La bitácora del doctor Höfer: Día 64, Hasta la vista


De nuevo es tarde, bastante tarde. Ahora mismo no me encuentro en Base Escudero, si no en Villa Las Estrellas, a unos cinco minutos de distancia. Alojamos en una pequeña casa tipo container, con capacidad para alojar a doce personas. Nos hemos tenido que mudar a ella ya que hace unos días llegó un grupo grande de científicos a la zona y nosotros ya estamos en la última etapa de nuestra estancia en Antártica. Si todo va bien deberíamos irnos mañana por la mañana en avión, pero eso siempre está sujeto a las condiciones meteorológicas del lugar. Nos deberíamos haber ido hace unos días, pero como dije en la entrada anterior, lo único constante en el continente blanco es el cambio.

Hace una semana estaba escribiendo la última entrega de la bitácora, mientras preparábamos cuatro versiones de un plan de trabajo para los siguientes 5-6 días en función de las noticias que íbamos recibiendo, planificaciones que incluía embarcarnos y salir a aguas abiertas a trabajar justo antes de nuestro regreso a Punta Arenas, pero antes de todo eso debíamos terminar el quinto y último de nuestros experimentos.

Este proceso nos llevó unas doce horas de trabajo ininterrumpido, razón por la cual nos despertamos a las 5:30AM para comenzar a trabajar un poco antes de las seis y así terminar antes y poder preparar todos los materiales que íbamos a necesitar para trabajar embarcados los próximos cinco días. Pero como todo es cambio en Antártica, unas horas antes de terminar el experimento recibimos las noticias de que finalmente no podríamos embarcarnos.

Siempre es complicado recibir ese tipo de noticias con el cansancio físico y mental acumulado, después de dos meses en Antártica y de casi no dormir ese día para preparar todo. Así es este juego. Tras terminar el experimento, es momento de relajarse un poco y comer algo rico del “alijo para emergencias”. Con las energías repuestas, es hora de preparar todo para salir mañana a muestrear.

Es sábado y nos embarcamos con la idea de hacer un muestreo más y continuar con el monitoreo temporal de la bahía, pero a mitad de camino las olas no paran de crecer y parece que las condiciones son peores de lo esperado. Tras varias duchas de agua de mar helada toca cancelar la operación y regresar a la base. En este juego uno pierde a menudo, así que toca volver y quitar la sal a todos los equipos (incluidos nosotros) y dejar todo preparado para salir a hacer el que será nuestro último trabajo cuando las condiciones lo permitan. Ya estamos a pocos días de la fecha en la que está programada nuestra salida, así que estamos ansiosos por poder hacer un último recorrido y dar por terminada la expedición.

El lunes realizamos el muestreo. Las condiciones no son las mejores, pero no son tan malas como el sábado. Así, damos por cerrada la expedición y ahora toca la ingrata tarea de hacer listas, embalar y empacar todo. En total son 57 bultos y cientos de ítems, pero sin un buen inventario sería imposible preparar la próxima expedición del año que viene. Sí, aún no nos hemos ido y ya estamos pensando y preparando la próxima venida. Como conté en la primera entrega de la bitácora, el show nunca se detiene.

Tras dos días de intenso trabajo ya tenemos todo listo y empacado, y ya sólo nos queda esperar el rescate. El día antes del avión tuvimos algo de tiempo libre, que decidimos usar para visitar la costa norte de la isla. Es una agradable tarde y durante el paseo tenemos la suerte de ver elefantes marinos, focas de Weddell, focas leopardo, lobos finos y pingüinos, en unos parajes tan bellos como inspiradores. Es como si Isla Rey Jorge hubiese decidido darnos una despedida por todo lo alto tras alojarnos estos 64 días en sus gélidos territorios. ¡Nos vemos en 10 meses!

* El Dr. Juan Höfer, es oceanógrafo del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral de Chile (UACh) y académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).

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