélida Guzmán Pérez.

Yo me di cuenta de que era bien duro pensar en la vejez. Y que se necesita harta ayuda en el sentido de trabajarles la mente a las personas más jóvenes para que sean empáticas con las personas que somos mayores.

Nélida tiene 70 años y se jubiló hace 20, tras haber trabajado durante tres décadas en universidades. Desde entonces empezó a ver a más personas mayores, a frecuentar lugares con personas de su misma edad y se dio cuenta de una serie de comportamientos negativos hacia la vejez. Recuerda, por ejemplo, haber presenciado malos tratos hacia personas mayores que ella y también haber conocido historias de jóvenes que se han aprovechado de sus abuelos, robándoles sus pensiones.

“Yo quiero mucho a los jóvenes, trabajé durante años viendo a jóvenes todos los días, pero ver y saber de esas situaciones me duelen el corazón. Eso me llevó a hablar y participar del taller. Que la gente no piense que nosotros somos unos seres que no pensamos, que no sentimos. Estamos respirando, estamos más viejas, vemos mal, no escuchamos bien muchas veces y una serie de cosas, pero estamos vivas, somos personas y valemos mucho”, dice Nélida. “Los años nos dieron la sabiduría que tenemos, nos dio la vida, la experiencia, los sacrificios. Nos enseñó a ser diferentes”, agrega.

Su colega Magaly Olivia Bustos Valenzuela (65) coincide. Educadora de párvulos y licenciada en educación, dice que ha dedicado su vida al bienestar de niños y niñas. “Mi motivación han sido, son y serán ellos”, cuenta. De hecho, lo sigue haciendo: aunque ya está jubilada, trabaja de forma independiente y acaba de volver a su casa de estudios, la Universidad de Playa Ancha, para estudiar la carrera de técnico en lengua de señas.

Pese a eso, dice, se ha enfrentado con distintas situaciones de discriminación justamente por volver a estudiar: “estoy viviendo día a día el rechazo de los choferes de micro al mostrar el pase escolar…”.

Un día, un chofer se enojó por eso y ella le contestó “¡Posiblemente sus nietos vivan lo mismo”. En otra ocasión, otro chofer le dijo “¡todavía estudia!” y dos mujeres la miraron y se rieron. “En ese momento, ¿qué pasó con el apoyo de género? Les explique qué estudiaba y por qué y en el transcurso del viaje les invadió el silencio”. “Todos vamos a pasos agigantados a lo mismo. No se dan ni cuenta de que a la vuelta de la esquina te espera la vejez”, reflexiona Magaly.

Ante historias tan poderosas, había que hacer más.

Del espacio privado al espacio público

Alondra Castillo veía la potencia “política y social” que tenían el trabajo y los relatos de las participantes del taller.

“El viejismo es una práctica discriminatoria estructural que marca muchísimo la forma en que escuchamos a las personas mayores en los medios de comunicación. Este proyecto quería desmarcarse de esta mirada y mostrar a las mujeres como sujetas que pueden tener un rol muy importante en la transformación social de sus propios entornos”, comenta.

Durante seis meses fueron hilando las ideas que Jeanne, Magaly, Rosa, América, Nélida y Sonia comentaban. Los estudiantes y profesionales las incentivaban a relatar sus historias a través de ejercicios de estimulación cognitiva, escritura colectiva y uso de la voz. De manera colectiva fueron construyendo, paso a paso, mensajes movilizadores para transformar la sociedad.

“Quisimos sacar lo que era un pensamiento y reflexión escritos a una voz que estuviera en el espacio público”, explica Alondra.

Lo hicieron: prepararon un material sonoro en la Radio Valentín Letelier de la Universidad de Valparaíso. Este constituyó un mini podcast para las radios de Valparaíso y el YouTube y Spotify de GeroZoom y Gerópolis. En total, grabaron 12 cápsulas de audio que componen “Escucha las viejas voces: relatos de mujeres de Valparaíso”, cuya difusión empezó el 8 de marzo de este año, en el marco del Día Internacional de la Mujer.

