Bret Easton Ellis contra la cancelación: “Me la suda si me cancelan, me da igual si dicen que no digo lo que hay que decir”

El afamado escritor estadounidense acaba de publicar Los Destrozos, su regreso a la novela luego de 13 años. En la ficción, sitúa la acción en un grupo de adolescentes que se ven enfrentados a un asesino en serie. En una charla reciente, profundizó sobre el volumen y sus desacuerdos con la generación millenial. También critica la cultura de la cancelación.


Llevaba 13 años sin publicar una novela, desde la muy comentada Suites imperiales (2010). Luego, Bret Easton Ellis publicó el ensayo pop Blanco (2019) y vio cómo Penguin Random House reeditó su clásico American Psycho (1991). En el intertanto siguió escribiendo, y hoy fruto de ese largo tiempo publica Los destrozos. Su retorno al formato novela y que ya está disponible en España, en castellano.

Ambientada en los 80, Los destrozos es un ejercicio muy anclado en el espíritu yankee, pero con la suficiente expansión para hacerlo universal. Trata de la adolescencia de un grupo de muchachos en una secundaria. Por supuesto, hay deseo sexual, celos, obsesiones varias. Y muerte. Sí, muerte. Los púberes se ven enfrentados a la noticia de que hay un asesino en serie suelto, el Arrastrero, quien aterroriza a los jóvenes de la ciudad y a sus mascotas. Ahí, se genera una trama que une lo iniciático con el terror. Algo que no es nuevo, ya lo hizo Stephen King en su clásico Carrie. Sin embargo, la pluma de Easton Ellis es diferente.

Considerado el “Niño terrible” de las letras de Estados Unidos, y el “Nuevo Hemignway”, suele ser asociado a una bullante generación de autores que despuntó en la década de los 90. Junto con David Foster Wallace, Jonathan Franzen o Chuck Palahniuk. Ya con 59 años, es normal que esta nueva novela esté anclada en un ejercicio de nostalgia. Así lo reconoció en una entrevista reciente con el sitio literario Zenda, aunque sin dejar de lado su sentido más crítico con nuestra era de smartphones, selfies y Likes.

Creo que todos conservamos cierta nostalgia de la época en que éramos jóvenes. Cuando era joven yo hablaba con mi madre de la década de los 50 y los 60, que para ella era una década gloriosa. Yo en cambio no la entendía así, porque yo crecí en los 80 y en los 90, que fue un periodo donde existía mucha ilusión, muchos movimientos y del que tengo muy buenos recuerdos, y también algunos malos, por supuesto, pero, en el fondo, esa es la época en la que yo era joven. El tiempo en que eres joven, lo recuerdas con más pasión, pero aparte de eso soy realista y sé que la vida sigue y que hay que adaptarse al instante en que vives. Tienes que adaptarte a estos espantosos últimos diez años que acabamos de dejar atrás”.

Y agregó: “Hay que adaptarse y encontrar los placeres y las cosas que te satisfacen. A mí me gusta escribir y ahora también hacer películas. No quiero contemplar el mundo desde un punto de vista negativo. Me gusta mantener la positividad, sobre todo porque mucha gente piensa que soy superoscuro y para nada soy así. Además, ahora yo no vivo en los 80, que por otro lado fue una gran época, y muy loca. Pero sí, es cierto, regresé ahí porque me entró como una especie de ola de nostalgia y decidí volver un ratito. Así que, durante unos dos años, sí, es cierto, volví a los 80 gracias a esta historia… pero ya está”.

Para su autor, el asesino de la novela representa el fin de una etapa para estos atribulados adolescentes ochenteros. Sus crímenes hacen que de golpe y porrazo entren en otra era. “Es eso. El asesino representa el fin de la inocencia. En el fondo todo el libro va de eso, del fin de la inocencia. Es un análisis del año en que tanto la niñez como la adolescencia se vieron corrompidas por la irrupción de la vida adulta. Es un tema que también había abordado antes, pero nunca de manera tan biográfica. Yo verdaderamente perdí mi inocencia, y con esto me refiero a mi idea juvenil de lo que era la niñez y la adolescencia, cuando tenía 17 años. Esa fue la edad en que dije: ‘¡Ostras, estoy entrado en el mundo adulto!’. Y el mundo adulto me corrompe entonces y ya no hay vuelta atrás. Ahora solo queda seguir hacia adelante. Fue el instante de ser adulto y eso, para mí, fue un proceso muy doloroso, pero que también me ha alegrado pasarlo. Me habría gustado que no sucediese de la manera en que ocurrió”.

De alguna forma, con esta novela Easton Ellis también ajusta cuentas con su pasado.El ímpetu real de escribir Los destrozos era dar explicaciones a esos amigos que perdí por la forma en que los traté. Bueno, eso cuenta. El amor. Ni siquiera me planteé que iban a leerlo, ni mucho menos, pero tenía que hablar de eso, de ellos, de Susan, de todas estas personas que, ¿sabes?, por motivos legales se llaman de otra manera en el libro, pero que si ellos lo leen sabrán reconocerse. Mi única aspiración con esta obra es que ellos me entiendan, que los quiero y que los he querido siempre. Y sí, que me equivoqué, que era demasiado joven para actuar en consecuencia con mi vida”.

