11 episodios sinfónicos: la historia del proyecto más turbulento y criticado de Cerati (y que tuvo su origen en Chile)

En agosto del 2001, Gustavo Cerati grabó una presentación especial para TV en que cantó su repertorio acompañado de una orquesta sinfónica. Ello originó un álbum y una posterior gira que se inició en México. El show en tierras aztecas acaba de ser editado como un nuevo disco llamado 14 Episodios Sinfónicos, porque incluye 3 canciones que no estuvieron en la original. Este fue un momento de transición para el exlíder de Soda, cuando su carrera solista despuntaba y su matrimonio terminaba. Acá contamos cómo fue.


Escucharon unos gritos. Los siempre compuestos músicos de la orquesta sinfónica pensaron que el día de ensayo en el Teatro Avenida, en Buenos Aires, había sido perdido y todo había llegado hasta ahí. Sin embargo, 15 minutos después, Gustavo Cerati apareció y cantó como si no hubiera pasado nada. El estrés de lo ocurrido poco antes no parecía haberle afectado.

En ese 2001, la Argentina se estaba desmoronando con una crisis económica, social y política sin parangón. Eran los días del “Corralito” y el colapso financiero, pero en la vida del exlíder de Soda Stereo, también había un derrumbe: el de su matrimonio con la chilena Cecilia Amenábar.

Tras casarse en 1993, la rutina de la vida familiar (que incluía dos hijos, Benito y Lisa) derechamente se le había convertido en un lastre, y dejar eso atrás era significativo. “Separarse de Cecilia era el final de muchas cosas: el final de la relación más importante de su vida, el final de su proyecto familiar, el final de la convivencia diaria con Benito y Lisa, el final de ese paraíso privado que se había construido para sí mismo, el final de un modelo de vida utópico para una estrella de rock”, relata Juan Morris en Cerati, la biografía (Sudamericana, 2015).

A su vida había llegado la modelo Deborah del Corral, quien había sido pareja del exbaterista de Soda Stereo, Charly Alberti. Con ella inició el viaje al futuro, siempre convencido de que -como dijo su ídolo, Luis Alberto Spinetta- mañana es mejor.

Pero toda transición deja esquirlas, y estas sacudieron los ensayos mismos de los 11 Episodios Sinfónicos, el que sería su nuevo álbum. “Un día de ensayos en el teatro, ella [Cecilia] pasó a buscar a Benito y Lisa, que estaban en los camarines con él, y todo terminó a los gritos cuando vio a Deborah”, señala Morris en la citada biografía. Ahí fue cuando los músicos pensaron que perderían el día, pero no.

Gustavo Cerati dejaba atrás la vida en Chile junto a Cecilia Amenábar, aunque en rigor ya desde unos años había regresado a Buenos Aires. Pero fue justamente en nuestro país donde había comenzado a gestarse el proyecto de los 11 Episodios Sinfónicos.

Imitando la música del cine B

La idea se le ocurrió al productor Diego Sáenz, y se la comentó al ingeniero de grabación Eduardo Bergallo, quien se encontraba junto a Cerati: “Cuando estábamos haciendo en Chile la mezcla de Comfort y música para volar (1996) de Soda Stereo, Diego me llamó para contarme la idea. Le dije que viajara a Chile, ya que sería un buen momento para mostrárselo”, explicó Bergallo en una rueda de prensa reciente.

Sáenz viajó y preparó un demo a nivel de muestra para mostrarle la idea a Cerati, siempre más práctico que teórico. Junto a un director canadiense, hizo una versión sinfónica del tema Pasos, incluida en el disco Sueño Stereo (1995), el último disco de estudio del trío.

Si bien, a Cerati le gustó la idea, quedó almacenada como un pendiente. Y fue tras los agitados días del fin de Soda Stereo, incluyendo una gira de despedida, y el álbum doble El último concierto; y la publicación de su segundo álbum solista, Bocanada (1999), cuando se dio la oportunidad para realizar el mix con la sinfónica.

Originalmente, 11 Episodios Sinfónicos no sería solo un disco. Era “un especial de televisión que consistía en la grabación de un disco en vivo en el Teatro Avenida con versiones orquestales de once canciones de su carrera”; señala Morris.

Como Michael Kamen haciendo los arreglos orquestales para el S&M de Metallica, en esta ocasión ese trabajo lo realizó el director Alejandro Terán. Su primera reunión con el siempre meticuloso Cerati fue en un auto a toda velocidad por avenida Libertador.

“Me paró un auto cerca de River, era Gustavo y me preguntó qué estaba haciendo. Le dije que estaba jugando mucho en mi casa a imitar la música de películas de terror clase B de los años ‘60. Me dijo que hiciera eso con sus temas y me bajé. El siguiente encuentro fue el primer ensayo. ¡No hubo ninguna reunión más que esa del auto, que duró cuatro minutos!”, aseveró en una conferencia.

