Pablo García: “El Banco Central ha ido reaccionando para que el problema inflacionario sea algo transitorio, no se eternice”

Pablo García, vicepresidente del Banco Central.

El vicepresidente del BC enumera variables que harán bajar la inflación en 2023: una economía que ya no estará sobrecalentada y la normalización de precios de productos básicos, entre otras. Respecto de su voto de minoría en la última Reunión de Política Monetaria señala: “Yo consideraba que subir la tasa a 11% era más apropiado dado los desafíos que tenemos”. Le quita relevancia a que haya habido por primera vez una votación a tres bandas, planteando que “hay diferencias en el consejo y no veo problema en que se manifiesten”.


Nunca en sus ocho años como consejero, la inflación, hoy en 14,1% en doce meses, había sido un problema tan acuciante. Pablo García, vicepresidente del Banco Central desde febrero, dice que la inflación sigue siendo un “riesgo preocupante” y que por ello el BC ha actuado como lo ha hecho. García cree que una “suma de variables” podrían revertir en 2023 los hechos que llevaron al IPC donde está. Y ello permitirá, dice, comenzar a bajar la tasa de interés, hoy en 10,75%. “Pero es condicional al escenario”, advierte. Tampoco considera dramática la recesión prevista: “Tener un año donde la economía se contrae es necesario”.

El IPC de agosto de 1,2% se ubicó por sobre lo esperado por el mercado, ¿sorprendió también al Banco Central?

Nuestras proyecciones son básicamente de tendencia, con frecuencia trimestral y, en ese sentido, no hay una diferencia muy material. Incluso se puede ver que la decisión de política monetaria fue un poco más alta de lo que se esperaba. En ese contexto, esto no es un cambio material del escenario del Informe de Política Monetaria (IPoM).

Pero el mercado, según la última Encuesta de Expectativas Económicas, prevé un IPC a fin de año de 12,5%, por sobre el 12% del BC. ¿Ya quedaron cortos con su estimación?

Las proyecciones del IPoM las realizamos con la mejor información que tenemos disponible. Por supuesto vamos revisando continuamente nuestro escenario, pero lo que presentamos es lo que nos hace sentido con el encuadre macroeconómico que tenemos. El escenario del informe sigue estando vigente. Lo vamos a ir monitoreando, pero por ahora no hay ninguna modificación.

La diferencia en las proyecciones de inflación entre el BC y el mercado no es reciente. De hecho, ustedes la han corregido al alza en todos sus informes. ¿Han subestimado la presión de los precios?

Hemos ido corrigiendo las proyecciones al alza porque la economía chilena ha estado sometida a sucesivos shocks y es difícil decir que habían sido anticipados. Partimos con un escenario con una economía sobrecalentada el año pasado. De hecho, comenzamos subiendo las tasas antes de lo que se esperaba. Eso coincidió con un escenario de tensiones globales por el Covid, luego siguió con los problemas en los precios de los combustibles y alimentos por la guerra en Ucrania. Después vino la Reserva Federal (Fed), que tuvo un tono mucho más alcista, lo que presionó las monedas de las economías emergentes y eso llevó a que el dólar mostrara una fortaleza no vista en décadas. También tuvimos fenómenos locales que han presionado el tipo de cambio al alza.

Pero los economistas, por ejemplo, cuando ustedes en marzo proyectaban una inflación de 5,6%, ellos ya la consideraban optimista…

El punto es que uno hace la proyección con el escenario macroeconómico que tiene y, a medida que se van recibiendo noticias se va corrigiendo el escenario y haciendo cambios a la política monetaria, si corresponde. Hacia el mediano plazo puede que haya visiones distintas a las nuestras y eso puede explicar proyecciones de inflación distintas. Para tomar las decisiones, nosotros analizamos las noticias, que han sido grandes y todas en la misma dirección. A partir de lo que nos dicen esas noticias del proceso inflacionario, tenemos una estrategia de política monetaria. Eso es lo que comunicamos en el Informe de Política Monetaria.

En mayo, luego de la presentación del Informe de Estabilidad Financiera, usted dijo que había un riesgo de que la inflación se transformara en un problema más persistente. ¿Ese riesgo ahora se agravó?

Por supuesto que se agravó. Es un riesgo muy preocupante. A medida que ha pasado el tiempo, nos hemos ido dando cuenta que producto de esta sucesión de shocks, el fenómeno inflacionario se está tornando más persistente. Esa es una situación que no nos tiene para nada cómodos, por los costos que trae la inflación para todos los agentes económicos, principalmente hogares y empresas. No le puedo dar una probabilidad, pero es muy preocupante si no tiende a disminuir y se queda estacionada en niveles inapropiados. Por eso se debe reaccionar con la política monetaria a tiempo. Para ello fue la reacción de la última Reunión de Política Monetaria. El Banco Central ha ido reaccionando para que el problema inflacionario sea algo transitorio, no se eternice.