De la Generación X a los millennials

Nacido en Los Ángeles, California, el 7 de marzo de 1964, Easton Ellis se ubica justo en el límite de los “Baby Boomers” y la “Generación X”, esta última, como se conoce a los nacidos entre 1965 y 1979. Orgulloso defensor de sus tiempos y sus coterráneos, aquellos que, por ejemplo, vieron por TV la caída del muro de Berlín, Easton Ellis ha aprovechado cada entrevista para comentar sus profundas diferencias con los millenials, los nacidos entre 1980 y 1994. De hecho, en Blanco, los bautiza como “Generación Cobarde”, ¿por qué razón?

“Porque vivo con uno de ellos. Con él y con tres Alexas: una en el despacho, otra en el salón y otra en la habitación. Mi novio es tan vago que es incapaz de buscar programas en la televisión o hacer cualquier cosa sin pedírselo a Alexa. Me irrita que los millenials tengan una obsesión constante con sentirse oprimidos, con que todo conspira contra ellos por su sexualidad, por su color de piel, o por su cuerpo…Y como ser una víctima es muy triste, todo el mundo siente empatía y compasión por ellos. Es un círculo vicioso. La vida está en contra de ellos como está en contra de todos. ¡Lucha contra ella!”, explicó el californiano en el volumen.

Eso sí, en charla con este medio, en 2020, matizó un poco sus declaraciones. “Las cuatro o cinco páginas acerca de los millennials (N de la R: en el libro Blanco) han sido sobreexplotadas y han sido leídas equivocadamente, porque al fin al de esa sección fraternizo con ellos. Muchos de mis amigos son millennials, y yo mismo vivo con un millennial. Tiene que ver con cómo yo experimento el tema, y escribo de eso con honestidad, y un montón de millennials me han dicho, estás en lo cierto, estás completamente en lo cierto y eso nos tocó”.

Ese tópico lo vuelve a tocar en la charla con Zenda. “Es verdad que me siento muy mal por ellos, me da mucha pena la generación de los millennials. Creo que han crecido en unas circunstancias espantosas y eso les ha convertido en las personas que son ahora. Son víctimas. A veces hasta me da la impresión de que quieren ser víctimas”. Y ello lo contrapone a su propia experiencia vital.

“Nosotros éramos una generación que crecimos casi solos, queríamos ser adultos, queríamos tener relaciones sexuales…Los chicos de ahora tienen disfunción eréctil porque ven tanto porno que en la vida real no funcionan. Uno de los asuntos que más me impresiona es la alta tasa de suicidio entre los adolescentes de hoy. Se ha multiplicado. Ha subido un porcentaje enorme. En mi época nadie se suicidaba, nadie venía al cole ni al instituto a disparar a todos los demás. No sé lo que ha pasado entre aquel momento y este”.

Un pulso latiente en los millennials e incluso los centennials, es lo que se ha llamado lo “políticamente correcto”, la “funa” ante lo que consideran violento. Es algo que ha aparecido sobre todo en redes sociales con la llamada “Cultura de la cancelación”. Pero a Easton Ellis, un incorrecto, un inconforme de sangre, es un tema que no le remueve alguno de los ya escasos pelos que le van quedando.

“Me han cancelado un montón de veces, pero todavía tengo una editorial prestigiosa que no me obliga a borrar cosas. Llegan quejas, y les han llegado, acerca de mis libros. Dicen que no son suficientemente diversos porque en ellos son todos blancos y que por qué no entro más en profundidad sobre la vida de una mujer de la limpieza procedente de Nicaragua. ¿Pero por qué tengo que escribir de eso? Hay personas que dicen que por qué no sabemos más de esa clase de vidas y, además, que por qué retrato la homosexualidad bajo una lente tan negativa. ¿Y sabe lo que digo? Miren, váyanse a la mierda. Si no quieres publicarme, pues no me publiques. Y si no te gusta mi libro, pues no me leas. Me da igual. ¿Lo entienden? Me da igual, me la suda si me cancelan; me da igual si dicen que no digo lo que hay que decir. Es que yo ya estoy muy mayor para esto. Yo crecí en otro contexto y no puedo entrar en este momento a eso. No puedo conformarme. No puedo adaptarme, así que escribo lo que me da la gana, y si me cancelan, que ya me ha pasado muchas veces, pues allá ellos, ellos se lo pierden. A la mierda todos”.

Por lo mismo, a Easton Ellis, la sociabilidad basada en los virales y Whattsapp, es un tema que no le interesa recoger. “Yo fui feliz igual, pero en cambio hay muchachos de ahora que están alienados y están alienados entre ellos, porque no se comunican. Para acostarte con alguien tienes que conocer a alguien. Tienes que ir a una discoteca, a una fiesta, tienes que quedar con alguien. No vas a poner por aquí (apunta el WhatsApp) ‘¿puedes venir dentro de 10 minutos y mamármela?’. Antes era diferente. Teníamos que invertir en la vida. Había que invertir en la vida”.

Los destrozos, la nueva novela de Bret Easton Ellis, llegará a Chile durante el segundo semestre, según confirman a Culto desde Penguin Random House. Para quienes tengan menos paciencia, ya se puede encargar en castellano a España vía Buscalibre.

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