La grabación fue el 6 de agosto de 2001 en el Teatro Avenida, con un Gustavo Cerati luciendo un traje que recordaba a El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. En la ocasión, se debió instruir al público. “Antes de empezar pedimos a todo el mundo que por favor no aplaudieran al principio ni canten arriba. Solo aplauden en Persiana americana, porque lo agregamos después y no estaba en el programa de mano, o sea que fue una sorpresa porque al principio eran 10 episodios sinfónicos”, recuerda Sáenz.

Como solo tenía dos álbumes en solitario, siete de los once temas son versiones de éxitos de Soda Stereo: Canción animal, Corazón delator, El rito, Sweet sahumerio, Persiana americana, Un millón de años luz y Signos. El resto fueron temas solistas: Bocanada, A merced, Raíz y Verbo carne, la única que ya desde su origen incluía arreglos orquestales, grabados en Abbey Road.

Una propuesta inesperada

Poco tiempo después, el álbum 11 Episodios Sinfónicos llegó a las gavetas. “El CD salió el día anterior a la partida del Presidente De la Rúa en helicóptero”, recuerda Sáenz, es decir, el 19 de diciembre de 2001. Pero al poco tiempo, el teléfono del manager de Cerati, Nando Travi, comenzó a sonar con una interesante propuesta que no estaba en los cálculos de nadie.

“Nando recibió un llamado de México para hacer un show allá, aunque no se suponía que íbamos a salir de gira”, recuerda Sáenz. Pero en el círculo del músico, nadie lo pensó mucho y se aceptó. “Este concierto en México es dos meses después de la salida del disco, en una época donde no existía Spotify, redes sociales ni nada”, agrega Sáenz.

La presentación sería el 9 de febrero del 2002 en el Auditorio Nacional, el coloso de Ciudad de México hecho para albergar espectáculos, y que tiene una capacidad de 10 mil espectadores. Además, sirvió como punto de inicio para una gira del álbum que tuvo pocas fechas (para esos entonces, Cerati había abandonado la idea de hacer giras extensas) y que lo trajo a Chile, el 21 de junio de 2002, cuando se presentó en el Centro de eventos San Carlos de Apoquindo. En la ocasión, lo acompañó el entonces baterista de Lucybell, Francisco González.

Diego Sáenz agrega lo que recuerda sobre la presentación en el país de Norteamérica. Como el álbum estaba recién salido, y solo había sido un show para la TV de Argentina, nadie tenía muy claro el concepto. “Llegamos a México y la gente no conocía mucho el disco. Lo impresionante fue que la gente compró las entradas para el Auditorio Nacional sin tener idea de lo que iban a ver. Simplemente iban a ver a Cerati”.

A diferencia de lo ocurrido en el Teatro Avenida, esta vez el público se lo tomó como un recital. “En México la gente cantó más arriba que la orquesta -recuerda Sáenz-. Fue como una competencia entre los músicos . Como los fans pidieron más temas tuvimos que hacer un bis con El rito”.

Tal como ocurrió en Buenos Aires, el show también fue grabado. “A diferencia del concierto original, al escuchar la grabación, encontramos que la orquesta tocó más rápido, ya que los músicos no estaban acostumbrados a escuchar al público cantar. Esto se puede escuchar en Hombre al agua. Fue impresionante. Lo más lindo”, recordó el productor.

Esa presentación en México acaba de ser editada en un álbum llamado 14 Episodios Sinfónicos, ya que agrega tres canciones extras que no estuvieron en el disco original: Lisa (que fue el primer adelanto) Hombre al agua y Fue, las dos últimas, de su paso por Soda Stereo. Este disco surgió casi de causalidad. Al urgar entre sus archivos viejos, Sáenz encontró la grabación digital del recital, y para sorpresa de todo el círculo de Cerati, la calidad era notable. Ahí se pensó en que podría ser un nuevo álbum.

“Estaba grabado en 16 canales y era bastante bueno para trabajar, porque en general cuando uno trabaja con cintas digitales viejas suele haber bastantes problemas, pero cuando hice la transferencia anduvo todo perfecto, sin ningún error ni mordida de cinta, lo cual era una buena señal de que había que hacerlo”, explica Beragallo.

En su momento, el álbum 11 Episodios Sinfónicos recibió duros comentarios de los fans de Soda Stereo, decepcionados por el material. En la rueda de prensa en nuestro país, antes de la presentación en San Carlos de Apoquindo, Cerati comentó: “Yo no puedo tener una verdadera noción de que pasa con un seguidor ortodoxo, lo lamento mucho por ellos si son muy ortodoxos (...) El público no es una cosa así como una especia de confluencia de vacas. Pienso que este disco no intenta tampoco competir con las versiones originales, es decir, es una lectura de ellas”. Tal vez, había que sacarlo de raíz.

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