Científicos chilenos descubren nueva especie de dinosaurio con una extraña cola armada: lo bautizaron Stegouros elengassen, hallazgo publicado en la revista Nature

Recreación de la nueva especie descubierta en la Patagonia chilena, denominada como Stegouros elengassen. Crédito: Mauricio Álvarez

Se trata de un descubrimiento de impacto mundial, pues se trata de una nueva especie del Cretácico que habitó las tierras al sur del país nunca antes descrita por la ciencia. La investigación fue liderada en su totalidad por un equipo de chilenos y su publicación en la reconocida revista científica Nature, ratifica a la paleontología local como la "la era dorada de la paleontología chilena”.


La alerta la dieron investigadores de la Universidad de Texas, que se encontraban en el lugar del hallazgo realizando otros estudios. Vieron un extraño fósil incrustado en un bloque de roca, que les pareció, podían ser restos de un dinosaurio.

Fue así como un grupo de paleontólogos dirigidos por Alexander Vargas se trasladó al Valle de las Chinas, una inhóspita zona de la Región de Magallanes, cercana al parque nacional de las Torres del Paine, que almacena uno de los registros fósiles más grandes de Chile de los últimos 20 millones de años de la era de los dinosaurios.

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Alguno de los fósiles que han sido descubiertos en el Valle de las Chinas, en la Región de Magallanes. Foto: MNHN

La excursión no estuvo exenta de dificultades, debido al pésimo clima de esos días y un gran frío, que incluso terminó con un esguinzado y otra persona con una costilla rota. Pero el esfuerzo valió la pena: el grupo de científicos finalmente consiguió bajar la piedra y trasladar el fósil al laboratorio.

Fue así como en el proceso de preparación (el trabajo que consiste en extraer los huesos intactos de la roca que los contiene), que se llevó a cabo en el Laboratorio de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, y que tomó aproximadamente un año y medio, el nuevo animal comenzó a ver la luz. ¿Lo extraño? No se parecía a ningún dinosaurio conocido hasta la fecha.

La extraordinaria preservación del fósil, que después de 74 millones de años logró conservar el 80% de su estructura, mostró que no estaban ante cualquier dinosaurio.

Esta increíble preservación se logró gracias a un rápido entierro, es decir, que “primero se enterró de la cintura para abajo y la parte de arriba quedó afuera, se pudrió, se desparramó y después se enterró esa parte también”, explica Alexander Vargas, paleontólogo de la U. de Chile y uno de los autores principales de la investigación.

“Estábamos felices con cualquier dinosaurio”, dice Vargas, pero al ver las rarezas que tenía el fósil, en especial su cola, notaron que estaban ante un gran descubrimiento. “Cuando vimos la cola dijimos que no podía ser un Ornitópodo, es una locura. Tiene estas placas gigantes de hueso dérmico y eso solo lo tienen los dinosaurios acorazados”, pero como ninguno antes visto.

La cola es uno de los detalles más llamativos de la nueva especie. Crédito: Lucas Jaymez

Al comienzo pensaron que era un estegosaurio, porque tenía la cadera igual. “Si hubiéramos encontrado solo la cadera, estaríamos publicando que encontramos el primer estegosaurios del periodo cretácico” dice Vargas. Pero le faltaban muchas características que normalmente se espera tenga esta especia. Fue así que gracias al cráneo y a la cola, pudieron identificarlo como un anquilosaurio. “Se parece más a grupos más a los antiguos dinosaurios acorazados, una forma transicional entre dinosaurios acorazados más antiguos y unos anquilosaurios. Es un eslabón evolutivo”, describe uno de los paleontólogos principales de la investigación.

Alexander Vargas en su laboratorio. Foto: La Tercera

Así fue que gracias a la rareza de la cola de esta especie, que poseía siete pares de huesos dérmicos proyectados lateralmente que le daban un aspecto similar a una fronda de helecho o a un macuahuitl -el temido garrote de guerra utilizado por los antiguos aztecas- permitió identificarlo claramente como un nuevo tipo de dinosaurio acorazado, al que bautizaron como Stegouros elengassen.

El nombre que proviene de Stegouros, que se traduce como “cola techada”; mientras que elengassen es el nombre de un mítico monstruo acorazado en la tradición del pueblo nativo local Aonik’enk, conocidos también como patagones o tehuelches del sur.

El descubrimiento será publicado en la portada de la reconocida revista científica Nature, y fue realizadon en un trabajo en conjunto con el Instituto Antártico Chileno (INACH), el Museo Nacional de Historia Natural de Chile y la U. de Chile.

