Irlanda y Estonia: Los modelos económicos que atraen la mirada de los candidatos presidenciables
El "tigre celta” y el “tigre del Báltico”, considerados décadas atrás como los países “pobres” del barrio, han despertado el interés de candidaturas de Evelyn Matthei y Johannes Kaiser por su explosivo crecimiento, estructura de impuestos, los altos niveles educacionales, el salto digital y productividad. Asesores de la carta del Socialismo Democrático, Carolina Tohá, también miran de cerca el caso irlandés, aunque con más cautela.
A uno le llaman el “tigre celta” y al otro el “tigre del Báltico”. Menospreciados hace décadas por muchos de sus pares europeos, los modelos de economía de Irlanda y Estonia han estado en la órbita de muchos técnicos y políticos del mundo en los últimos años y hoy han captado la mirada de asesores y candidatos presidenciales en Chile.
Según las últimas estadísticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) a 2025, Irlanda tiene un PIB por habitante de US$134 mil, casi cuatro veces más que el per cápita chileno, lo que lo sitúa como uno de los cinco más altos del mundo y mayor a todos los grandes referentes europeos. Con 5,5 millones de personas, Irlanda era considerado a principios de los años 90 como el país más pobre entre los ricos del “barrio” y tenía una actividad estancada, altas tasas de emigración y una feble industria.
Sin embargo, desde la década pasada, el denominado “milagro” irlandés comenzó a gestarse de la mano de los efectos de su unión a la entonces Comunidad Económica Europea y la liberalización más profunda de su comercio. A fines de los años 80, Irlanda inició una serie de reformas tributarias y fiscales y puso atajo a su deuda pública de más del 100% del PIB en esa misma década, en medio de acuerdos sociales entre trabajadores, el gobierno y el mundo empresarial.
Tras una serie de graduales cambios a la legislación impositiva, la tasa de impuesto a las empresas se pasó del 50% al 12,5% a principios del 2000, lo que generó un fuerte repunte de la inversión extranjera y la consolidación de Irlanda como uno de los países de mayor crecimiento económico en las tres últimas décadas. Hoy el país celta tiene decenas de multinacionales, especialmente tecnológicas, que han decidido instalar sus oficinas centrales, y su mano de obra es una de las más productivas de Europa. Su sistema educativo, además, es el de mejor de estándar del continente, según los resultados de la prueba PISA.
Algunas características del “milagro” irlandés son compartidas por el caso de Estonia. Con una población de 1,3 millones de personas, a principios de los años 90 la economía del Báltico se independizó de la entonces Unión Soviética, en un complejo inicio a la transición a la economía de mercado. En busca de aprovechar su experiencia de la era soviética, Estonia comenzó una revolución tecnológica en los 90 y hoy es considerado el país más digitalizado del mundo, y donde las interacciones entre el Estado y sus ciudadanos están completamente en la red.
La fácil relación digital que existe con el Estado, también ha sido tierra fértil para el alabado sistema tributario de Estonia. En 2025, el país logró posicionarse por undécima vez como el líder del Índice de Competitividad Fiscal del Tax Fundation, superando a los otros países de la Ocde, gracias a la simplicidad y facilidad de su sistema tributario para las empresas. Estonia tiene una tasa plana del 22% a las rentas personales y, en el caso de las empresas, el impuesto sólo se aplica al momento de distribuir ganancias. Además de ser un referente mundial en materia de educación, el pequeño país del Báltico goza de un PIB por habitante de casi US$50 mil.
Los ejemplos de los “tigres”
La carta a La Moneda de Chile Vamos, Evelyn Matthei, ha mostrado su admiración por la experiencia económica irlandesa y ha valorado su baja tasa de impuesto corporativo respecto de Chile y otras economías desarrolladas. “Uno piensa, ¿quién podría invertir en Chile con un 27%, versus Irlanda con un 12,5%? Ese es el punto”, dijo Matthei recientemente. “(Esa tasa) catapultó la economía de esa nación”, añadió la candidata.
Con un análisis más cauteloso, el exvicepresidente del Banco Central, Pablo García, quien entregó recientemente su público apoyo a la candidatura de Carolina Tohá, destacó el caso de Irlanda por haber logrado una base tributaria personal mucho más amplia que la de Chile, aunque llamó a ser cuidadoso en copiar mecánicamente alguna de sus políticas. “Una estrategia de largo plazo de integración financiera y comercial con el mundo, de aprovechamiento de ventajas comparativas (la cercanía a Europa en el caso de Irlanda, las energías renovables y la minería en el caso de Chile), y fuerte inversión en capital humano, son parte de la agenda de éxito de Irlanda que trascienden la mera tasa de impuestos a empresas y que pueden servir de ejemplo para Chile”, escribió en una columna de opinión en El Mercurio la semana pasada, donde compartió autoría con el economista Kevin Cowan.
En reciente entrevista con Pulso, el vocero económico de Carolina Tohá, Álvaro García, también mostró matices con el ejemplo de Irlanda, aunque dijo que la candidatura de la exministra también apunta a bajar los impuestos corporativos tal como lo ha hecho ese país. “Recuerdo cuando Evelyn Matthei señaló esta intención de rebajar radicalmente los impuestos: señaló como ejemplo a Irlanda. Ahí se bajaron radicalmente los impuestos a la empresa, pero le faltó decir que se subieron radicalmente los impuestos a las personas y que la carga tributaria no cambió. Y que es relativamente igual a la chilena. Si no se ve la otra parte de la película, le va a ir mal. Nosotros estamos diciendo que queremos bajar los impuestos, pero de manera compensada, tal cual lo hizo Irlanda, pero no en esas magnitudes”, dijo la semana pasada García.
