Lo que me enseñó mi abuela




“Desde que tengo consciencia mi abuela Lila ha estado junto a mi. Me acompañó desde que era tan solo una niña, hasta mi adolescencia y adultez. Yo vivía en Punta Arenas y ella en Maihue, por lo que yo y mi mamá viajábamos todos los veranos a su casa en el campo. Son tantas las anécdotas que recuerdo.

Mi abuela se convirtió en alguien fundamental para mí. Siento que ella prácticamente escribió mi destino con sus consejos y su estilo de vida. Ella me enseñó a recorrer mi propio camino.

En mi familia se ha repetido un patrón de violencia y dominio masculino. No solo lo vivió la Lila, sino que también mi mamá, mis hermanas y yo. Y aunque ese parecía ser mi destino, mi abuela me ayudó a romper ese círculo y a tomar las riendas de mi vida. La Lila me enseñó a ser libre e impetuosa. A no parar ante nada y a volver a empezar una y mil veces.

La Lila es una mujer de campo. De ella aprendí a nadar, madrugar, tejer y bordar. También aprendí sobre bosques, huertas y hierbas medicinales. Mi abuela no solo me enseñó de negocios, de crianza y cocina, ella me enseñó a levantarme luego de quebrarme, ella me enseñó mi poder. Después de sufrir por muchos años, hoy soy capaz de ver lo que soy. Al fin puedo mirarme en el espejo y sonreírme, abrazarme y agradecerme. Nunca supe de dónde salió esa fuerza, pero ahora que miro a mi abuela de 92 años, lo entiendo todo. Porque todo lo aprendí de ella.

Lamentablemente mi abuela sufrió un accidente, pero su huerta, flores, hierba y hortalizas aún están. Ellas son su canto vivo y estarán ahí hasta que el suspiro de Lila amanezca en su paraíso. No sé como se llama esto; ¿amor? ¿admiración? ¿agradecimiento? Lo que sí se, es que mi abuelita es y será lo mejor que nos pasó a muchos de mi familia.

Marcela tiene 35 años y es asistente social.

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