Problemas para dormir
¿Cómo se relacionan el TDAH y los problemas para dormir en niños? Foto: referencial.

¿Cómo se relacionan el TDAH y los problemas para dormir en niños?

Una reciente investigación compartió importantes hallazgos en torno a este tópico. Estas fueron las conclusiones sobre las dificultades para conciliar el sueño.


El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) está relacionado con una serie de síntomas.

Entre ellos se encuentran algunos como impulsividad, dificultades para administrar el tiempo, problemas en la concentración para realizar una tarea o múltiples a la vez, inquietud, baja tolerancia a la frustración, cambios de humor frecuentes y obstáculos para enfrentar el estrés, según detalla la Clínica Mayo.

Para que pueda ser diagnosticado, debe presentarse en dos entornos distintos —por ejemplo, en el hogar y en el colegio— y durante al menos seis meses.

Si bien, varios de los comportamientos descritos anteriormente pueden presentarse durante la infancia —sin que necesariamente haya un caso de TDAH— , datos reunidos por una investigación publicada en The Lancet Psychiatry exponen que se trata de un trastorno frecuente en niños y adolescentes.

Frente a esta situación, un equipo de especialistas de la Universitat de València publicó un artículo en The Conversation, en el que abordaron el vínculo entre este diagnóstico y los problemas para dormir en la infancia.

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El TDAH y los problemas para dormir en niños

Es conocido que dormir lo suficiente tiene efectos positivos tanto en el bienestar físico como mental, debido a que así se potencia el rendimiento y se estimulan aspectos como el aprendizaje, la memoria y el procesamiento emocional.

Según las autoras del reciente artículo, Llúcia González Safont y Marisa Estarlich Estarlich, aquello se aplica especialmente durante el periodo de crecimiento, por lo que enfrenta problemas de sueño puede acarrear consecuencias tanto a corto como a largo plazo.

Datos citados por ellas aseguran que entre el 24% y el 40% de los niños sufren de complicaciones para dormir, mientras que en adolescentes es cerca de un 20%.

Tales cifras son a nivel general. Sin embargo, el porcentaje en menores con TDAH asciende a un 73.3%, lo que refleja una tendencia significativamente mayor.

En este sentido, las especialistas manifestaron que los estudios disponibles hasta la fecha “no dejan claro si el TDAH altera el sueño o si dicha alteración tiene consecuencias sobre la conducta”.

No obstante, sugirieron que ambas posibilidades podrían ocurrir en simultáneo.

“Por un lado, quienes sufren TDAH podrían tener ritmos circadianos propios. Por ejemplo, pueden experimentar ciclos de sueño-vigilia más largos o contar con una arquitectura del sueño diferente, lo que afectaría a su descanso nocturno”, escribieron en su artículo para el citado medio.

Asimismo, dijeron que por la otra vereda, “la privación de sueño podría disminuir la actividad del córtex prefrontal”.

Esta área del cerebro se encarga de las llamadas funciones ejecutivas, que regulan la atención y controlan los impulsos. Algunos investigadores creen que es donde se esconde la conciencia humana y la voluntad. Por tanto, los problemas de sueño podrían producir síntomas que ‘simulan’ los propios del TDAH”, plantearon González y Estarlich.

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A raíz de aquel escenario, realizaron una investigación disponible en Springer Link, en la que se centraron —principalmente— en analizar la influencia del segundo factor mencionado más arriba.

Para su trabajo, utilizaron la información de aproximadamente 1.200 niños y niñas de nacionalidad española, datos que fueron obtenidos a través del Proyecto INfancia y Medio Ambiente (INMA).

“Los problemas para dormir se midieron a los 8-9 años, y los síntomas de TDAH a los 10-11 años. Analizamos la relación entre ambos y tuvimos en cuenta otros factores que podrían tener un efecto en dicha vinculación. De este modo, observamos que por cada unidad de incremento de las alteraciones de sueño (del 0 al 9), aumentaban los síntomas entre un 10 y un 16%”.

Junto con ello, entre sus hallazgos, vieron que la relación entre las dificultades para conciliar el sueño y el TDAH se alteraba dependiendo de la situación laboral de sus padres.

“Si este trabajaba, había una relación directa entre ambas circunstancias, pero no ocurría así en los hijos de padres no trabajadores”, precisaron.

Bajo esta línea, González y Estarlich aseguraron que “en resumen, las alteraciones de sueño se relacionaron con posteriores síntomas de TDAH en nuestra muestra”, hallazgos que sugirieron importantes de considerar al pensar en políticas públicas sobre salud infantil.

“El fomento de una buena higiene de sueño desde la atención primaria podría prevenir problemas relacionados con el TDAH”, sentenciaron las autoras.

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