Geoglifos de Atacama se ven amenazados por el impacto de la minería y los rallys

El desierto de Atacama alberga una de las mayores concentraciones de geoglifos del mundo, un valioso patrimonio arqueológico casi desconocido que corre peligro por el impacto de la minería y los rallys deportivos que se corren en el norte.
En la zona de Chug-Chug, situada en la región de Antofagasta, más de 1.600 kilómetros al norte de Santiago, hay cerca de 500 figuras, geométricas y humanas, repartidas por las laderas de los cerros. Algunas de ellas datan del año 1000 A.C, aunque la mayoría fueron realizadas entre el 900 y el 1450 D.C.
El Servicio Natural de Turismo reconoce que los geoglifos de Chug-Chug son poco conocidos, incluso en la región donde se encuentran. Aún así, no existe ningún organismo que vele por la preservación de los geoglifos.
Uno de los proyectos que amenaza el sector de Chug-Chug es el yacimiento Quetena, de la minera estatal Codelco, la mayor productora mundial de cobre. Para evitar que la actividad de la mina dañe los geoglifos de Chug-Chug, se ha acordado con Codelco un plan de protección y difusión del medio millar de figuras que reposan en los cerros.
Aún así, los rallys son el problema principal. No se trata solo del Dakar, que desde hace cinco años incluye el desierto de Atacama en su trazado, sino de otras carreras de ámbito nacional o simples aficionados que salen a pasear en moto por las dunas.
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