¿Cuál es la diferencia entre un incendiario y un pirómano?

¿Cuál es la diferencia entre un incendiario y un pirómano?

Parece un matiz poco relevante, pero la diferencia puede marcar las penas a la que se somete una persona que inicia un incendio intencionalmente.


El 2 de febrero, Valparaíso registró la tragedia más grande desde el terremoto del 27 de febrero del año 2010, debido al alto número de víctimas fatales, que según las cifras oficiales, superaron los 130 fallecidos.

Desde un primer momento se sospechó de la intencionalidad en el origen de las llamas, hasta que este viernes no solo se confirmó la tesis del origen humano, sino que la Fiscalía presentó a los dos sospechosos de haber iniciado el incendio: el bombero Francisco Mondaca y el brigadista de Conaf, Franco Pinto.

¿Cuál es la diferencia entre un incendiario y un pirómano?

Sin embargo, la defensa de ambos imputados aduce que tanto Mondaca como Pinto, serían inimputables ante un eventual castigo, pues ambos habrían actuado por ser pirómanos, y no como incendiarios. ¿Cuál es la diferencia entre ambos conceptos?

Según la psicóloga española Elena Dapra, citada en un medio hispano, el incendiario quema con premeditación, por afán de lucro o por maldad, mientras que el pirómano sufre un trastorno psiquiátrico, posee fascinación por el fuego e incendia por placer.

De acuerdo a la Asociación Americana de Psicología (APA, su sigla en inglés), la piromanía se caracteriza por la fascinación y la atracción por el fuego y la parafernalia para encenderlo, así como por la provocación deliberada y repetida de incendios. Las personas diagnosticadas con piromanía a menudo experimentan tensión o excitación afectiva antes de encender un fuego, y sentimientos de placer, gratificación o alivio durante o después de encender el fuego.

Y acá, dice el organismo, viene la gran diferencia con un incendiario: el incendio no se realiza para obtener ganancias monetarias o de otro tipo, para ocultar crímenes, en respuesta a un engaño o alucinación, o como resultado de una falta de juicio. Además, las conductas de provocar incendios no deberían explicarse mejor por un trastorno de conducta u otra enfermedad psiquiátrica.

De acuerdo a la APA, el pirómano se puede definir sobre la base de seis criterios:

  • Provoca el incendio de forma intencionada.
  • Antes de provocar el incendio se produce una activación emocional o tensión.
  • Siente fascinación e interés por el fuego.
  • También siente bienestar o gratificación una vez que lo provoca.
  • El incendio no lo provoca para expresar su enfado o venganza ni por móviles económicos, sino porque siente atracción por el fuego, como hemos dicho antes.
  • El incendio tampoco lo provoca porque la persona tenga algún tipo de trastorno ni episodio maníaco.

En cambio, el incendiario, según la criminología, se define como aquel que provoca un incendio, pero lo ocasiona de forma voluntaria e intencionada. Además, también se caracteriza por realizarlo de forma premeditada y planificada con antelación.

Al contrario de lo que ocurre con el pirómano, el incendiario puede provocar un incendio en base a varios motivos: por beneficio, por venganza, por vandalismo, para ocultar un crimen, por razones políticas o para obtener ganancias financieras.

Además, el incendiario también puede presentar algún tipo de trastorno mental, siendo los más comunes la esquizofrenia, el trastorno de personalidad antisocial, depresión o bipolaridad, o el consumo de sustancias como alcohol o drogas.

En Chile, es el artículo 476 del Código Penal el que castiga los incendio intencionales, quienes arriesgan una pena que llega hasta los 20 años de presidio, aunque dicha normativa no diferencia entre incendiario y pirómano.

Según el abogado penalista Juan Carlos Manríquez, la distinción entre pirómano e incendiario suele hacerse desde las ópticas de la psicología criminal y desde las tipologías criminógenas. “Un pirómano suele ser una persona que tiene una parafilia o bien una disposición particular, con una desestructuración del modo de ser o una alteración de la personalidad”, explica.

Por lo mismo, esta parafilia para algunos es irrefrenable y no constituye una posibilidad de dominio o control, por lo que pudiera llevar una imputabilidad disminuida y en casos extremos, a una demencia o locura total, como le señala el artículo 10 número 1 del Código Penal, y por tanto ser exento.

Sin embargo, aclara, los peritajes médicos forenses de psiquiatría criminal suelen suelen ser bastante estrictos para evitar que las personas que son más bien incendiarios, esto es, aquellos que sin ser locos o dementes se dedican a producir incendios para evitar que se asilen en esa patología mental.

Manríquez aclara que es importante tener en cuenta que no cualquier emprendimiento o inicio de fuego constituye incendio. “El incendio se torna tal cuando el fuego se hace inmanejable e insuperable. “Hay un viejo fallo de más o menos el 1955 de la excelentísima Corte Suprema, que haciendo una distinción entre poner fuego y causar incendio, alude literariamente a las pasiones, dice la diferencia entre el incendio y el primer fuego. Es como las pasiones, dice, como el amor y la ira”.

El perfil del pirómano

La piromanía es un trastorno mental que requiere un tratamiento psicológico y psiquiátrico, según afirman al sitio 20minutos.es los doctores Manuel Martín Carrasco, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEPSIQ) y José Gil-Martínez, psicólogo clínico y profesor de la Facultad de Psicología de Valencia.

De acuerdo a Martín, se trata de un trastorno “relativamente poco frecuente”, que incide en ese “mínimo porcentaje de personas que padecen piromanía en sentido estricto” dentro de las que inician fuego deliberadamente, el 3%.

De hecho, se estima que solo el 1% de los incendios intencionales son provocados por un pirómano. En la mayoría de los casos se trata de descuidos, aunque también de su contracara, los incendiarios.

Según la APA, el perfil del pirómano es un varón joven, con una historia personal de frustraciones y desajustes emocionales, mal rendimiento escolar y profesional, y frecuentemente con otros trastornos psiquiátricos o defectos físicos.

La conducta pirómana sirve como un alivio a situaciones de vacío existencial, aburrimiento, frustración, rabia o deseo de protagonismo y es frecuente, según este especialista, el uso de alcohol u otros tóxicos que, con frecuencia, actúa como desencadenante del comportamiento alterado.

Gil-Martínez, de acuerdo al artículo, también coincide en que a este trastorno, que se va consolidando desde la infancia, se le une generalmente un cociente intelectual bajo y una personalidad aislada y poco sociable con dificultades para el aprendizaje.

Los psiquiatras creen necesario distinguir la piromanía en sentido estricto de los comportamientos incendiarios de personas con enfermedad mental, como esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión, y de las conductas pirómanas de sujetos con trastorno antisocial de personalidad, en los que prima sobre todo “el afán de destruir y el sentimiento de omnipotencia asociado”.

Como conclusión, dicen los expertos, que una forma de diferenciar un incendiario de un pirómano es que el incendiario provoca un incendio en base a algún motivo o causa (económica, política, etc.), mientras que el pirómano lo causa porque siente interés y fascinación por el fuego.

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