Paula

La nueva sexualidad de las chicas

En su libro Girls & Sex, Navigating the Complicated New Landscape la periodista y best seller estadounidense Peggy Orenstein, hace un compendio de (casi) todo lo que alguien quiere saber sobre la sexualidad de sus hijas adolescentes, pero teme preguntar.

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Paula 1202. Sábado 18 de junio de 2016.

Todo empezó cuando su propia hija empezó a acercarse a la adolescencia. Entonces, a la escritora y best seller estadounidense, Peggy Orenstein (54) comenzó a rondarla una pesadilla: que la chica –hoy de 12 años– terminara siendo parte de esas historias escabrosas que contaban sus amigos sobre la sexualidad juvenil de sus hijos. Entonces, Orenstein decidió ponerse a investigar los códigos que están definiendo hoy el sexo entre adolescentes y universitarios. Durante tres años entrevistó a 70 de ellas, además de sociólogos y sicólogos. La crónica de su investigación y las sorpresas que descubrió en el camino las recopiló en Girls & Sex, su último libro que lanzó en abril (US$ 26,29 en www.amazon.com), del que habla en esta entrevista con Paula desde su casa en California.

¿Qué gatilló este libro?

Se juntaron varias cosas. Venía escuchado a varios amigos contar historias de sus hijos que estaban en esto de la hookup culture (encuentro sexuales fortuitos), el binge drinking (emborracharse hasta intoxicarse) y sexting (envío de contenido erótico vía mensaje de texto). Al escucharlos, una parte de mí quería hacer oídos sordos, pero también me daba cuenta de que ser ignorante y desconocerlo no era buena idea, también porque acá, en Estados Unidos, estamos teniendo esta conversación acerca de los asaltos sexuales en los campus universitarios. Sentí que era urgente entablar esta conversación sobre qué entienden los adolescentes por consentimiento, porque se está creando una cultura donde hay mucha coerción y violencia sexual hacia las chicas que pasa inadvertida.

"Muchas tienen asociado el sexo a una meta, y no ven que antes de eso hay aspectos muchos más importantes como los afectos, la cercanía, la comunicación, el deseo. Y de eso hasta ahora los padres casi no hablan con sus hijas".

En tu libro hablas de que hay un salto de generación entre los padres, quienes no tienen idea cómo sus hijas enfrentan la sexualidad. ¿Cómo resumirías ese salto?

Las jóvenes de hoy han crecido en un mundo que es 24/7, mediatizado y están siendo bombardeadas a un nivel nunca antes visto de imágenes de mujeres sexualizadas, de porno o mujeres que actúan como objetos sexuales para el placer masculino. Y al estar tan expuestas a todo eso, las chicas están entendiendo que tienen que ser hot, porque creen que es más importante cómo sus cuerpos son vistos por los demás, que lo que ellas sienten por su propio cuerpo. A eso se suma que han crecido escuchando discursos sobre el empoderamiento femenino, pero es confuso, porque asocian empoderamiento con la libertad de usar su cuerpo como motor de placer sexual. Y eso ocurre porque los padres guardan silencio y no las ayudan a diferenciar qué es lo correcto de lo equivocado.

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Ilustración: Archivo revista Paula.

Entrevistaste a muchas adolescentes y universitarias. ¿Qué te sorprendió de sus testimonios?

La naturalidad y soltura al contar sus historias y también que no tienen conceptos claros de qué es la sexualidad. Por ejemplo, creen que el sexo oral no es tener sexo, sino que lo ven como un paso más en el coqueteo. Entonces se mueven en un espacio donde las reglas sobre consentimiento, responsabilidad y respeto son desiguales entre hombres y mujeres. Muchos tienen asociado el sexo a una meta, y no ven que antes de eso hay aspectos mucho más importantes como los afectos, la cercanía, la comunicación, el deseo. Y de eso los padres casi no hablan con sus hijos.

¿Los padres no se dan cuenta o no saben cómo plantear esa conversación?

Yo creo que estamos tan rodeados de mensajes sexualizados que eso nos hace creer que somos una sociedad más abierta, pero ese es un pensamiento equivocado. Lo cierto es que no sabemos cómo hablar de sexo con nuestros hijos porque nuestros padres tampoco supieron hacerlo con nosotros. Pero es el momento de que eso cambie, porque sabemos por otros países como Holanda, ejemplo que cito en el libro, que cuando los padres hablan con sus hijos, hombres y mujeres –no solo de las conductas de riesgo, sino de los afectos, de la responsabilidad y de disfrutar la sexualidad– ese es uno de los mejores mecanismos para una sexualidad sana, porque en vez de tomar decisiones forzadas por otros, las adolescentes toman decisiones informadas y tienen una mejor relación con su cuerpo. Eso ha llevado a reducir embarazos no deseados y la violencia sexual.

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"Yo escribí el libro con la idea de entregar un espacio neutral donde tantos padres y adolescentes y universitarios pudieran leer las historias y así decir "y tú qué opinas sobre lo que cuenta esta chica", sin necesariamente hablar de la experiencia de cada uno, porque da verguenza. El libro es un empujón para empezar a tener la conversación sobre sexualidad, afectos, placer y responsabilidad".

Para tu libro entrevistaste a muchos especialistas. ¿Hubo alguna reflexión que te sorprendiera?

Sí. Un sicólogo de la Universidad de Michigan me dijo que cuando impera la desigualdad en la sexualidad ocurre lo mismo que cuando se reparten las tareas de la casa: es un terreno donde uno solo es quien tiene el poder, quien toma las decisiones, el que disfruta. Y que en eso las mujeres salen perdiendo si no les han enseñado a conocer sus cuerpos desde pequeñas. A diferencia de los niños, a las niñas no se les suele decir cómo se llama todo eso que está entre su ombligo y las rodillas. Y, como no se le pone nombre, entran a la etapa de las experiencias sexuales de una manera desigual, porque como son ignorantes de su propio cuerpo, no saben lo que pueden esperar.

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