Una nueva especie de anquilosaurios

La nueva especie fue identificada como Stegouros, pero tenía características asociadas tanto a los estegosaurios como a los anquilosaurios, como si se tratara de una singular especie híbrida.

Este nuevo dinosaurio pertenece a un grupo mucho más grande que una “familia de especies”. Una de las principales divisiones de los dinosaurios herbívoros, se separa en la evolución de estos, de donde salen dos grupos principales que son: los acorazados y todos los demás.

Recreación digital de la nueva especie descubierta en la Patagonia chilena, denominada como Stegouros elengassen.

Por lo tanto, Stegouros “pertenece a ese grupo grande y dentro de ese grupo hay un subgrupo que son el de los anquilosaurios y estegosaurios que son acorazados de pata ancha. El Stegosaurio es el que tiene las plaquitas y la cola con púas, famoso. Y los anquilosaurios tienen apariencia un poco de tortuga o armadillo, muy acorazados y algunos de ellos con un garrote redondo al final de la cola. Entonces este es más cercano a esos, es un anquilosaurio pero uno muy muy raro”, explica Vargas.

Los anquilosaurios fueron animales que se caracterizaron, entre otras cosas, por ser cuadrúpedos, herbívoros, y por sobre todo por tener su cuerpo cubierto por una serie placas óseas. “Se dice que son los ‘blindados’ de la era de los dinosaurios”, señala David Rubilar, jefe del Área Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural de Chile, quien también participó de la investigación. De hecho, comenta que algunos de ellos desarrollaron un mazo en la cola formado por un hueso.

Este tipo de dinosaurios aparecieron en el periodo Jurásico y prosperaron en el siguiente, el Cretácico. Sin embargo, en lo que concierne a su registro fósil, tanto en número de especies como la preservación de estos, los anquilosaurios son bien conocidos en el hemisferio norte, no así el hemisferio sur” agrega Rubilar.

Lo que le entrega un gran valor a la investigación, sólo debido al hecho de “que es la primera vez que podemos saber cómo era realmente un anquilosaurio sudamericano y la sorpresa es que no son como los del norte, porque se había pensado que habían llegado del norte, migrando hasta Sudamérica y no, esa historia es falsa”, señala el paleontólogo de la U. de Chile.

Sergio Soto, uno de los paleontólogos que trabajó en la investigación, con restos del fósil. Foto: Cristian Fuentes

Esto debido a que el fósil encontrado tiene raíces más profundas de antes que se separaran los continentes, cuando todavía eran una sola masa. “Más o menos en ese tiempo se tienen que haber originado la línea que da origen a estos dinosaurios. Para la gente que estudia a los dinosaurios, tener un animal tan distinto a todos los otros ya conocidos que tenga otro tipo de armamento de la cola, totalmente a las púas y masas que estábamos acostumbrados, todo eso lo hace un bicho muy histórico para la fanaticada de los dinosaurios”, comenta Vargas.

El Stegouros es la primera especie nombrada anquilosaurio para Sudamérica. Es el primer dinosaurio descrito oficialmente para la región de Magallanes y de la Antártida chilena “que es muy importante para nosotros en cuanto se eleva como el dinosaurio más austral de Sudamérica en estos momentos”, comenta Marcelo Leppe, director del Inach y otro de los integrantes del grupo de investigadores.

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Marcelo Leppe. Foto: Inach

Otra de las conclusiones de este trabajo es que los dinosaurios acorazados son el único linaje de vertebrados terrestres que ha evolucionado de forma independiente tres tipos radicalmente diferentes de armas especializadas en la cola: las púas pareadas de estegosaurios, la maza de anquilosaurios avanzados, y el macuahuitl de Stegouros. “Los Parankylosauria carecen de muchos rasgos de los anquilosaurios ‘verdaderos’ que ya estaban presentes en el Jurásico medio, hace unos 165 millones de años. Por lo tanto, las raíces de Parankylosauria deben ser muy antiguas, anteriores a esa fecha”, asegura Alexander Vargas.

Valor histórico

Aunque la investigación de los dinosaurios en Chile es relativamente reciente, considerando que recién en el año 2011 Chile tuvo su primera especie de dinosaurio no aviar, descrita a partir de huesos, Atacamatitan chilensis -“es decir, nuestra primera especie está separada de los primeros dinosaurios nombradas (1824) por cerca de 187 años”, señala Rubilar. En cuanto a la investigación, este suceso muestra “que estamos asistiendo a la era dorada de la paleontología chilena y esperamos que en los próximos años vengan muchos más hallazgos” recalca Leppe.

