Paula

El peso del entorno escolar en la salud nutricional de la niñez

El sobrepeso y la obesidad infantil son dos de los principales problemas de salud en Chile y traen consigo efectos negativos, físicos y mentales. ¿Cómo puede el entorno escolar convertirse en un motor de cambio frente a la creciente crisis de obesidad infantil en Chile?

A los cinco años, casi la mitad de las niñas y niños en Chile ya carga con un problema de malnutrición por exceso: el 48% de las y los estudiantes de kínder presentan sobrepeso u obesidad. Así lo reflejan los datos del más reciente Mapa Nutricional desarrollado por Junaeb.

El problema no es exclusivo de nuestro país. A nivel mundial, el sobrepeso y la obesidad infantil han alcanzado niveles críticos: según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), estos se perfilan como uno de los desafíos más importantes del siglo XXI.

Frente a esta realidad, Paloma Del Villar, directora de Observatorio Niñez Colunga, advierte que se necesita una mirada integral para abordar este reto. “La obesidad infantil no se combate solo desde el plato: requiere actividad física, educación, comunidad y entornos escolares que promuevan elecciones saludables”, dice.

La exposición temprana a alimentos no saludables —como golosinas, comida rápida y bebidas azucaradas—, una baja actividad física y, en algunos casos, factores genéticos, son las principales causas del sobrepeso y obesidad infantil. Estas situaciones se desarrollan sobre todo en los espacios cotidianos de niñas y niños: su hogar y, especialmente, su escuela.

Entorno escolar: un espacio que moldea hábitos

“Bebidas, donats, helados, chocolates, galletas, hasta mini pepperoni. Lo único saludable son cereales, agua y fruta picada en vasos, pero la fruta es solo en primavera y verano”. Así describe Santiago, estudiante de octavo básico en un colegio particular de Estación Central, el kiosco de su escuela. Pero no es solo eso. “También algunos compañeros en distintos cursos venden cosas que no hay en el kiosco. Un niño en media vende panqueques, por ejemplo”, agrega.

Esta experiencia, lejos de ser una excepción, ilustra cómo el entorno escolar muchas veces, en lugar de contrarrestar, refuerza el acceso a alimentos poco saludables. “Yo llevo colación, así que si me compro algo, es para darme un gustito, por eso casi siempre son dulces”, confiesa Santiago.

Los establecimientos educacionales no son espacios neutros, tienen un rol protagónico en la alimentación. Así lo explica Nelly Bustos, nutricionista experta en entornos alimentarios escolares: “En 2016, la OMS identificó a la escuela como uno de los factores que protegen y ayudan a acabar con la obesidad infantil, y tiene que ver con que es un ambiente en donde los niños crecen y se desarrollan de manera alegre y saludable”, dice.

El entorno alimentario escolar se refiere a los alimentos que se consumen, venden y distribuyen en las escuelas y los espacios contiguos, así como la presencia de publicidad, huertos escolares y la educación alimentaria.

En 2012 se estableció la Ley de Alimentos, que prohibió la venta y publicidad de productos con sellos “Altos en” dentro de las escuelas, con el fin de mejorar la alimentación y combatir la malnutrición por exceso, pero no ha funcionado de la manera esperada.

“Aunque en Chile existe una ley que prohíbe la venta de comida chatarra en los establecimientos escolares, los niños señalan que aún se venden bebidas azucaradas y golosinas dentro de sus colegios. Se requiere mayor fiscalización y un compromiso real de toda la comunidad educativa para garantizar entornos que favorezcan la salud y el bienestar infantil”, exige la directorio del Observatorio Niñez Colunga, Paloma Del Villar.

En su sitio web, el Observatorio tiene desarrollado un indicador de entorno alimentario escolar que hace doble click sobre este tema, destacando la persistente venta de comida no saludable en las escuelas, pese a la Ley 20.606. El indicador se construye a partir de la declaración que hacen niñas y niños de 4° básico acerca de los alimentos que se venden en su colegio: bebidas gaseosas, comida rápida y/o golosinas, comida saludable y si, además, hay presencia de publicidad de comida no saludable.