El BC subió la proyección de inflación para el próximo año a 3,3%, pero el mercado está dos puntos más arriba, en 5,5%. De nuevo, ¿no están siendo demasiado optimistas?

Si se miran nuestras proyecciones, los riesgos están en ambas direcciones, y por supuesto hay un riesgo de que la inflación esté más arriba. Hay razones diversas, porque, por ejemplo, si en Estados Unidos se produce un ajuste macro más desordenado o los precios de los commodities no se mueven como se espera, esos riesgos siempre están. El punto es que uno debe ir reaccionando con la política monetaria. Para eso tenemos reuniones todos los meses, estamos permanentemente revaluando el escenario. En el contexto de este IPoM, estamos en un nivel de política monetaria que está dentro de los máximos que consideramos para este escenario base. Ahora, si las cosas cambian, por supuesto que se tiene que modificar la visión de política monetaria, pero eso es algo que se debe ir evaluando a medida que pasa el tiempo.

¿Qué los hace pensar que la inflación se podría ajustar desde 12% a 3,3% en 2023?

Lo interesante es hacer el mismo relato de los fenómenos que llevaron a que la inflación esté en este nivel. Partimos con una economía sobrecalentada; esperamos que el próximo año la economía no esté sobrecalentada. Una economía donde se ha cerrado la brecha del producto, el consumo se ha reducido y se ha fomentado el ahorro con el alza de tasas del Banco Central. Lo segundo es que los productos básicos se tiendan a ubicar en una senda de mayor normalización. Eso se está viendo en los combustibles y alimentos, y a medida que esa tendencia se consolide, le restará un componente de presión inflacionaria. Por el lado de los determinantes de los bienes importados está el tipo de cambio. Se supone que si no hay un descalabro financiero mayor por parte de la Fed, se debiera esperar una tendencia más moderada del dólar. Por el lado interno, una dinámica de progresiva reducción de los grados de incertidumbre debiese contribuir por el lado del tipo de cambio. Toda esa suma de variables va revirtiendo los hechos que nos han llevado al momento de hoy.

En el IPoM se plantea que el actual nivel de la tasa, de 10,75%, es el máximo para este ciclo, sin embargo, el mercado espera un nuevo incremento de 25 puntos. ¿Hay espacio para nuevas alzas?

Tendremos que evaluar en ese momento (próxima reunión) los antecedentes y ver si amerita hacer un movimiento adicional. El esquema de política monetaria que tenemos es eminentemente flexible y basado en los datos que vamos recibiendo. Dado que partimos relativamente temprano con el alza de tasas, no estamos al debe, sino que más bien tenemos que evaluar cómo continúa desenvolviéndose el escenario base.

¿No está cerrado entonces a que el techo de la tasa pueda ser mayor?

Uno no se abre ni se cierra, sino que evalúa los antecedentes en su propio mérito.

En el escenario base, ¿por cuánto tiempo esperan mantener la tasa en estos niveles y cuándo podría comenzar a bajar?

Si se materializa nuestro escenario base, que considera una trayectoria de inflación que empieza a converger a la meta desde el actual trimestre y si se asienta en esa dirección hacia el próximo año, en el primer semestre de 2023 podríamos estar viendo un ajuste a la baja en la política monetaria, pero es condicional al escenario. Eso significaría que hacia fines del primer semestre del próximo año los desequilibrios de la macro se han resuelto. En ese escenario se podría estar consolidando una trayectoria de inflación que ya no responde a los fenómenos que vimos, sino que, a su normalización, por lo tanto, la política monetaria también podría estar normalizándose.

La presidenta del BC, Rosanna Costa, desdramatizó el hecho de que en la última reunión de tasas haya habido una votación a tres bandas, donde usted fue uno de los votos de minoría, apuntando a 125 puntos base, en vez de 100. ¿Cuál es su opinión al respecto?

Somos cinco consejeros y nuestra labor es tener una visión y aportar a la conducción colectiva de la política monetaria. Como dijo la presidenta, no hay una diferencia en el diagnóstico macro, sino que más bien hubo diferencias de opinión en el Consejo sobre la TPM. Pero más allá de eso, no le daría mayor significado.

Pero entre sus 125 puntos base y los 75 de la consejera Griffith-Jones hay una diferencia que debe generar algún efecto en lo macro.

Son diferencias de opinión. Para esta reunión, el mercado esperaba un incremento de 75 puntos base, por lo que tampoco le asignaría un significado extra. Yo consideraba que subir la tasa a 11% era más apropiado dado los desafíos que tenemos, pero esa era mi opinión. Hay que reconocer que una diferencia de 25 puntos base tampoco es tan material. Pero hay diferencias en el consejo y no veo problema en que se manifiesten en un esquema institucional como el que tenemos.

Sí, pero esta es la primera vez de tres votos distintos y que no se lograra un mayor consenso.

Pero ha habido votaciones en minoría. No debiera extrañar que yo haya votado en minoría, no es algo que sea tan inusual.

