La reapertura de China complica la lucha mundial contra la inflación

Con la economía china de nuevo abierta, los clientes compraban flores para el Año Nuevo Lunar el viernes en Hong Kong. FOTO: TYRONE SIU/ REUTERS

Una economía china más fuerte impulsará la demanda de materias primas, pero podría aliviar los estancamientos en la cadena de suministro, lo que enviaría señales contradictorias a los banqueros centrales. En China ya están apareciendo los primeros indicios de un aumento de la inflación, aunque sigue siendo mucho menor que en Estados Unidos y Europa.


HONG KONG- Justo cuando los indicios apuntan a una relajación de la inflación en todo el mundo, la reapertura económica de China tras años de estrictos controles está suscitando dudas sobre si podría volver a disparar los costos.

Muchos economistas no están demasiado preocupados, pero afirman que la incertidumbre inicial complicará las cosas a la Reserva Federal y a otros bancos centrales que han estado subiendo las tasas de interés para luchar contra la inflación, frenando el crecimiento económico.

Es probable que China consuma más energía a medida que su economía se recupere, presionando al alza los precios del petróleo y otras materias primas. Al mismo tiempo, sin embargo, su reapertura podría aliviar los estancamientos de la cadena de suministro y permitir a las fábricas aumentar la producción, resolviendo algunos problemas que contribuyeron al aumento de la inflación en 2022.

Ambos efectos podrían compensarse mutuamente con el tiempo, pero las corrientes cruzadas podrían dar a los bancos centrales una razón para mantener las tasas más altas durante más tiempo mientras vigilan el impacto de China, incluso mientras otras partes del mundo coquetean con la recesión.

China va a ser un factor X en la inflación mundial, y la Reserva Federal no puede hacer mucho al respecto”, dijo Leland Miller, director ejecutivo de China Beige Book, una firma de investigación con sede en Washington, D.C.

Beijing mantuvo el crecimiento artificialmente deprimido durante gran parte de los tres últimos años, mientras cerraba ciudades y endurecía las restricciones fronterizas para evitar que el Covid-19 se extendiera. Las importaciones de petróleo cayeron por segundo año consecutivo en 2022, y el crecimiento económico general se enfrió hasta el 3%, una de sus tasas más bajas en décadas.

Las autoridades abandonaron bruscamente los controles de la pandemia a finales del año pasado, lo que provocó una oleada de casos de Covid, y las expectativas de una fuerte recuperación económica una vez que pase esa oleada. Los economistas de Wall Street prevén un crecimiento económico del 5% o superior este año.

Por su parte, los consumidores chinos, atrapados en sus departamentos durante parte de la pandemia, acumularon más de US$ 2,2 billones en depósitos bancarios el año pasado, lo que debería impulsar un mayor gasto.

En China ya están apareciendo los primeros indicios de un aumento de la inflación, aunque sigue siendo mucho menor que en Estados Unidos y Europa. Las tarifas hoteleras se han disparado en los puntos turísticos más importantes, y los precios de los alimentos subieron un 4,8% en diciembre con respecto al año anterior.

La Agencia Internacional de la Energía ha declarado recientemente que espera que el creciente apetito de China por el petróleo impulse la demanda mundial total hasta un récord de 101,7 millones de barriles diarios, muy por encima de los niveles anteriores a la crisis.

Según los economistas de Société Générale, si se mantiene el impulso de reapertura de China, los precios del crudo Brent podrían alcanzar un promedio de US$ 100 el barril a finales de año, frente a los US$ 82 actuales. El encarecimiento del petróleo se traducirá en un aumento de los costos de la gasolina y los fletes, incluso en Estados Unidos, donde los precios de la gasolina han bajado mucho últimamente.

El apetito de China por el gas natural para la industria y los productores químicos también podría convertirse en un problema, impulsando los precios al alza en un momento en que Europa se esfuerza por asegurar más suministros energéticos.

Cualquier aumento de los precios se produciría en un momento en que la inflación parece disminuir. En diciembre, la inflación estadounidense se enfrió por sexto mes consecutivo, mientras que la tasa del Reino Unido se suavizó por segundo mes consecutivo. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la inflación anual del Grupo de las 20 economías más grandes cayó en noviembre, lo que supone el primer descenso de la tasa de inflación del G-20 desde agosto de 2021.

Incluso si los precios del petróleo alcanzan los US$ 100 el barril con la reapertura de China, estarían muy por debajo de los máximos de 2022, cuando subieron a unos US$ 130 el barril.

Algunos economistas creen que la desaceleración del crecimiento en EE.UU. y otros países podría deprimir los precios del petróleo más de lo que China los impulsaría.

“En los próximos dos meses, habrá cierta decepción por el lado de la demanda a medida que Estados Unidos y el Reino Unido entren en desaceleración”, dijo Caroline Bain, economista jefe de materias primas de Capital Economics, con sede en Londres, en un reciente seminario web con clientes. “Eso no se vería compensado del todo por un repunte en China”.

La demanda de otras materias primas podría seguir siendo moderada, según los economistas. A diferencia de lo ocurrido durante la crisis financiera mundial, cuando Beijing aprobó un gasto de estímulo en infraestructuras que alimentó una enorme demanda de metales, desde el cobre hasta el mineral de hierro, China ha frenado el gasto masivo esta vez. El mercado inmobiliario del país, una de las principales fuentes de demanda, sigue sufriendo una fuerte caída.

Mientras tanto, la reapertura de China podría ayudar a aliviar las presiones inflacionistas causadas por los problemas en la cadena de suministro, después de que los cierres por el Covid provocaran numerosas interrupciones en fábricas y puertos.

Un índice que mide las tarifas de flete de los contenedores que salen de los principales puertos chinos ha caído un 80% con respecto al año anterior, hasta el nivel más bajo desde el verano de 2020, volviendo en gran medida a las normas prepandémicas.

Klaas Knot, presidente del Banco Central holandés y miembro del consejo de gobierno del Banco Central Europeo, comentó en una entrevista reciente que la recuperación de China, inicialmente, será inflacionista, en parte porque compite por los mismos suministros de gas natural licuado que otros países.

Pero, “con el tiempo, también eliminará algunas de las restricciones de oferta que aún persisten. Así que, con el tiempo, estoy menos seguro de que sea inflacionista”, afirmó.

Ahora bien, los economistas de Société Générale prevén que los efectos inflacionistas de China no serán suficientes para alterar la política monetaria de la Reserva Federal y el BCE. Sin embargo, no descartan la posibilidad de que el repunte de la demanda energética china sea “aún más acusado o más fuerte de lo que pensamos”, lo que a su vez podría obligar a la Reserva Federal a subir las tasas de interés más de lo previsto.

Como mínimo, la reapertura de China probablemente impedirá que la inflación en otros lugares baje tanto como en otras circunstancias. Sólo eso podría obligar a los bancos centrales a mantener una política monetaria más restrictiva durante más tiempo, según Fred Neumann, codirector de investigación económica asiática de HSBC.

“China facilitó el trabajo de la Fed el año pasado”, dijo Neumann, “y lo dificultará este año”, agregó.

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