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Balbontín: "No vemos una crisis de deuda en la región como fue en los ochenta"

El ajuste en los mercados era de esperarse, asegura Manuel José Balbontín. Es que con la combinación de disminución de crecimiento mundial, dudas en la expansión de la actividad de mercados emergentes que han sido los líderes de la expansión, con China a la cabeza, y activos financieros con precios relativamente altos, no podía esperarse otra cosa. Eso sí, “quizás lo que ha pasado en estos dos primeros meses del año es que ha sorprendido la volatilidad más alta”.

¿Por qué fue tan alta?

En parte porque algunas noticias con respecto al crecimiento en China han sido algo peor de lo que se esperaban. Vimos cifras de salidas de flujos desde China muchos mayores de los vistos hasta ahora. Por ende, tuvo un impacto importante. Si a eso le agregamos que hay una serie de fondos soberanos de países que por mucho tiempo tuvieron un exceso de ingresos por los altos precios de las materias primas, que hoy están en una tendencia contraria, sobre todo los ligados al petróleo. Esto lleva a la volatilidad que hemos visto y que creemos que seguiremos viendo.

¿Cuál es su visión para la economía china?

China es un paciente que está siendo operado del corazón. Antes tenía dos fuentes principales de crecimiento. Una era la inversión en infraestructura doméstica, ciclo que creemos ya está terminando pues ya se ha hecho todo lo que se tenía que hacer. La otra, un modelo de exportación muy eficiente. Hoy el modelo en base a estos dos grandes flujos debe cambiar a uno donde hay que mejorar la calidad de vida de la población. Hay que ver cómo se mejoran los beneficios al pueblo chino. Hay que mejorar las condiciones de salud, de educación, de seguridad social. Todo eso hace que, en el tiempo, mejore también el consumo interno. De modo que este crecimiento de consumo interno compense la disminución de estas dos grandes válvulas de expansión. Eso demora tiempo, no es fácil. Es un proceso no completamente controlable, medio caótico, y eso hace que las dudas estén ahí.

Nuestra percepción es que, en este cambio de modelo, China se desacelerará.

¿A qué tasas?

China seguirá creciendo, pero más cerca de 4%-5% en los próximos años. Eso es bueno para China, pero es un ajuste respecto del ritmo de avance que traía. Probablemente vendrá acompañado de ciertas reestructuraciones financieras locales, pues hay ciertos problemas de deuda. También es probable que sea acompañado, ante la situación global, con devaluación de la moneda en China. Ello, de una manera u otra pone presiones sobre el mundo. Seguirá siendo una fuente de incertidumbre y volatilidad sobre los activos.

¿La devaluación adicional de la moneda china será gradual, como las vistas, o más radical?

Será relativamente pausado.

¿Cómo está viendo la política monetaria a nivel internacional y las “municiones” que le quedan?

La política monetaria seguirá siendo muy expansiva, sobre todo en los mercados desarrollados, donde lo más probable es que Japón seguirá inyectando liquidez al sistema. Ya no se pueden bajar mucho más las tasas de interés. Europa también seguirá en esa misma política de inyectar liquidez y con medidas cuantitativas. La Fed en EEUU, creo que cualquier movimiento será extremadamente cauteloso. La Fed, dado que no hay claridad de cómo las incertidumbres existentes pueden afectar a la economía de EEUU, que no hay aumentos de inflación en los desarrollados y la caída del petróleo, lo más probable es que hará una pausa por un tiempo.

En las últimas semanas se han visto bajas de clasificación en Colombia y Brasil ¿Podrá resistir América Latina este escenario?

Hay una desaceleración estructural en la región, que tiene componentes externos relacionados con el efecto negativo del desplome de las materias primas y con la baja de la confianza global de activos. Pero también hay situaciones locales, donde hay cierta inestabilidad social, política y económica en algunos mercados emergentes. Cuando hablamos de Latinoamérica, vemos situaciones de corrupción pública y privada, que también tienen una consecuencia en crisis de confianza, que hace que mucha de la inversión se frene. Hay pocas medidas contracíclicas por parte de los gobiernos en la región.

Entonces tenemos una situación complicada a nivel global como local, que hace que la desaceleración se mantenga en el tiempo, pero estos países tienen un amortiguador que son las monedas. Además, vemos cómo la clase media, que venía mejorando, ha creado un mayor nivel de demanda interna. Los países hoy tienen una situación de ahorro interno por lo que no dependen sólo de la inversión extranjera. La banca de la región tiene altos niveles de capitalización, incobrables muy bajos. Los consumidores están poco endeudados, al igual que las empresas. Por lo tanto, no vemos una crisis de deuda en la región, sí un empeoramiento de la situación. Eso se ha reflejado en una disminución de la calidad crediticia, lo que ha derivado en los downgrades. Tendría que ponerse mucho peor para que esto se convierta en un problema de deuda como fue en los años ochenta en Latinoamérica.

Ante esto, ¿qué recomienda a la hora de invertir?

Dada la corrección que hemos visto en acciones y dado el poco valor que existe en renta fija en general, creemos que hay más valor en acciones. Simplemente por dividendos de muchas compañías de mercados desarrollados con respecto a renta fija, creemos que hay mayor valor en acciones que en renta fija. A pesar de que serán más volátiles. No estamos en una situación en que el mundo entrará en una recesión global.

Segundo, favorecemos los mercados desarrollados por sobre los emergentes, pues los primeros están marginalmente mejorando, mientras que los emergentes en general se siguen desacelerando. Tercero, en renta fija vemos poco valor por los niveles de tasas de gobierno. Vemos más valor en la parte corporativa, pero hay que ser muy selectivos. En acciones en la región, los múltiplos no se ven muy baratos, porque la disminución de precios ha ido acompañada con descenso de utilidad.

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