Estudio mostró qué pasa si los niños van sin celular al colegio

Estudio mostró qué pasa si los niños van sin celular al colegio

Actualmente, en nuestro país el 90% de los menores tiene celular. El 82% de los niños y niñas de entre 8 y 12 años maneja un dispositivo móvil propio, al igual que el 97% de los menores de entre 13 y 17 años.


Es una discusión de años, difícil de abordar en un mar de niños, niñas y adolescentes nativos digitales. La utilización de teléfonos celulares en los colegios está bajo análisis, y es necesario abordar esto para entender cuántos son los beneficios y perjuicios que conlleva el uso de estos dispositivos en el aula.

De hecho, el Ministerio de Educación presentó orientaciones para el uso de celulares en las salas de clases y la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados está impulsando una regulación relacionada al ingreso de celulares a los recintos educacionales.

Estudio mostró qué pasa si los niños van sin celular al colegio

¿Existen estudios que puedan aportar a esta discusión? Al parecer, sí. Recientemente el Norwegian Institute of Public Health publicó un artículo que analizó la forma en que el uso de teléfonos inteligentes en la sala afectaba el bienestar y el aprendizaje de niños y adolescentes.

Entre los resultados se señala que restringir los celulares en clases genera efectos positivos, tanto en la conducta de cada niño y niña, como también en el rendimiento y en la convivencia escolar.

Este estudio viene a reforzar los lineamientos que la UNESCO establecieron respecto a la regulación más eficaz del uso de dispositivos móviles inteligentes dentro del aula escolar. En países como Finlandia, Irlanda, Francia, Suecia, Irlanda e Italia ya están tomando medidas al respecto. También en Chile, en algunos puntos específicos.

Colegio clases. Foto archivo referencial.

¿Qué resultados arrojó la investigación? Entre los principales hallazgos, la restricción de los dispositivos inteligentes en los establecimientos impactó en que disminuyera en un 29% los síntomas psicológicos entre niñas y niños; además de una reducción en un 43% de bullying y un aumento en las calificaciones.

Ante esto, Eduardo Sandoval-Obando, psicólogo e investigador del Instituto Iberoamericano de Desarrollo Sostenible de la Universidad Autónoma de Chile profundiza sobre estas cifras. “Efectivamente la prohibición de los teléfonos inteligentes ayuda o influye en una disminución significativa de las tasas de consulta relacionadas con trastornos de salud mental en niños y en jóvenes”.

En segundo lugar, reconoce el especialista, se observó que la regulación efectiva del uso de los dispositivos móviles incidió en una mejora de los desempeños educativos en términos de las notas, tanto en hombres y en mujeres. A su vez, se pudo observar una significativa mejora en la convivencia escolar gracias a la regulación más eficaz del uso de estos dispositivos móviles.

“Esto también es súper interesante porque permitió demostrar que particularmente esta prohibición del uso de dispositivos móviles fue más eficaz todavía en los estratos socioeconómicos más bajos”, anticipa Sandoval-Obando.

Imagen referencial. Foto: Unsplash

Según dice, en estos grupos socioeconómicos más vulnerables los niños y niñas estaban expuestos a mayores elementos que influían en su desempeño escolar, sobre todo los que tiene que ver con la atención, la memoria, y el lenguaje. “Pero no ha sido tan eficaz en familias provenientes de estratos socioeconómicos más altos”, complementa.

¿Cómo usan los teléfonos los niños y adolescentes? De acuerdo a la última Radiografía Digital de Niños, Niñas y Adolescentes, desarrollada por ClaroVTR junto a Criteria, la aplicación de teléfono más utilizada sigue siendo Youtube (93%), seguida por Whatsapp (89%) y TikTok (73%). En tanto, Facebook continúa bajando en la preferencia de los niños y niñas, cayendo al 30%. El ver videos (94%), chatear con los padres o con amigos (83%), ver fotos (82%) e investigar de temas de interés (79%) son las actividades más realizadas en redes sociales.

Los significativos cambios al estar desconectado en la sala de clases

Los colegios están conscientes de esta exposición y en algunos establecimientos están tomando medidas de restricción de estos aparatos en la sala de clases. “Y las familias han tenido que volver a organizarse, a volver a planificar con anticipación”, comentó a Qué Pasa la psiquiatra infanto-juvenil de la Clínica UC-Christus, Caterina Pesce. Según agrega la especialista, esta conducta de exposición a las pantallas es tanto responsabilidad de ellos, como también de sus padres y tutores.