En cuanto al crecimiento del PIB, ¿se consolidó ya un escenario de recesión para el 2023? ¿Hay algún elemento que pueda evitar que la economía se contraiga en 2023?

Tener un año donde la economía se contrae es necesario. Siempre hay que poner en contexto para lo que viene, lo que pasó. Y lo que pasó fue que tuvimos un crecimiento del gasto totalmente excesivo. Eso llevó a que ahora tengamos que tomarnos un tiempo para digerirlo. Hacerlo, desgraciadamente, implica que la economía tiene que contraerse y se contraerá el próximo año y será difícil. Pero el proceso de ajuste no lo hacemos en seis meses, sino que en dos años, porque si no, se provocaría una crisis y sería tremendamente traumático. En 2024 la economía volverá a crecer a un nivel más cercano al potencial y sin desequilibrios macros.

Algunos economistas plantean que el triunfo del Rechazo ayudará con la incertidumbre y las expectativas. ¿Lo ve probable?

No había un resultado específico en nuestras proyecciones, porque independientemente de lo que sucediera, este proceso iba a continuar. Hay un elemento que es evidente: ya sabemos lo que pasó con el plebiscito. Ese es un elemento de incertidumbre que existía antes y que ahora ya no está, pero esto no es dicotómico: no es que la incertidumbre se vaya a terminar en una fecha específica, es un proceso de discusión y convergencia de la sociedad chilena. Lo que tenemos como supuesto es que ese proceso continúa y se va consolidando en el tiempo. Ahora, qué características tiene, por dónde va, cómo ocurre, no es labor del Banco Central, sino del mundo social y político.

¿Hay riesgo de que la economía chilena no salga de la recesión en 2024 o se mantenga con un crecimiento plano?

Siempre hay riesgos, pero se debe pensar cuál es el evento o fenómeno que nos podría llevar a que la economía no se recupere en 2024. Es importante que esta economía se vaya reencauzando para que los desafíos que se tengan como país, que de seguro vendrán, tengamos la capacidad de enfrentarlos con política monetaria contracíclica, con los menores costos posibles. La política fiscal está contribuyendo de manera importante a reducir los desequilibrios de 2021.

Pablo García, vicepresidente del Banco Central.

“La política cambiaria no se preanuncia, se decide”

¿Cómo analiza la recomendación de la consejera Stephany Griffith-Jones a los bancos de que suban las tasas de depósito y que ello haya generado un pronunciamiento del BC diciendo que “no representa la posición oficial del consejo”?

Eso ya se dijo y no hay nada más que agregar. Todo está respondido.

¿Ella se tiene que adaptar al BC, o el BC a ella?

La presidenta es la vocera oficial, pero siempre hemos tenido opiniones. El consejo cada cierto tiempo se renueva, no es un grupo estático. Van ingresando distintas personas con distintos perfiles y siempre es valioso, porque entregan otras visiones.

A nivel de economistas se dice que la definición por la presidencia del BC a principios de año, donde usted era una de las cartas, generó algún grado de tensión. ¿Cómo está hoy la relación entre los consejeros?

Yo estoy en el BC desde 1999. Conozco el BC y sé cómo funciona. He contribuido a lo que tiene hoy como esquema de política. Mi vocación es contribuir. Lo estoy haciendo ahora, soy vicepresidente, me queda un tiempo por delante y eso es lo que me motiva. Lo otro son visiones del público, de los medios, pero que no afectan este compromiso institucional que tengo, que es que el banco siga haciendo su labor. Esa es mi preocupación número 1, 2 y 3.

Usted hace unas semanas dijo que los países emergentes tendrán que acostumbrarse a convivir con un dólar más alto. ¿Hay un cambio estructural? ¿El dólar sobre los $800 llegó para quedarse?

Hay dos cosas distintas. Una, es que estamos en un ciclo mundial que es muy pronunciado. Hay un fortalecimiento del dólar a nivel mundial como no lo había hace décadas. Desde 2009 y hasta 2021, hubo una política monetaria ultra laxa por parte de la Reserva Federal y eso está cambiando. Eso se puede llamar estructural, pero no significa que será para siempre. Hay también una segunda dimensión que tiene que ver con los efectos más locales, donde hemos tenido un período de alta incertidumbre y que le ha pegado al dólar.

Para algunos actores en el mercado, la postura tajante que usted tuvo en un principio de no intervenir ante la escalada del dólar ayudó a que este superara los $1.000. ¿Hace alguna autocrítica?

En ese minuto el dólar estaba en $880 - $890, y no había antecedentes que nos llevaran a intervenir. En un esquema de flexibilidad cambiaria como el que tenemos, el BC no preanuncia programas de intervención, no da alertas de que eventualmente va a intervenir, sino que se interviene cuando simplemente se interviene y se produjo con $200 más de tipo de cambio. A diferencia de la política monetaria, que muchas veces se preanuncia, la política cambiaria no. Es totalmente distinto, no se preanuncia, se decide.

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