Las voces son distintas entre sí, también su tono, intensidad o velocidad. Pero todas tienen algo potente que decir. Sobre valores, edadismo, salud y tecnología. Por ejemplo:

“Mi nombre es América, tengo 66 años y como persona mayor no estoy de acuerdo que vivamos en una sociedad que no sea empática y solidaria con la vejez. Hace falta que primen los valores de comprensión, paciencia, respeto y bondad con todas las personas mayores. Yo tengo derecho a un buen trato”.

“Mi nombre es Jennie y no estoy de acuerdo que como persona mayor me infantilicen sin considerar mis opiniones o ideas. Las personas mayores tenemos experiencia, hemos construido nuestras propias opiniones y queremos ser reconocidas. No estoy de acuerdo con que existan pocas actividades donde participen personas de todas las edades”.

“Mi nombre es Sonia Reyes, tengo 78 años, y no estoy de acuerdo cuando piensan que vivir mi vejez es sinónimo de tener problemas de memoria. Envejecer no implica perder la memoria”.

“Mi nombre es Rosa Contreras, tengo 76 años, y no estoy de acuerdo que parte de la juventud dé por hecho que yo no entenderé cómo se usa la tecnología”.

Ellas llevaban toda una vida de patriarcado, en donde siempre los hombres tenían la razón, los hombres hablaban las cosas interesantes, los hombres sabían, pero aquí ellas eran las que sabían. ¿Quiénes más que ellas iba a saber con certeza lo que les había pasado, lo que les había dolido y lo que les había molestado?

Para Alondra, ese ejercicio también puso de manifiesto algo que no es habitual para muchas mujeres: poner la voz en lo público. “Ellas llevaban toda una vida de patriarcado, en donde siempre los hombres tenían la razón, los hombres hablaban las cosas interesantes, los hombres sabían, pero aquí ellas eran las que sabían. ¿Quiénes más que ellas iba a saber con certeza lo que les había pasado, lo que les había dolido y lo que les había molestado?”

Además, tras compartir tantas experiencias juntas -desde sus historias personales, pasando por el taller, hasta el proceso de grabar en la radio-, esas seis mujeres mayores, antes desconocidas, hoy se reconocen como amigas. Construyeron un grupo de cuidado entre ellas, de contención emocional y de apoyo. Y hoy, están mucho más empoderadas de cara a las demás generaciones.

–¿Qué ha sido lo más importante de realizar esos contenidos?

Magaly responde inmediatamente: “la importancia que tuvo, tiene y tendrá es hacer conciencia en los jóvenes, que nosotros, los adultos mayores, necesitamos primero que todo amor, respeto, paciencia y encarecidamente su ayuda para seguir adelante con nuestras vidas”.

Del otro lado del teléfono, Nélida se tarda un poquito en contestar. Luego, dice: “para que las personas tomen conciencia de que las personas mayores necesitan más cariño. Yo no entiendo qué tienen dentro las personas que nos tratan mal para actuar de esa manera… Todos merecemos respeto desde que nacemos, somos seres todos: las guaguas, los niños, las niñas, los adolescentes, todos necesitamos respeto, todos. Espero que escuchando nuestros mensajes las personas no se olviden de eso”.

Sea como sea, Jeanne Arellano, Magaly Bustos, Rosa Contreras, América Guelet, Nélida Guzmán y Sonia Reyes seguirán reflexionando sobre la vejez y pensando en aportes para las siguientes generaciones. Varias de ellas ya están participando de un nuevo taller de escritura creativa entre mujeres. Ahí, hablan de roles de cuidado, edadismo y visiones críticas sobre el machismo. También sobre sus sueños y sus existencias.

Habrá que esperar para saber si esas reflexiones también saldrán a la luz pública. Si todos podremos escuchar nuevamente las viejas voces o, al menos, leerlas. Ojalá que así sea.

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