En su análisis, el Observatorio presenta datos preocupantes sobre el escenario alimentario de los colegios y evidencia la necesidad de fortalecer políticas públicas y prácticas que promuevan entornos escolares más saludables. De hecho, detalla que 1 de cada 3 niñas y niños declara que se venden golosinas en su colegio y 1 de cada 5 señala que se vende comida chatarra. También alerta que la venta de comida saludable reportó su punto más bajo en la última medición: 40% de las y los estudiantes declaró la venta de estos productos en 2022 (la última medición), versus un 56% en 2018. Por otro lado, en 1 de cada 5 estudiantes reportó la presencia de publicidad de alimentos con sellos en su colegio.

Nelly Bustos explica que, si bien la Ley de Alimentos es un avance, es necesario mejorar su aplicación. “Hay que optimizar lo que ya ofrece el sistema e insertar la educación alimentaria nutricional en el currículum. También estandarizar las colaciones y proteger el entorno a través de los kioscos saludables o eliminar los kioscos, fiscalizar que se cumpla la Ley y apoyar medidas para evitar la venta de alimentos altos en nutrientes críticos en los accesos principales de las escuelas”, reflexiona la nutricionissta.

Y es que en muchos establecimientos educativos, a solo metros de sus puertas, se instalan carritos que venden casi exclusivamente productos con sellos. Solo algunos minutos después de que suena la campana que indica la salida, ya se pueden ver a los vendedores rodeados de niñas, niños y adolescentes ansiosos por conseguir un dulce o snack para comer en el camino de vuelta a sus casas.

Claves para transformar el entorno escolar

Construir entornos escolares que faciliten y promuevan una alimentación saludable es fundamental para revertir la tendencia de malnutrición por exceso en Chile. La sola prohibición de productos con sellos y su publicidad no basta: se requiere un enfoque más amplio, sostenido y comunitario.

El Programa de Alimentación Escolar (PAE) es uno de los principales instrumentos en esta tarea. Actualmente, entrega desayuno, almuerzo y colaciones con foco saludable a escuelas con financiamiento estatal, beneficiando a más de 1.800.000 niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad. Las minutas son diseñadas por nutricionistas y luego aprobadas por la Junaeb, buscando asegurar un aporte nutricional adecuado.

A esto deben sumarse estrategias que fomenten la actividad física y que eduquen respecto a la alimentación y vida saludable que incluya a toda la comunidad. “Comedores escolares bien gestionados, kioscos con frutas y agua, y clases de cocina saludable pueden cambiar el rumbo de la nutrición infantil en Chile. Además, es importante involucrar y educar a toda la comunidad”, indica la directora de Observatorio Niñez Colunga.

Esto último es un factor en el que Bustos enfatiza: “Hay que generar conciencia a toda la comunidad educativa de que estos alimentos, aún en pequeñas cantidades, si tiene un consumo frecuente, generan patologías crónicas y obesidad. Incorporar a la familia en todo este proceso es fundamental”.

Como método para combatir el desafío, el programa Elige Vivir Sano —junto al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile y la Agencia Chilena de Cooperación Internacional para el Desarrollo— desarrollaron una guía con cuatro pilares fundamentales para lograr entornos escolares saludables:

  1. Regulación: leyes que prohíben la venta y publicidad de comida chatarra en escuelas.
  2. Formación: educación alimentaria y actividad física como parte del currículo.
  3. Vinculación: participación activa de las familias en el proceso educativo saludable.
  4. Integración: cambios en la infraestructura para facilitar ambientes saludables (agua potable, baños limpios, comedores adecuados).

Un desafío urgente y colectivo

A pesar de contar con una ley y múltiples orientaciones que buscan combatir la obesidad infantil, las cifras siguen creciendo. La OCDE ya estableció la malnutrición por exceso en la niñez como una prioridad de la salud pública mundial, subrayando la urgencia de actuar con medidas concretas.

En Chile tenemos avances normativos y programas en marcha, pero para revertir esta tendencia es necesaria una transformación desde la raíz a los ambientes en que niñas y niños se alimentan, juegan y aprenden. Hoy se debe fortalecer el compromiso político para construir entornos educativos saludables que aseguren el bienestar de la niñez.

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