Respecto al uso de celulares en el colegio, la misma encuesta realizada en nuestro país muestra que el 58% de los padres consultados prefiere que sus hijos no los utilicen en las salas de clases. No obstante, entre los padres de adolescentes existe más acuerdo que, en caso de usarlos, sea sólo para fines académicos (44%).

Imagen de referencia.

¿Pero existe una forma de supervisar a los hijos sin tener que entregarles un teléfono a tan corta edad? Según Jennifer Conejero, psicóloga infanto-juvenil de Clínica Santa María, existen relojes que sirven para tener localizados a los niños con dispositivos GPS y que incluso se pueden comunicar por medio de este aparato. “Hay alternativas que son más saludables”, destaca.

Y respecto a hacer tareas, lo primordial que indica Pesce es que esto sea supervisado. “Y eso no necesariamente es la supervisión de estar encima, sino que hay varios softwares que sirven para ver qué está haciendo el niño, en qué está usando el teléfono, añade la experta.

Finalmente, ambas fuentes coinciden con que esta tendencia debe ser vista con mirada crítica y buscar una forma de volver a coordinar con el colegio -y en el día a día- para que no sea necesario el uso de estos dispositivos, “por el bien de los niños, que es lo que están haciendo los países más desarrollados”, concluyen.

Es por eso también que Sandoval-Obando reitera la importancia de que el uso de los dispositivos móviles son más adecuados de utilizar a partir de los doce años en adelante, y que en niños menores de dos o cuatro años simplemente no se recomienda la exposición directa a dispositivos móviles. “Entre niños de cuatro a los doce años, no más de sesenta u ochenta minutos diarios de exposición directa a estos dispositivos, y que en el caso de niños y niñas sobre los 12 años en adelante se puede permitir el uso mediado por los adultos utilizando todas las tecnologías que hoy en día permiten emplear control parental”, añade.

Imagen de referencia.

Cada vez a edad más temprana los niños chilenos están utilizando estos dispositivos y por lo tanto el psicólogo de la Universidad Autónoma manifiesta que es necesaria una discusión país acerca de cuál es el uso que le vamos a dar a estas herramientas digitales, considerando las características cognitivas, emocionales y evolutivas de los niños. “No se trata de proponer medidas restrictivas, sino más bien del uso responsable de estas herramientas con fines orientados a la educación y siempre mediados por los adultos”.

El investigador también reconoce que hoy en día muchos de los procesos de enseñanza y aprendizaje requieren las herramientas digitales para acceder al conocimiento en tiempo real. Por lo tanto, es necesario definir cuál es el rol de la familia en la regulación y la mediación de estas plataformas, dice Sandoval-Obando. “Y aquí es importante los diálogos abiertos, transparentes, y la capacidad de establecer acuerdos de los padres y de las madres respecto al estilo de crianza y de cómo van a educar a sus hijos en el uso correcto de estas herramientas”.

A esto se suman los desafíos que hoy en día enfrenta el profesorado en la era digital, entendiendo a los profesores como transacciones digitales que deben requerir o acceder a procesos de formación de habilidades digitales y didácticas que les permitan mediar responsablemente a su estudiante en el uso de esta tecnología.

“Y un tercer ámbito de análisis tiene que ver también con cómo hoy en día reconocemos las infancias y las adolescencias, de manera que no sacamos nada con implementar medidas restrictivas si no educamos a nuestros hijos, a nuestros estudiantes en el uso responsable de estas plataformas, sabiendo que estamos en una era digital, en la que gran parte de nuestras relaciones también van asociadas a una identidad digital”, concluye Sandoval-Obando.

Teléfono móvil en clases. Foto: Education Week.

En síntesis, para apuntar a una reducción del uso de dispositivos móviles es necesario planificarlo desde la escuela, en colaboración con las familias, la formación continua del profesorado, “y un marco de aprendizaje personalizado y diferencial que ayude a que colectivamente todos y todas nos formemos en el desarrollo de hábitos tecnológicos responsables dentro de una era digital que cada vez nos desafía mucho más en esta en estas temáticas”, cierra el investigador.

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