Rubilar también comenta que este descubrimiento “marcará un nuevo estándar para la investigación paleontológica en el país. No es usual en Chile, para cualquier tipo de ciencia, publicar en Nature con un equipo integrado únicamente por investigadores nacionales”.

David Rubilar. Foto: La Tercera

Todo el análisis científico y las tomografías tomadas fueron hechas por personas residentes en Chile, “chilenizados y chilenos así que eso es bastante poco común. La mayoría de los artículos que hay en Nature tienen la mitad de extranjeros y son liderados la mayoría de ellos, mientras que la minoría son liderados por chilenos y una minoría más pequeña todavía tiene 18 o 19 autores chilenos en pocas palabras, como fue el nuestro”, añade Alexander Vargas.

Lo que se suma a que esta investigación fue absolutamente financiada por proyectos chilenos. “No tuvo ningún aporte de otra institución o fondos extranjeros y eso es más raro todavía”, agrega.

Otro factor que da a este hallazgo un valor único es la gran conservación del esqueleto del animal, lo que según describen los autores, en el campo de la paleontología no es lo usual. Desde el punto de vista de la paleontología, el hecho de que el fósil esté relativamente completo hace de este hallazgo algo mucho más raro, lo que “habla también de la extraordinaria conservación de los materiales que estamos encontrando”, señala Leppe.

Además, gracias a la colaboración transdisciplinaria de este hallazgo, los investigadores han podido reconstruir y situar a la nueva especie en un contexto geológico. “Tenemos una columna detallada de toda la evolución de la cuenca de Magallanes y su expresión en ese sector y también hemos logrado reconstruir el ambiente. Cómo era el lugar, el delta de un río que bajaba en un valle extenso que era muy sensible a los delicados cambios del nivel del mar”, comenta el director del Inach.

Agregando que el momento de la historia natural específico en el que se encuentra Stegouros “da cuenta de la existencia de un delta que se abría en un abanico fluvial, como el del río Nilo, con ríos sinuosos e islas que se convertían en trampas naturales. Hemos encontrado abundante evidencia de bosques de Nothofagus, como los que hoy se encuentran desde el centro hasta el sur de Chile, junto con vegetación herbácea y helechos. Es un ambiente típicamente austral de finales del Cretácico y uno de los pocos depósitos continentales que tenemos en todo el Hemisferio Sur para esta época”.

Recreación artísitica de cómo habría lucido el animal en su entorno natural.

Esta investigación que suma un nuevo animal a la paleofauna chilena “ni más ni menos que un nuevo dinosaurio, de un grupo del cual no se habían hallados huesos previamente”, dice Rubilar, también permite que se le de más importancia al patrimonio.

Quien explica que lo que hoy conocemos como Chile “fue un territorio que durante la era de los dinosaurios estuvo ubicado en el margen occidental de un gran megacontinente denominado Gondwana, territorio que estaba integrado por los territorios que actualmente conocemos como Sudamérica, África, Oceanía y Australia, India y como centro la antartica”, en relación al momento geológico en el que vivió Stegouros en esta parte del mundo. El investigador, quien también fue parte de este equipo, destaca que el descubrimiento no solo enriquece la fauna de dinosaurios de este país, sino que también representa una evidencia valiosa de la conexión entre los continentes australes en el pasado.

“Por eso tenemos la ley 17.288″ recalca el paleontólogo de la U. de Chile. Una ley que básicamente está para proteger los beneficios culturales, patrimoniales, educativos y turísticos, y que según el investigador, “vienen de generar estos polos de conocimiento en distintas regiones del país, regiones que se pueden convertir en museos”.

“La ley existe para proteger este patrimonio porque los chilenos quieren estos beneficios” dice Vargas, quien ha notado que los chilenos no se conforman con un manejo de nivel de tercer mundo sobre los fósiles, como cuando estos son donados a otros países o tenerlos en malas condiciones, o simplemente cuando no se hace más para sacarlos de la tierra.

Desde el Inach comentan que seguirán conectados a investigaciones que logren aportar mayores cantidades de antecedentes a esta época en que Antártica y Patagonia tenían una conexión física. “Las huellas que ha dejado Antártica en su conexión histórica con el continente sudamericano creemos que es algo fundamental”, dice Leppe.

“Lo bonito de la ciencia de la paleontología es que nos trae de vuelta mundos desaparecidos, nos permite bucear en lo profundo del tiempo y nos da una interesante perspectiva de quienes somo como especie, el breve tiempo que estamos en el planeta y qué efectos estamos provocando en nuestro entorno” concluye el jefe del Área Paleontología del Museo Nacional de Historia Natural de Chile.

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