El coordinador macroeconómico de Clapes UC, Hermann González, destaca la baja tasa de impuestos corporativos y otros incentivos que han atraído la inversión extranjera y han contribuido a la transformación tecnológica y de servicios de Irlanda. Los principales productos exportados por Irlanda son farmacéuticos y químicos, lácteos y cárnicos, maquinaria y equipos electrónicos, complementó el economista.
“Sin embargo, el éxito económico de Irlanda no responde sólo a los bajos impuestos. También ha sido importante, como en la mayoría de los países exitosos, la priorización de la educación, con énfasis en habilidades técnicas y en la formación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática. Se suma a esto la calidad de su infraestructura física y digital, un mercado laboral flexible, la estabilidad política, macroeconómica e institucional y, como se mencionó, un alto grado de integración al comercio de bienes y servicios”, afirma González, quien agrega que las lecciones para Chile apuntan a avanzar “responsablemente” en mejorar su competitividad tributaria, priorizar la inversión en educación y capital humano, crear mejores condiciones de seguridad e infraestructura, y flexibilizar el mercado laboral, entre otros.
En relación a el exitoso camino de Estonia, el economista de Clapes UC dice que hay que ser cuidadoso con extrapolar directamente los resultados a Chile. “Uno de los elementos distintos del éxito de Estonia es la digitalización de su economía y la creación de un ecosistema que favorece la innovación y la inversión extranjera en la industria tecnológica. Nuevamente, la educación es un pilar fundamental para el éxito económico de este país”, añade.
Una de las candidaturas que ha resaltado a Estonia como ejemplo, es la del líder del Partido Nacional Libertario, Johannes Kaiser. Su vocero económico, Víctor Espinosa, ha destacado la transformación radical de la economía báltica, al instalar el libre mercado; eliminar subsidios, aranceles y “permisología”; privatizar empresas estatales; e instaurar el primer “flat tax” (tasa plana de impuestos) en Europa. “Estonia pasó de ser, hasta 1998, más pobre que el promedio de América Latina, a tener un PIB per cápita superior al de Portugal y Grecia, y comparable al de Polonia o incluso Japón. Para Chile, Estonia es una demostración concreta de que con liderazgo, coherencia y visión de futuro es posible construir una economía moderna, libre y globalmente competitiva”, añade Espinosa. Durante la anterior campaña presidencial, el candidato de Republicanos, José Antonio Kast, también había destacado la experiencia tributaria y digital del “tigre del Báltico”.
Hugo Hurtado, socio de Tax & Legal en Deloitte, comparte los elogios a economías como Irlanda y Estonia en sus diferentes características. Irlanda recauda casi tres veces lo que se consigue en Chile como porcentaje del PIB en materia de impuestos personales, destaca Hurtado, quien precisa que el impuesto marginal (tasa más alta aplicable) no es más alto que el chileno (44%).
“Ambos modelos tributarios han sido reconocidos por promover la inversión; sin embargo, es necesario hacer presente que la baja de tasa no es suficiente para atraer más capital si no va acompañada de estabilidad macroeconómica, jurídica y política, junto a otros factores esenciales como, por ejemplo, normas claras y expeditas para materializar la inversión”, afirma Hurtado.
El socio de Tax & Legal en Deloitte también destaca que Irlanda, aplicando menos impuestos, ha logrado reducir la desigualdad en el índice Gini. “En efecto, Irlanda y Chile son relativamente similares en términos de desigualdad antes de impuestos y transferencias, marcando 0.47 y 0.48 en este coeficiente, respectivamente. Sin embargo, según la OCDE, después de impuestos y transferencias el factor baja en Irlanda a 0.27 y el Chile a 0.43. En ese sentido, Irlanda mejora casi 20 puntos y nuestro país sólo lo hace en 5 puntos. Esto se debe -principalmente- a que tres cuartas partes de la mejora son producto de transferencias directas que realiza el Estado irlandés a las personas”, explica.
Natalia Aránguiz, gerenta de estudios de Aurea Group, destaca el énfasis de las actuales candidaturas en bajar el actual nivel impositivo que pagan las empresas y dice que, por el contrario, sería un despropósito reformar la estructura tributaria.
“Debemos recordar que en el The Global Competitiveness Report de 2008-2009, Chile era comparable con Polonia, Estonia, Hungría y Croacia. No obstante, de acuerdo con las cifras actualizadas del FMI, hoy todas esas jurisdicciones son desarrolladas, menos nosotros. Si bien esto responde a múltiples dimensiones, una de ellas es tremendamente significativa para la inversión: ergo, para el crecimiento del PIB”, añade.
Destaca que esos países, a diferencia de Chile, potenciaron la inversión y el crecimiento, y con resultados evidentes. “Para atraer inversión extranjera directa y fomentar el esquivo crecimiento económico, es necesario que Chile se diferencie de sus competidores regionales y globales, ofreciendo un entorno tributario estable y más favorable. Solo así podremos responder a la interrogante de por qué un inversionista preferiría invertir en nuestra economía, en lugar de hacerlo en otras condiciones más ventajosas”, concluye. Sin embargo, la economista de Aurea Group matiza y dice que la base imponible personal de los asalariados en esos países de Europa es notablemente más amplia que la chilena y repara en la equidad del régimen impositivo para los adultos mayores.
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