P26, CAE y FES: ¿villanos?
SEÑOR DIRECTOR:
El Presupuesto Fiscal 2026 (P26) en educación es decepcionante. Educación infantil permanece como un ámbito ignorado en materia fiscal. Tener un programa integral para la niñez que contemple una ampliación de la cobertura y políticas que de verdad fomenten y midan la calidad, sigue siendo una ilusión. El compromiso de campaña del gobierno de una reforma integral para la niñez no se cumplió. En el ámbito escolar, lo más trascendente es el mayor gasto por los traspasos de liceos desde los municipios a los SLEP. El gasto en personal sigue al alza y explica el acentuado salto, 41,5%, respecto al 2025. Los SLEP hacen crecer la burocracia central, pero aún no hay evidencia de ganancias medibles en los aprendizajes.
Donde todo pasa es en la educación superior y no son buenos augurios. El P26 crece en 7,3% respecto al 2025. Se explica, en buena medida, por el gasto en gratuidad, que llega a los US$ 2.700 millones. Es evidente que esta partida, en un escenario fiscal frágil, frena las posibilidades de fortalecer la educación infantil, pese a su mayor prioridad social. Con todo, lo más inquietante está en el CAE. En el P26 se contemplan nuevos créditos por US$ 520 millones, ineludibles para financiar los estudios de jóvenes vulnerables al margen de la gratuidad. El problema es que son créditos “malos” desde el punto de vista fiscal, por la incontrolable morosidad. Precisamente, en el P26 se registra el pago del Estado por la ejecución de las garantías bancarias del CAE, a lo que se añade la singular recompra de cartera a la banca, lo que suma otros US$ 550 millones. Es lo más parecido a botar la plata fiscal
En este panorama, harto desalentador, irrumpe el FES. Ya se ha dicho: el FES elimina el CAE, mejora la cobranza y condona parte de la deuda vigente. Hasta ahí razonable. Pero reemplaza el crédito con pagos contingentes al ingreso del deudor, por un impuesto al graduado. Un tercio paga más del costo real de la carrera -por ello es un tributo- ineficiente porque es un impuesto al trabajo e injusto porque lo pagará la clase media. Y la guinda de la torta es eliminar el copago y restar recursos a las universidades en magnitudes inabordables para mantener la calidad: equivale a la mitad de todo el presupuesto público para el fomento de la ciencia y la tecnología. Todo un despropósito.
Las manidas frases de “niños primero” y que “los niños no pueden esperar”, con este presupuesto, no pasan de ser retórica. Agregue el FES y es la tormenta perfecta.
Carlos Williamson
Clapes UC
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